1 jul 2017

Liderazgo emergente: ¿Comunismo de libre mercado?

“Tenemos que permanecer comprometidos con el desarrollo del libre comercio, decir no al proteccionismo y facilitar la liberalización a través de la apertura económica”. Parecen palabras de un líder occidental, norteamericano o de Europa, pero no. Fueron dichas por el presidente de la República Popular China, Xi Jinping, en la última ronda de Davos.

Las transformaciones económicas encaradas por el gigante asiático desde 1978 hasta el presente la han llevado al lugar que ocupa hoy. Segunda potencia mundial detrás de Estados Unidos y los numerosos análisis y estadísticas indican que superará a los norteamericanos del podio durante este siglo. Quizá antes de lo que pensamos, más aun si observamos los movimientos de Occidente y su liderazgo en decadencia.

Claro que China ha llegado a este lugar y a embanderase hoy detrás de reclamo por mayor apertura comercial en el mundo luego de décadas de inversión y proteccionismo para ganar competitividad, logrando superar a las principales potencias en varios sectores. De esta manera han actuado todas las naciones que han llegado al podio. El gigante asiático es hoy el principal exportador e importador del mundo, manteniendo superávit comercial año tras año. La clave: importar materias primas y exportar bienes terminados.

Según un estudio encabezado por Parag Khanna, economista hindú y especialista en temas internacionales, China ya es el principal socio de 124 países, mientras que Estados Unidos lo es para sólo 56 países. Por ejemplo, si nos preguntamos el porqué de la reciente ruptura de relaciones de Panamá con Taiwán y el apoyo a la política de una sola China, observemos simplemente que después de USA, China es el país que más utiliza el canal de Panamá para el transporte de mercancías. La economía marca la cancha, claro, y en el caso chino dirigida por el Partido Comunista.

China es el mayor consumidor de carbón del mundo, tiene el mayor mercado de automóviles, de celulares, de tablets, es el mayor consumidor de alimentos, posee el banco más grande del mundo (ICBC de propiedad estatal), es el principal productor de acero del mundo, tiene las mayores reservas mundiales… Podríamos llenar páginas describiendo los índices y estadísticas que la República Popular China encabeza, como lo hacen numerosos informes y libros publicados. Es también el mayor emisor de gases contaminantes, pero a diferencia de Trump, Xi Jinping se ha comprometido en cumplir con los compromisos del Acuerdo de París contra el Cambio Climático, un signo significativo de este nuevo liderazgo que se va instalando.

Un dato no menor es el que brinda la consultora Ernst & Young, que en un estudio realizado prevé que la clase media del Asia pacífico era del 28% en 2009, y para 2020 será del 54%, alcanzando el 66% para 2030. El mismo estudio estima que en América Central y del Sur, será para 2020 del 8%, y al 2030 será del 6%. También se reducirá al 7% en 2030 en América del Norte, del 36% al 14% en Europa, y al 5% en Oriente Medio y Norte de África. La evolución de las clases medias dicen mucho sobre la estabilidad y fortalezas de las naciones y regiones. Y la China, claro está, siendo ya redundantes, es la más grande del mundo.

Aquí es donde este maravilloso pero peligroso, violento e incierto mundo posmoderno de hoy nos presenta este inusual liderazgo emergente: el del gigante Comunista defendiendo el Libre Mercado. Para los nostálgicos de la Guerra Fría esto podría sonar violento, hasta insultante para los más fanáticos. ¿Podemos hablar aquí de un Comunismo de Libre Mercado? Quizá sería forzado hacer congeniar ambos conceptos, pero son éstas las delicias del Posmodernismo, desdibujando los parámetros que la modernidad nos había dejado. ¿Será más parecido a un Capitalismo dirigido? ¿Un Socialismo de mercado? Podríamos especular con varios conceptos combinados.

Pero lo cierto es que si bien muchas de las reformas recientes en el país han tenido fuerte sentido capitalista, el sistema político chino, ha mantenido su esencia de partido único, pero a su vez ha venido modernizándose en las últimas décadas otorgando mayor espacio a representantes del sector económico privado en el poder central. Y fundamentalmente ha encarado las ya conocidas reformas económicas con récords históricos de inversión extranjera directa que le permitió crece a una tasa superior al 10% anual por varios años. Pero siempre, manteniendo el control político, el dirigismo y el poder centralizado en el Partido Comunista. En ese sentido, el apoyo estatal a la expansión de emprendimientos multinacionales, mixtos y también estatales fue fundamental.

