4 jul 2015

Algunas consecuencias políticas de la crisis griega


Más allá de la vulgata liberal que plantea como causa de la crisis económica la perfidia intrínseca de los griegos, cuya cima es alcanzada, según ellos, por el populista Tsipras, existen algunas consecuencias políticas que merecen un vistazo.

La construcción europea nace al final de la segunda posguerra en torno de dos corrientes políticas que gobernaron los países de la integración: el social-cristianismo y la social-democracia. Y así fue hasta la "revolución conservadora" de los ochenta. Ya sea por renovación generacional o por el regreso de viejos dogmas económicos enterrados desde la crisis del '30, los gobiernos social-cristianos se hicieron liberales de derecha y los social-demócratas liberales de izquierda. Triunfó el pensamiento único en política, y el pensamiento convencional en economía.

Los objetivos, que en otra época fueron el desarrollo económico, el Estado de bienestar, Europa como un polo geopolítico, fueron remplazados por los instrumentos, como los equilibrios presupuestarios, las metas de inflación y la "independencia" de la banca central. La resignación de soberanía que antes se hizo en pos de un objetivo político ahora persigue fines económicos y culmina en la unión monetaria, donde el euro, que es un instrumento, se transforma en un objetivo.

Hoy parece que el euro es Europa y Europa es el euro (¿quid de británicos y suecos?). Ninguna de esas cuestiones es neutra, y una membresía europea como esa signa la imposición de la macroeconomía liberal al resto de los países, que es grave cuando su economía tiene similares características a la alemana, y catastrófica cuando es diferente.

Reserva de valor, unidad de cuenta, medio de pago definen para qué sirve la moneda, pero no qué es. Y la moneda es un lazo social. Quien maneja la moneda maneja la sociedad, en términos de concentración o distribución del ingreso, en materia de ajuste fiscal o política de ingresos, determina quién gana y quién pierde desde la base del sistema económico. El problema es, entonces, político.

Eso es el euro, que esconde la visión de Europa de los liberales de izquierda y de derecha. Sin consistencia teórica, su único fundamento es anular toda alternativa. Porque no hay nada malo en una moneda común, si sirve para el pleno empleo, el desarrollo económico y la integración social; pero tiene consecuencias nefastas cuando es el instrumento de determinadas políticas y la ocasión de realizar grandes ganancias para lo peor del sistema financiero, sin arriesgar nada, al precio del saqueo de una nación como Grecia…

Lo que devela la crisis griega es la rendición incondicional frente a la economía de los sectores políticos dominantes, otrora social-demócratas o social-cristianos. Renunciar a dar una respuesta política a los problemas económicos y sociales es considerar que sólo existe una sola respuesta técnica, que la darán los "técnicos" del Banco Central Europeo, de la Comisión Europea, del Fondo Monetario Internacional. Una verdadera "junta" de gobierno que remplaza a la política, igual que las "juntas" que conocimos por aquí en tiempos oscuros.

Con el referéndum, Tsipras vuelve a poner la política como único ámbito posible de negociación. Syriza no está cerrado a la negociación, en tanto se ponga la deuda griega sobre bases consistentes. Pero una negociación en términos políticos para dar salidas económicas sustentables parece estar fuera de la intención de los dueños del euro. Significaría reconocer los errores y los horrores cometidos sobre Grecia en estos cinco últimos años. Significa, para liberales de derecha e izquierda, el surgimiento de una construcción que retoma la senda de la política –que hizo grande a Europa– y del ejercicio democrático de las instituciones –que hizo grandes a sus líderes de antes–. Pero temen todo atisbo de contenido. Tsipras debe perder, Grecia debe pagar, y el poder formal debe probar al poder real que es buen capataz de los intereses financieros.

Así lo confirma Martin Schulz, "social-demócrata" alemán, presidente del Parlamento Europeo, que afirma la necesidad de un rechazo a Syriza para que venga luego un "gobierno de tecnócratas" que arregle con los acreedores. ¿Y es Grecia quien está en crisis?

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