Enríquez, líder del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), médico neurocirujano, fue asesinado en enfrentamiento desigual por la tenebrosa Dirección de Inteligencia (DINA) de la dictadura de Augusto Pinochet, el 5 de octubre de 1974.
Vibrantes canciones interpretadas por Mónica de Pablo y Francisco Villa fueron adornadas con audiovisuales en movimiento, con los rostros de Ernesto Che Guevara, Salvador Allende, Víctor Jara, Fidel Castro y Raúl Sendic, entre otros.
Uno de los discursos de Miguel Enríquez, la presencia de su compañera en el momento de su muerte, Carmen Castillo, y los padres de los tres hermanos Vergara Toledo, asesinados por la dictadura, marcaron las ovaciones en el abarrotado teatro.
El acto de tributo al líder del MIR que perdió la vida a los 30 años de edad, dejando a su compañera embarazada y gravemente herida, fue auspiciado por la Revista Punto Final, que dedicó su último número a la vida de Enríquez.
De Carmen Castillo, reconocida cineasta exiliada en Francia, se exhibieron fragmentos de su documental Calle Santa Fe, en la comuna San Miguel de Santiago, donde por más de una hora Enríquez se batió con la DINA a tiros hasta caer herido de muerte.
Internada en el hospital Barros Luco, según cuenta la propia realizadora, gracias a personal de salud que difundió que estaba con vida, “no integré la enorme lista de detenidos desaparecidos de la dictadura de Pinochet”.
Fue expulsada de Chile y se radicó inicialmente en Londres, donde en febrero de 1975 perdió a su hijo Miguel Ángel Enríquez Castillo (nacido en Oxford como Miguel Ángel Castillo). De su primer retorno en 1987, surgió la idea del documental.
Diplomáticos de las embajadas de Cuba, Nicaragua, Uruguay, Palestina, Venezuela, Bolivia y Brasil asistieron al acto.
Miguel Enríquez nació el 27 de marzo de 1944 en Talcahuano. Como máximo dirigente del MIR decidió quedarse clandestino en Chile hasta que fue descubierto por la DINA.
Tuvo tres hijos, Javiera, de su esposa Alejandra Pizarro; Marco (excandidato presidencial), de Manuela Gumuccio; y el extinto Miguel Angel de Carmen Castillo.
Tenía 17 años cuando escribió en un cuaderno privado: Juro que viviré sin temor ni pusilanimidad, siguiendo sólo los dictados de mi conciencia, sin temor al ridículo, al que dirán o a la opinión ajena.
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