Y si hay algo que fue clave para el ascenso chino, es haber evitado adoptar el sistema neoliberal en su territorio. En cambio, aún con sus políticas proteccionistas en algunos sectores, Usa y la Unión Europea están siendo víctimas del propio sistema desregulatorio que impulsaron, donde la preeminencia de las corporaciones multinacionales (de la economía real pero también y especialmente las financieras) han digitado importantes decisiones en el marco de los Estados Nación y de procesos de integración como la Unión Europea, que han venido debilitando las sociedades y los contratos sociales entre gobiernos y ciudadanos. De allí proviene en gran parte la gran crisis política y de partidos europea.

La corriente neoliberal, hoy renovada después del experimento fallido en América Latina –fallida para los pueblos pero exitosa para el mundo concentrado de las finanzas-, vuelve hoy a dar sus pasos por estos pagos, y a debilitar un proyecto regional como el Mercosur tanto como la estabilidad política y económica de sus principales integrantes. El desenlace hoy es, cuanto menos, incierto…

Lejos de ello, China viene transitando su propio camino de desarrollo, consolida su influencia regional, la expande al resto del mundo y se encamina a ser el principal actor de la política y economía mundiales. Sus monumentales proyectos de infraestructura en distintas partes del planeta, sus numerosos acuerdos estratégicos con potencias intermedias y del tercer mundo (abastecedores de materias primas), su creciente influencia financiera en los países desarrollados, el incremento y especialización de sus representantes diplomáticos alrededor del mundo, la recientemente lanzada “Franja y ruta de la seda” y otras tantas iniciativas, vienen pujando por reorganizar el mapa del poder mundial, que colocará a China en su cúspide.

¿Representará el sistema político chino un ejemplo a tomar en cuenta para otros países? ¿Buscará el gigante asiático exportar ese sistema en el futuro? ¿Será China en el futuro un imperio intervencionista como lo fueron Gran Bretaña y Estados Unidos en sus tiempos hegemónicos? Aunque bien, Estados Unidos, aún hoy lo sigue siendo y no se ha retirado aún del mundo Multipolar que se configura. Allí la razón de las grandes tensiones, que incluyen también a Rusia y otras potencias intermedias.

Mientras tanto, China aboga por mayor liberalización del comercio mundial, y a su vez se ve obligada a fomentar la demanda agregada en el país: incentivar su mercado interno para mantener la estabilidad social. Trump, en tanto, puja por un mayor proteccionismo enfrentado al establishment que trata de domarlo. La Unión Europea está sumida en una crisis de representación notable, que pone en tensión su propia supervivencia como bloque. América Latina –por lo menos las principales economías- parecen haber puesto los ojos y energía en un Occidente cuyo liderazgo se encuentra en retirada, pero mira también de reojo a China mientras el neoliberalismo vuelve a hacer de las suyas en la región, donde también Estados Unidos busca retomar su hegemonía, ya en disputa con el gigante asiático.

Vemos pujas, tensiones, presiones, un mundo en guerra. Pero hay una cosa que sí es clara: este mundo le está dando la bienvenida a este nuevo liderazgo, encabezado por país dirigido por un Partido Comunista que promueve el Libre Mercado.

En términos de economía internacional, claro está que la constante es la puja por la distribución internacional del trabajo, que con uno u otro liderazgo, seguirá siendo entre los que abastezcan de materias primas y los que vendan los productos terminados y de mayor valor agregado. Recordemos que todas las potencias que han primado, sean Usa, Gran Bretaña y hoy China, han basado su posicionamiento en la cima del poder mundial protegiendo sus industrias incipientes hasta volverlas competitivas. A partir de aquí, queda a cada país decidir qué posición asumir y luchar por ella, ya que de eso dependerá el lugar que ocupe en el nuevo sistema de poder multipolar que se configura y que colocará, quizá antes de lo previsto, al gigante asiático a la cabeza.

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