5 sept 2015

Errores sobre un horror

Insistir sobre la lista de horrores que el "delirium tremens" de Pol Pot (Saloth Sar) y sus seguidores desató en Camboya entre los años 1975 y 1979 sería redundante. Se podrá decir que nunca es suficiente la denuncia de cualquier genocidio. Es cierto, pero al genocidio camboyano se le han dedicado proporcionalmente más páginas e imágenes documentales y de ficción que a otros de similar envergadura. El propósito de esta especial difusión por parte de los medios más poderosos de la administración de la comunicación mundial es simple: ocultar a los principales causantes de la situación y aprovechar de paso para atribuirla al "totalitarismo comunista" en general.
Ayudan a efectuar tal explicación causal ciertas similitudes del proceso camboyano, y su líder, con el proceso vietnamita y Ho Chi Minh. Ambas colonias francesas,liberadas por la lucha del Vietminh. Ambos líderes estudiantes en Paris e integrando y liderando luego los respectivos partidos comunistas nacionales.

Pero no todo lo que está cerca y presenta ciertas similitudes termina siendo lo mismo. Pol Pot arriba al poder en 1975 cuando la guerra de Vietnam por la liberación del imperialismo norteamericano terminaba. Semejante derrota histórica de la primer potencia mundial podría haber sido prenda de unidad no sólo para países tan hermanados por una historia de colonialismo y opresión como Camboya y Vietnam sino también para los grandes comunistas, la URSS y la República Popular China, cuyas relaciones venían pronunciando un franco deterioro desde los '60.

Sin embargo en política (y sobre todo en política internacional) uno más uno no suma casi nunca dos. El lento pero progresivo deterioro de la potencialidad económica de la URSS lograda sobre todo en la posguerra se convertía, cada vez más, en la tendencia imparable que terminaría llevando al gigante comunista a la implosión del 89. Esto no se veía con claridad tal vez porque, en términos de lo político global, se había ganado, precisamente con su ayuda, una guerra que parecía imposible de ganar en Vietnam y los movimientos revolucionarios del tercer mundo habían recorrido, hasta hacía poco, un camino aparentemente triunfal. Sin embargo el zapato empezaba a apretar fuerte ya desde los años de Nikita Jruschev, lo que venía llevando a la URSS a privilegiar las estrategias nacionales e internacionales que le dieran respiro, para intentar reponerse, aunque fuera a costa de disentir o incluso contraponerse con las estrategias de su vecina geográfica (limítrofe) e ideológica, la China de Mao. A esta no le iba mucho mejor después de las frustraciones del "Salto Adelante" y del resurgimiento como potencia industrial del archienemigo japonés. El encontronazo era imparable y a pesar de que, por la fuerza de las circunstancias, ambas apoyaron la revolución y la guerra de liberación vietnamita, promediando el conflicto quedó en claro que, geopolíticamente, la victoria de Vietnam era una victoria de la URSS y no de China. Aquí es cuando, en su esfuerzo por contrabalancear la situación, China se vuelve agresiva contra Ho Chi Minh y encuentra en el fanatismo ultranacionalista y por lo tantoantivietnamita(desbarrancado además en una especie de proto tradicionalismo feudal), de Pol Pot y sus Jemeres "rojos", un aliado.

Para terminar de complicar la cosa la Norteamérica humillada en Vietnam, pero no por ello claudicante ante sus ambiciones imperiales, había encontrado, ya a partir de 1972, una forma estratégica de coincidir con China, a través de una alianza principalmente antisoviética, pero que tenía para los chinos la especial importancia del reconocimiento internacional como "única China", en desmedro del renegado gobierno taiwanés del Kuomintang.

Es así que, como consecuencia (daño), colateral de esta alianza contra natura, ambas potencia le dan oxígeno al proyecto polpotiano cuya demencialidad solo se hizo claramente evidente a partir de la toma del poder, aunque ambas potencias continuaron ayudándolo aun luego de derrocado, en lo que Hobsbawm dio en llamar "uno de los episodios diplomáticos más deprimentes del siglo".

El derrocamiento de Pol Pot y su régimen sangriento no lo llevó a cabo ningún movimiento, partido, ni país occidental, liberal o capitalista, sino la República Socialista de Vietnam.

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