El 6 de este mes se cumplieron 20 años de la aparición del cadáver de Omar
Octavio Carrasco.
El joven vivía junto a sus padres en la localidad neuquina de Cutral Có. De
condición humilde, ayudaba a la economía familiar repartiendo pollos. Hasta que
le tocó presentarse como conscripto en el grupo de Artillería 161 del Ejército
Argentino, en Zapala.
Lo hizo en la mañana del 3 de marzo de 1994. Y su familia nunca más supo de él.
Cuando los padres llegaron dos semanas después al cuartel para averiguar qué
ocurría con Omar, las autoridades militares le dijeron que su hijo había
desertado.
No conformes con la respuesta, hicieron la denuncia y comenzaron a investigar.
Personal del Ejército hizo todo lo posible para desviar la investigación, pero
finalmente, el 6 de abril apareció el cadáver dentro del predio militar. Había
sido golpeado salvajemente y murió desangrándose por culpa de esos golpes, dados
por un superior.
El escándalo estalló y sacudió a todo el país. Los superiores le dieron un
"baile" que terminó con su vida, fue un caso con final mortal de los miles y
miles de maltratos que sufrían los conscriptos en distintos cuarteles del país.
El abuso de autoridad, los insultos, las vejaciones que sufrían los "colimbas"
–por aquello de corre, limpia y barre–, eran moneda corriente y el debate, una
década después de la recuperación de la democracia, terminó con el final del
Servicio Militar Obligatorio.
Veinte años después de uno de los pocos hechos positivos que dejó el gobierno de
Carlos Menem y cuando parecía que era un tema saldado, reapareció la idea de
reinstalar la colimba, de boca de distintos dirigentes políticos.
Disfrazadas de ideas para combatir la inseguridad y de "reencauzar" a aquellos
jóvenes que no trabajan ni estudian, y "se gastan la plata tomando cerveza en la
esquina" –a decir del intendente de Malvinas Argentinas Jesús Cariglino–,
aparecieron estas propuestas generadas desde la derecha más cruda, para terminar
con una suerte de encierro militar para jóvenes pobres.
Cuando el pintoresco diputado salteño Alfredo Olmedo –aquel homofóbico que decía
con orgullo "tengo la cola cerrada y la mente abierta"– propuso el regreso del
servicio militar obligatorio parecía una idea insólita y hasta graciosa. "Lo
dice la gente más que yo, quiere que haya un orden militar a la juventud",
sostenía Olmedo. Obviamente, la idea no prosperó en el Congreso.
Pero en estos días en que se atacan las reformas al Código Penal por
"garantistas" y se multiplican los linchamientos a presuntos delincuentes,
volvió la ofensiva para instaurar la colimba.
Y llegó de boca de dos pesos pesados del Conurbano Bonaerense.
Primero lo reclamó el intendente Cariglino. Aliado a Sergio Massa, este jefe
comunal lanzó la idea orientada a los denominados "jóvenes ni-ni", tal como se
llama últimamente a aquellos que ni trabajan ni estudian. Lo disfrazó de
preocupación social y cuando se le preguntó por qué no pensaban en enviarlos a
la escuela o a estudiar un oficio en lugar de un cuartel militar, Cariglino
aseguró que eso no sirve, como tampoco planes como Progresar. "El primer mes
buscan trabajo, pero después se gastan la plata del plan social en cerveza",
aseguró el dirigente massista.
La problemática de los "ni-ni" ha sido estudiada por psicólogos y sociólogos.
Pero sus casos se centraron especialmente en aquellos jóvenes que teniendo
condiciones familiares, económicas y de entorno social favorables, no encuentran
una carrera ni un trabajo que los entusiasme. Por lo general dejan de lado el
caso de los chicos marginados, donde la problemática es otra y merece otros
enfoques más complejos.
Pero Cariglino no piensa, cuando habla de obligarlos a permanecer en un cuartel,
en aquellos jóvenes "ni-ni" de clases medias o altas. Su objetivo son los
pobres.
Otro ex intendente, hoy senador provincial, Mario Ishii, se sumó al reclamo de
Cariglino. Pero ocurre que Ishi no es massista, se considera kirchnerista. "A
estos chicos hay que tratar de educarlos o prepararlos", y que hagan el servicio
militar "es la única forma de sacar este país adelante", dijo. "Más del 80% de
la sociedad estaría de acuerdo", afirmó Ishii, en caso de hacerse una consulta
popular sobre el tema y en el mismo sentido dijo que "la sociedad no tiene
orden, y hay que buscar orden".
Voces que se repiten peligrosamente.
Reclamando encierro militar para jóvenes pobres y dejando de lado los planes que
el gobierno nacional ha puesto en marcha para ayudarlos en el estudio y en el
trabajo.
No les importa. Hacer un gueto custodiado con armas es más fácil.
Desde el gobierno nacional llegó rápido la respuesta. Tanto el secretario
general de la Presidencia, Oscar Parrilla, como el titular de la cartera de
Defensa, Agustín Rossi, rechazaron de plano la idea. "No tiene lógica", aseguró
este último. "No sirve ni en el plano social ni en el de Defensa volver a un
esquema de servicio militar obligatorio", agregó.
Mientras el kirchnerismo esté en el gobierno, no hay posibilidad alguna de que
el servicio militar vuelva a instalarse en la Argentina.
Pero estos derechazos van a seguir repiqueteando de aquí a las elecciones de
2015. Y habrá que tener cuidado
No hay comentarios:
Publicar un comentario