La última misión soviética a nuestro satélite natural regresó a la Tierra con minerales ricos en agua, pero el hallazgo fue completamente ignorado en Occidente, según un nuevo estudio
Hasta hace no tanto, la idea que teníamos de la Luna era la de un lugar árido y seco. En 2009, sin embargo, la NASA abrió un nuevo capítulo en el conocimiento sobre nuestro satélite natural al hacer estallar una sonda, la LCROSS, en el polo sur lunar, en un cráter llamado Cabeus. La nube de materiales provocada por el impacto del artefacto permitió a los científicos comprobar no solo que, en efecto, había agua ahí arriba, sino que ésta existía en grandes cantidades. Este hallazgo quizás podría haberse realizado antes si el mundo hubiera tenido en cuenta un hallazgo de la misión Lunar-24, la última que la Unión Soviética envió a la Luna, pero su trabajo fue completamente ignorado en Occidente, según afirma Arlin Crotts, de la Universidad de Columbia, en Nueva York, que ha publicado sus conclusiones en arXiv, el archivo para borradores electrónicos de artículos científicos.
La posibilidad de la existencia de agua en la Luna ha entusiasmado a los científicos y aficionados a la ciencia ficción desde hace décadas. Su presencia sería un factor importante si alguna vez el ser humano decide instalarse allí una larga temporada. Las misiones Apolo trajeron unos 300 kilos de rocas de la Luna, pero los científicos pensaron que se habían contaminado en la Tierra. Incluso se creía que los canales vistos sobre la superficie lunar fueron hechos por la lava, no por agua. Para los americanos, la Luna estaba seca.
Sin embargo, los soviéticos consiguieron sacar sus propias conclusiones. Al parecer, según describe Crotts, los rusos encontraron evidencias de agua en rocas lunares en 1976, cuando la sonda Luna-24 aterrizó en la superficie lunar. La nave perforó a unos 2 metros de la superficie, extrajo 300 gramos de roca y regresó a la Tierra. Un equipo de científicos soviéticos analizó la muestra y encontró rastros inequívocos de agua. El resultado fue publicado en 1978 en una revista científica especializada rusa, «Geokhimiia», incluso en inglés, pero fue completamente ignorado en occidente. Y hoy en día ha sido olvidado. «Ningún otro autor ha citado jamás este trabajo», dice Crott (The Physics arXiv Blog).
Resulta curioso, ya que varios científicos, incluido el premio Nobel de química Harold Urey, ya habían predicho desde 1950 que el agua helada podía ser encontrada en los cráteres de los polos lunares, que están permanentemente en la sombra. Si el hallazgo ruso hubiera sido tomado en serio, la existencia de agua en la Luna quizás habría sido confirmada antes.
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