20 may 2015

Se equivocan quienes creen que la memoria es parte del pasado

La Presidenta inauguró el sitio de memoria donde funcionó el Casino de Oficiales de la ESMA. Por ese lugar pasaron cientos de detenidos-desaparecidos. "Para tener vida en el futuro hay que saber lo que nos pasó, para que no pase nunca más", dijo.

“¡Qué bien que estuvieron los de ceremonial!”, bromeó un joven de camisa a cuadros con otro más joven. El chiste refería a la frase final, que pareció calculada milimétricamente, en la que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner clausuró el discurso de inauguración del Casino de Oficiales de la ESMA como sitio de memoria, mientras un rayo de sol se filtraba entre los pinos que rodeaban el palco y le daba justo en la cara. “Siempre sale el sol: podrá haber tormenta, y el cielo más negro, pero definitivamente el sol siempre sale”, dijo con un hilo de voz, antes de entrar al edificio de cuatro pisos donde estuvieron 5.000 personas secuestradas y dar, junto al secretario de Derechos Humanos Martín Fresneda, la recorrida inaugural.

La Presidenta salió al escenario a las 12.52 en medio de una llovizna leve, protegida por un piloto celeste y flanqueada por la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, y la presidenta de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini. Además de ellas, en su mesa se sentaron Juan Cabandié, Ana Testa (sobreviviente), Graciela Lois (Familiares de Desaparecidos y Detenidos por razones políticas) y Laura Conte (una de las fundadoras del CELS). Hubo tres o cuatro minutos de aplauso sostenido, mientras sonaba “La memoria”, de León Gieco. Dentro del predio, unas dos mil personas de distintas organizaciones sociales y sindicales –La Cámpora, la Martín Fierro, Nuevo Encuentro, ATE, entre otras- hacían repicar los bombos y sonar las trompetas.

“En el museo se guardan las piezas del pasado, en los sitios de la memoria está la memoria, la verdad y la justicia”, dijo Cristina en la apertura. El acto duró un poco más de una hora. La Presidenta ponderó las políticas de derechos humanos como política de Estado y aseguró que “se equivocan quienes creen que la memoria es parte del pasado: para tener vida en el futuro hay que saber lo que nos pasó, para que no pase nunca más”. También destacó el “ejemplo que somos en el mundo en materia de derechos humanos” y llamó a “los 40 millones de argentinos a defender ese papel”. Por eso, dijo, “los derechos humanos no pueden quedar en manos de un presidente: el pueblo debe hacerse cargo”. Sobre el final de su discurso, concluyó que “hoy aquí hay un triunfo de la memoria sobre la muerte, de la patria sobre la antipatria”.

A veinte metros del atril donde la presidenta hablaba hacia la avenida Libertador, una mujer sostenía una foto en alto. El cartel decía: “Tomás Abad, artista plástico, 23 años. Secuestrado, torturado y desaparecido”. La imagen en blanco y negro mostraba un joven con raya al medio que mira hacia el piso. Parecía un hombre mayor a la edad impresa en la foto: uno de tantos de aquella “generación diezmada” que tuvieron que envejecer apurados.

Antes de Cristina, hablaron Juan Cabandié, nieto recuperado y actual diputado, nacido en el edificio a sus espaldas, y Ana Testa, una sobreviviente que pasó ocho meses detenida en el sótano del Casino de Oficiales. Cabandié, diputado porteño, dijo que este día era más importante que cuando llegó allí el 24 de marzo de 2004, siendo empleado de una empresa de informática, y a dos meses de tener su identidad recuperada. “Me parece que hoy es más importante, al menos en mi interior, porque ese día el acto lo hicimos en la puerta. Hoy lo estamos haciendo acá adentro, y eso quiere decir algo”, dijo, y después de un momento de aplausos, completó: “Hace once años que los derechos humanos pasaron a ser política de Estado”.

Testa fue la voz de los sobrevivientes, aunque hubo otros, y también hubo ausentes. “Esta fue la cuna de la muerte”, dijo promediando sus palabras, “y ahora no va a ser la cuna de la alegría, sino el lugar en donde los jóvenes van a poder venir a tomar esta parte de la historia”. Un rato después, en diálogo con Infojus Noticias, la mujer –que estuvo secuestrada desde fines de 1979 y fue liberada a mediados de 1980- comparó su experiencia ese día con su visita anterior, el 19 de marzo de 2004: “Aquella vez este lugar era como nosotros lo habíamos visto y vivido. Todavía no era la ex ESMA, como la sentí esta vez”.

El acto de inauguración convocó un arco amplio y variopinto, que incluyó a todos los dirigentes políticos y sociales, pero también gente de la cultura y de las leyes, como Ricardo Forster y Eugenio Raúl Zaffaroni. Además del gabinete en pleno, en primera fila estaba el gobernador Daniel Scioli y el ministro de Justicia y Derechos Humanos, Julio Alak. También otros dirigentes cercanos como Martín Sabatella, el diputado Leonardo Grosso, Pablo Ferreyra, Emilio Pérsico y el periodista Horacio Vertbisky.

La “puesta museográfica” que se inauguró hoy comenzó a gestarse hace más de dos años. Sus curadores destacan que no sólo es un sitio histórico sino una prueba judicial crucial en la causa ESMA. Por eso, el equipo interdisciplinario que trabajó no buscaba reconstruir sino representar el horror de uno de los centros de detención clandestinos más tortuosos y emblemáticos de la dictadura cívico militar. “Esto no es un museo, es un sitio de memoria con una muestra permanente que interpreta, evoca y aproxima a los visitantes al horror que se padeció aquí”, dijo a Infojus Noticias Alejandra Naftal, secuestrada en el centro de detención el Vesubio con sólo 17 años, y actualmente directora del proyecto.

Abajo del escenario, mientras la presidenta recorría la ESMA, Carlos Charly Pisoni -miembro de HIJOS y subsecretario de Promoción de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación- dijo a Infojus Noticias. “Siempre en lo personal, a quienes somos familiares o vivimos la historia, estos actos nos llegan al corazón. Pero va más allá del corazón, se trata de la necesidad imperiosa de tener un país que no resguarde a todos los argentinos. Las políticas de derechos humanos tienen que ver con el presente y el futuro”.

Rosa Roisimblit, vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, dijo estar “muy emocionada” y agradecida porque “nos recibieron con mucho cariño”. Durante el acto, estuvo sentada en el escenario, en una hilera de sillas a la izquierda de la presidenta, junto a su nieto Guillermo Pérez Roisimblit, nacido en la maternidad clandestina de la ESMA. Dos horas después del discurso presidencial, en el predio de la Escuela de Mecánica de la Armada ya no quedaba casi nadie. Tampoco aquella mujer con la foto de Tomás Abad en lo alto.



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