8 ago 2015

Ya es tiempo de dejar atrás el péndulo

Por tercera vez desde que reconquistamos la democracia en 1983, los argentinos vamos a lecciones en paz y sin la espada de Damocles de una crisis. Sobre el período anterior a 2003, el economista Alejandro Barrios en su libro Buenas Herencias, el legado económico del kirchnerismo de reciente publicación, sostiene que la situación que dejará la gestión iniciada en 2003 "es mucho mejor" que la que los ex presidentes Raúl Alfonsín, Carlos Menem y Fernando de la Rúa legaron a sus sucesores. "Alfonsín tuvo dos golpes de mercado: el primero lo deslegitimó y el segundo se lo llevó puesto. Con la Convertibilidad de Menem el país se endeudó a razón de entre 11 y 15 mil millones de dólares anuales y sólo se logró alguna estabilidad de precios a partir de 1996, pero a un costo del 50% de pobreza y 25% de desocupación, herencia que terminó dramáticamente con el gobierno de De la Rúa", relata Barrios. Por su parte, el gobierno del Néstor Kirchner convivió con el fantasma de la crisis de la Convertibilidad pero logró restituir la fortaleza presidencial y volvió a legitimar al Estado como actor fundamental de la estabilidad económica y el crecimiento. La presidenta de la Nación pasó la mayor parte de sus dos mandatos con un escenario internacional más austero que el de los años anteriores y soportó varias corridas, la mayoría en períodos cercanos a las elecciones. Estos episodios nunca son espontáneos y fueron recrudeciendo a medida que comenzaba a operar sobre la economía el fantasma de la restricción externa, talón de Aquiles de nuestra balanza de pagos. Estos dispositivos especulativos volvieron a activarse recientemente.

Al no poder seguir sosteniendo la parodia de la catástrofe económica y la debacle social pronosticada que desde hace más de un año –puntualmente desde enero de 2014–, los "economistas" y consultores le hacen decir al "mercado" lo que ellos no quieren decir, porque son, lisa y llanas, operaciones.

Un ejemplo de que la Argentina es generosa. Leemos en el blog de Domingo Cavallo del 9 de febrero que el mejor escenario para 2015 iba a ser: "Una inflación que se ubicará en el 40% anual, habiendo pasado por un 30% anual en 2014. Al final de 2015, el precio del dólar en el mercado paralelo estará en 22 pesos por dólar y en el mercado oficial a 15. La economía habrá sufrido una recesión del 3% del PBI en 2014 y del 5% del PBI en 2015." Nada de esto ocurre y, sin embargo, nadie le pide que rinda cuentas, y menos "los mercados" que, como buenos pescadores de aguas revueltas, siempre se benefician si se mete miedo con climas enrarecidos. Si este era el mejor escenario, no quieran imaginar cuál era para este exitoso ex ministro, el peor escenario (ver acá (http://www.cavallo.com.ar/la-economia-argentina-en-diciembre-de-2015/). Así como los periodistas y políticos instalan aquello de que "la gente dice, la gente se pregunta", porque no se animan a decirlo ellos; los analistas económicos promueven expectativas para favorecer a los mismos sectores concentrados de siempre, con el latiguillo de "el mercado va a elecciones" o "en las mesas se dice". Desopilante una nota de El Cronista de este viernes que nos explicacuál va a ser el precio del dólar ilegal según la mayor o menor diferencia entre los candidatos: "En la City porteña tienen sus propios pálpitos: hay expectativa para el lunes de que la diferencia no sea tan grande entre "A" y "B" lo que provocó que el blue ayer se mantuviera estable en $ 15. En las mesas prevén que, de haber menos de 3 puntos de diferencia entre los candidatos, el billete bajará a $ 14,50. Pronostican que puede subir a $ 16 si "A" gana por cerca de 10 puntos y quedar en $ 15 si se impone por 5 puntos. Ahora, si el lunes se da el escenario de las encuestas, que por lo visto el mercado no cree, se da vuelta todo y muy feo (sic)". Se observa que el mercado tiene su corazoncito/intereses en un lado y el pueblo argentino en otro. La idea de instalar una corrida contra el peso no es nueva. Aún en 2007 y 2011, con una situación externa más que saludable y una economía creciendo al 7,9% y 8,4%, respectivamente, se soportó unafuertísima dolarización de carteras. En efecto, en 2007, año de la elección de la actual presidenta, entre febrero y octubre, el BCRA vendió dólares por U$S 5363 y las reservas cayeron U$S 8497 millones. El gobierno del presidente Néstor Kirchner resistió la corrida y el tipo de cambio que comenzó en $ 3,10 en febrero, sólo se deslizó a $ 3,14 en octubre. En 2011, durante la relección de Cristina Fernández sucedió un episodio similar.

Entre febrero y noviembre se vendieron dólares por U$S 16.176 millones y las reservas cayeron en U$S 5.962 millones. En ambos casos, el gobierno sostuvo la parada sin devaluar. En 2015, con una situación externa más que débil y una economía creciendo tímidamente, la venta de dólar ahorro ascendió a U$S 2856 millones durante los primeros 6 meses correspondiente a la demanda minorista que representa el 30% de la demanda total. En tanto las reservas internacionales, en vez de bajar como en las corridas anteriores, acumularon en las arcas U$S 2579 millones adicionales.

Es cierto que para no haber pedido reservas se ha recurrido a la regulación de la compra de divisas y a una administración del comercio más férrea, lo que dio origen a la actual brecha con el dólar ilegal y a un menor ritmo de crecimiento económico, pero implicó consolidar los logros del modelos, preservando empleo, salarios y un mercado interno en expansión, base de la herencia que el nuevo gobierno deberá profundizar si pretende sostener la confianza y la esperanza del pueblo en la democracia.

Durante los 12 años de vigencia del actual proyecto político, se intentaron todo tipo de operaciones para limitar su accionar e intentar sacarlo de la cancha. Los resultados fueron negativos. La voluntad política de vencer la sombra siempre acechante del péndulo argentino nos trajo hasta un 2015 donde las certezas superan con creces a las incertidumbres, y nos afirman en un camino que –no sin correcciones- podrá llevarnos al país industrial que nos merecemos. Manos a la obra.

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