12 dic 2015

“Quieren entrenar halcones para controlar a las palomas”

Así titulaba La Nación, hace exactamente 4 años, una nota donde explicaba que el Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires controlaría la superpoblación de palomas con aves rapaces. "Treinta aves actuarían en las zonas con más presencia de palomas: Recoleta y Retiro. Más adelante, el sistema podría extenderse a Palermo", explicaban los funcionarios. Como si en el resto de la Ciudad no hubiera palomas ni carencias realmente acuciantes, Macri buscaba resolver este "prioritario" problema en las zonas más ricas de la Ciudad.

En política se entiende que al interior de una misma fuerza política existen a menudo disputas entre halcones y palomas, es decir, entre duros y blandos. Otras veces, esas diferencias se inventan para evitar tomar decisiones, para contener a todos los propios, para tener mayor diálogo con las demás fuerzas políticas o cuando no se sabe muy bien qué hacer.
En los últimos días apareció en el mundillo económico la idea que existe en el gabinete de Macri una tensión entre dos líneas internas, los fiscalistas u ortodoxos y los desarrollistas. También se editorializa que, la primera batalla la ganaron los duros, encabezados por Prat Gay en Hacienda y Sturzenegger en el BCRA. En el otro rincón, se sentarían los desarrollistas o blandos, encabezados por Rogelio Frigerio, nieto del fundador –junto al ex Presidente Frondizi- del MID (Movimiento de Integración y Desarrollo) y que en los papeles estaría a la “izquierda” de los halcones.

Por las declaraciones y el pensamiento de Frigerio nieto, como economista y presidente del Banco Ciudad, no caben dudas que las diferencias con los demás miembros del Gabinete económico del PRO no son para nada insalvables ni configuran ninguna línea interna. Para verificarlo no hay más que releer los documentos de su consultora Economía y Regiones o analizar los Informes Económicos del Banco Ciudad, entidad que presidía hasta hace pocas horas.

Sí es cierto que en los últimos días de campaña salió a poner paños fríos a las declaraciones de Prat Gay o Melconian sobre las consecuencias del ajuste y la devaluación, pero debemos analizarlo al calor de la recolección de votos y no de sus convicciones supuestamente heterodoxas. Tampoco es que la línea desarrollista esté muy "desarrollada" en el macrismo, porque si anotamos a Carlos Melconian al mando del Banco Nación, más ortodoxo en sus ideas que Prat-Gay y Sturzenegger, y a la mayoría de los ministros que son representantes de corporaciones, Frigerio, el supuesto desarrollista por portación de apellido, estaría más solo que hincha de Racing en la popular de Independiente.

Si me disculpan los colegas, creemos que las diferencias son inventadas y que todos abrazan con vehemencia el ideario neoliberal y las panaceas del superávit fiscal y las metas de inflación como objetivos prioritarios de la política económica. Llama la atención que en su discurso inaugural –muy lejos en definiciones y lineamientos estratégicos que aquel memorable de Néstor Kirchner en mayo de 2003– no hayan habido anuncios económicos o envío al Parlamento de algún proyecto de ley, tal vez, porque las malas noticias las deben dar sus ministros.

Las marchas y contramarchas respecto al levantamiento del "cepo" han sido memorables y hasta serían risueñas si no hubieran gatillado ya el alza de precios de muchos productos atados o no al precio del dólar. Estos aumentos preventivos que están triplicando la inflación de noviembre y diciembre, se dieron con el sólo anuncio de la devaluación que hasta ahora no se efectivizó, pero que siempre está al caer. Primero era el 11 de diciembre, ahora ya anunciaron que el 14 de diciembre tampoco llegan.

La propuesta económica de Macri de liberar las restricciones a la compra de dólares de un día para el otro y de dejar que el mercado determine "libremente" el valor del dólar esconde algo más fuerte: la apuesta a una abrupta devaluación del tipo de cambio con la consiguiente caída de los de salarios reales. Antes de ser Ministro, Alfonso Prat-Gay sostuvo sin tapujos la opción devaluatoria al afirmar: "Con nuestra propuesta lo que va a suceder es que subirá el dólar oficial, que prácticamente no afecta a nadie, y van a bajar los otros (dólares) que afectan a la gran mayoría de la población." Todavía el dólar oficial se mantiene por debajo de los $ 10 y los precios se dispararon.

La semana pasada el Estudio Bein calculó la inflación de noviembre en un 2,9%, mientras que la consultora Elypsis, midió el incremento de precios en la primera semana de diciembre con un 1,2%, siendo el salto más fuerte desde febrero de 2014, después que el peso se devaluara más del 20% el mes anterior. Este fin de semana, el mismo funcionario que se sumó como "militante" al PRO recién en junio de este año, explicaba que el consumo está impulsado por la inflación, es decir que los argentinos incrementan sus compras porque prevén que la inflación seguirá alta y no porque tienen buenos salarios y expectativas que seguirán teniendo empleo.
Es probable que aquellos que tienen buenos ahorros, quieran comprar tarjeteando a tasa fija y ganarle a la inflación, pero aun ellos imaginan que seguirán manteniendo ingresos para poder pagar las cuotas. Cualquier modelo económico, como el construido en estos 12 años, que sea impulsado por la demanda interna, sostiene una relación positiva y causal entre incremento en la masa salarial (empleo y salarios) y mayor consumo. Por otro carril, está la inflación, que no se acelera por aumento del consumo o por subas del gasto público, sino por la variación en los costos –en este caso el valor del dólar– que luego es trasladado a los precios por sectores que ostentan mayor o menor posición dominante en el mercado.

El problema es que quienes están hoy al mando de la economía, van por un modelo impulsado por las exportaciones y la inversión, y donde los salarios no son prioritarios como fuente de crecimiento sino como costo empresario, al que habría que mantener a raya.

En este punto, un cambio de modelo, es donde estamos y es ahí donde los trabajadores no podemos ser palomas.

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