El 8 de noviembre de 2014, un «tribunal islamista» conformado por un tunecino y un libio «juzgaba» a 3 oficiales del Ejército Árabe Sirio en Raqqa, ciudad siria considerada como la capital del «Emirato Islámico», también conocido como Daesh.
Los 3 hombres habían sido vendidos al Emirato Islámico por una tribu que fingió ofrecerles hospitalidad durante una batalla alrededor de un yacimiento de gas.
Los 3 oficiales del ejército regular de la República Árabe Siria fueron inmediatamente acusados de estar al servicio de un presidente alauita, lo que para los yihadistas wahabitas equivale a ser un hereje, y de ser por ello corresponsables de los bombardeos de la fuerza aérea siria contra los yihadistas del Emirato Islámico.
Los “jueces” condenaron a los 3 hombres por ser alauitas, a pesar de que 2 de ellos era sunnitas. Pero los “jueces” decidieron no ejecutar la sentencia con un balazo en la cabeza ni por degollamiento sino que incitaron a la gente a matarlos a golpes y pisoteándolos.
Miles de habitantes de Raqqa asistieron al llamado «juicio islámico».
En definitiva, la turba golpeó y pisoteó a los soldados hasta matarlos y los yihadistas del Emirato Islámico arrastraron después los cuerpos por toda la ciudad halándolos con motocicletas.
La ciudad siria de Raqqa era anteriormente una ciudad tranquila, célebre por sus festivales de literatura y teatro.
Pero en 2012 varios funcionarios locales pusieron la ciudad en manos de al-Qaeda. Raqqa pasó posteriormente a manos del Emirato Islámico, que la convirtió en su capital. Los yihadistas la abandonaron justo antes de los bombardeos aéreos estadounidenses. Pero volvieron a ella inmediatamente después. Desde entonces, la participación en la plegaria 5 veces al día es obligatoria y las mujeres sólo pueden salir a la calle cubiertas con el velo islámico y en compañía de un miembro de la familia.
¿Qué ha sucedido durante los 2 últimos años para que los habitantes de Raqqa llegaran a hacerse partícipes de este tipo de crímenes?
Siria está en estado de choque. Es la primera vez, desde el inicio de la agresión contra Siria, que una multitud de sirios –no yihadistas extranjeros– participa así en el asesinato de soldados sirios.
El hecho es que los habitantes de Raqqa que participaron en esas ejecuciones, incluyendo menores de edad, han sido convertidos en toxicómanos. Desde hace 2 años, los yihadistas les distribuyen ejemplares del Corán acompañados de dulces que contienen Captagón (fenetilina) en polvo. Mezclada con hachís, esa anfetamina es el elemento fundamental del tratamiento de los yihadistas. En 2 años, parte de la población está tan intoxicada como para participar activamente en el crimen colectivo anteriormente descrito.
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