Así titulaba La Nación, hace exactamente 4 años, una nota donde explicaba que el
Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires
controlaría la superpoblación de palomas con aves rapaces. "Treinta aves
actuarían en las zonas con más presencia de palomas: Recoleta y Retiro. Más
adelante, el sistema podría extenderse a Palermo", explicaban los funcionarios.
Como si en el resto de la Ciudad no hubiera palomas ni carencias realmente
acuciantes, Macri buscaba resolver este "prioritario" problema en las zonas más
ricas de la Ciudad.
En política se entiende que al interior de una misma fuerza política existen a
menudo disputas entre halcones y palomas, es decir, entre duros y blandos. Otras
veces, esas diferencias se inventan para evitar tomar decisiones, para contener
a todos los propios, para tener mayor diálogo con las demás fuerzas políticas o
cuando no se sabe muy bien qué hacer.
En los últimos días apareció en el mundillo económico la idea que existe en el
gabinete de Macri una tensión entre dos líneas internas, los fiscalistas u
ortodoxos y los desarrollistas. También se editorializa que, la primera batalla
la ganaron los duros, encabezados por Prat Gay en Hacienda y Sturzenegger en el
BCRA. En el otro rincón, se sentarían los desarrollistas o blandos, encabezados
por Rogelio Frigerio, nieto del fundador –junto al ex Presidente Frondizi- del
MID (Movimiento de Integración y Desarrollo) y que en los papeles estaría a la
“izquierda” de los halcones.
Por las declaraciones y el pensamiento de Frigerio nieto, como economista y
presidente del Banco Ciudad, no caben dudas que las diferencias con los demás
miembros del Gabinete económico del PRO no son para nada insalvables ni
configuran ninguna línea interna. Para verificarlo no hay más que releer los
documentos de su consultora Economía y Regiones o analizar los Informes
Económicos del Banco Ciudad, entidad que presidía hasta hace pocas horas.
Sí es cierto que en los últimos días de campaña salió a poner paños fríos a las
declaraciones de Prat Gay o Melconian sobre las consecuencias del ajuste y la
devaluación, pero debemos analizarlo al calor de la recolección de votos y no de
sus convicciones supuestamente heterodoxas. Tampoco es que la línea
desarrollista esté muy "desarrollada" en el macrismo, porque si anotamos a
Carlos Melconian al mando del Banco Nación, más ortodoxo en sus ideas que
Prat-Gay y Sturzenegger, y a la mayoría de los ministros que son representantes
de corporaciones, Frigerio, el supuesto desarrollista por portación de apellido,
estaría más solo que hincha de Racing en la popular de Independiente.
Si me disculpan los colegas, creemos que las diferencias son inventadas y que
todos abrazan con vehemencia el ideario neoliberal y las panaceas del superávit
fiscal y las metas de inflación como objetivos prioritarios de la política
económica. Llama la atención que en su discurso inaugural –muy lejos en
definiciones y lineamientos estratégicos que aquel memorable de Néstor Kirchner
en mayo de 2003– no hayan habido anuncios económicos o envío al Parlamento de
algún proyecto de ley, tal vez, porque las malas noticias las deben dar sus
ministros.
Las marchas y contramarchas respecto al levantamiento del "cepo" han sido
memorables y hasta serían risueñas si no hubieran gatillado ya el alza de
precios de muchos productos atados o no al precio del dólar. Estos aumentos
preventivos que están triplicando la inflación de noviembre y diciembre, se
dieron con el sólo anuncio de la devaluación que hasta ahora no se efectivizó,
pero que siempre está al caer. Primero era el 11 de diciembre, ahora ya
anunciaron que el 14 de diciembre tampoco llegan.
La propuesta económica de Macri de liberar las restricciones a la compra de
dólares de un día para el otro y de dejar que el mercado determine "libremente"
el valor del dólar esconde algo más fuerte: la apuesta a una abrupta devaluación
del tipo de cambio con la consiguiente caída de los de salarios reales. Antes de
ser Ministro, Alfonso Prat-Gay sostuvo sin tapujos la opción devaluatoria al
afirmar: "Con nuestra propuesta lo que va a suceder es que subirá el dólar
oficial, que prácticamente no afecta a nadie, y van a bajar los otros (dólares)
que afectan a la gran mayoría de la población." Todavía el dólar oficial se
mantiene por debajo de los $ 10 y los precios se dispararon.
La semana pasada el Estudio Bein calculó la inflación de noviembre en un 2,9%,
mientras que la consultora Elypsis, midió el incremento de precios en la primera
semana de diciembre con un 1,2%, siendo el salto más fuerte desde febrero de
2014, después que el peso se devaluara más del 20% el mes anterior. Este fin de
semana, el mismo funcionario que se sumó como "militante" al PRO recién en junio
de este año, explicaba que el consumo está impulsado por la inflación, es decir
que los argentinos incrementan sus compras porque prevén que la inflación
seguirá alta y no porque tienen buenos salarios y expectativas que seguirán
teniendo empleo.
Es probable que aquellos que tienen buenos ahorros, quieran comprar tarjeteando
a tasa fija y ganarle a la inflación, pero aun ellos imaginan que seguirán
manteniendo ingresos para poder pagar las cuotas. Cualquier modelo económico,
como el construido en estos 12 años, que sea impulsado por la demanda interna,
sostiene una relación positiva y causal entre incremento en la masa salarial
(empleo y salarios) y mayor consumo. Por otro carril, está la inflación, que no
se acelera por aumento del consumo o por subas del gasto público, sino por la
variación en los costos –en este caso el valor del dólar– que luego es
trasladado a los precios por sectores que ostentan mayor o menor posición
dominante en el mercado.
El problema es que quienes están hoy al mando de la economía, van por un modelo
impulsado por las exportaciones y la inversión, y donde los salarios no son
prioritarios como fuente de crecimiento sino como costo empresario, al que
habría que mantener a raya.
En este punto, un cambio de modelo, es donde estamos y es ahí donde los
trabajadores no podemos ser palomas.
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