El partido Justicialista que intenta reorganizarse excluyendo al Cristinismo, se transforma en una copia del macrismo. Es bien conocido que los electorados entre el original y la copia siempre terminan optando por el original. Ese peronismo derechoso y desorientado renuncia al movimientismo que lo caracterizó, se atrinchera en el pejotismo y opta por los aires restauradores. De alguna forma el clima de época mundial que siempre modeló el pragmatismo peronista está presente en estos días de retroceso planetario. Seguramente intentan ejercitar aquella cita atribuida a Perón: “Le ponemos la montura al caballo de la historia y vamos para dónde va la historia.”
La implosión que atravesará el peronismo al día siguiente de las elecciones de octubre, si se confirman los pronósticos, tendrá una potencia trascendente, como sucede cuando la probabilidad de derrota se convierte en una irreversible certeza. Cristina Fernández, la candidata mejor posicionada y la opositora real, tiene techo y una imagen negativa que si no se revierte, obstaculiza seriamente sus posibilidades futuras. Si hubiera ganado las PASO por 6 o 7 puntos y los hubiera consolidado en octubre, los pejotistas pragmáticamente, tapándose la nariz, se hubieran alineado detrás de ella. Pero eso no sucedió y todo indica que no sucederá. Ahí se entra en un laberinto de recorrido azaroso: los que tienen territorio y gobierno se retraen en el PJ y su presencia nacional es insignificante y la política que tiene un significativo nivel de votos a nivel bonaerense fundamentalmente y un poderío nacional de alrededor de un 23%, encuentra cerrada sus posibilidades de seguir creciendo significativamente. Posiblemente sólo una crisis económica altamente probable pero imposible de determinar en el tiempo y el momento, le permitiría romper su techo y la revalorización de su figura en los sectores fluctuantes del electorado. Está claro que fraccionado todo el que se reivindica peronista no puede aspirar a la victoria. No practican en las actuales circunstancias la frase de Abraham Lincoln: “O caminamos juntos, o nos ahorcarán por separado”
La politóloga María Esperanza Casullo declaró en La Nación: “No hay un liderazgo fuerte que pueda jubilar a Cristina Kirchner y tampoco el de Cristina tiene la fuerza que tenía antes del 2015. A su vez el oficialismo se va convirtiendo en el partido de la clase media en reemplazo del radicalismo que crecientemente va siendo absorbido por el partido que en años, desde su fundación, no ha llegado a la mayoría de edad. En Le Monde Diplomatique, la misma autora escribió: “En cierto modo, Cambiemos es algo viejo y algo nuevo al mismo tiempo. Es viejo porque representa la fusión en un partido de una hegemonía cultural por parte de la élite hacia las clases medias, algo que ya existía durante el siglo XX. El dato nuevo es la consolidación de Cambiemos como partido nacional no es la conducta política de las clases medias que ahora votan convencidas al macrismo sino la politización de las elites, que resolvieron asumir de manera franca un lugar de competencia en la conducción partidaria argentina. Este alineamiento de liderazgo político novedoso con una hegemonía cultural que lleva décadas hace muy probable que Cambiemos se consolide como el partido que integre a las clases medias y se convierta en el heredero definitivo del radicalismo”
El periodista Martín Rodriguez acuñador de frases ingeniosas ha dicho: “La clase media es el hecho maldito del país peronista”
Lo llamativo, además, es que franjas de trabajadores también votaron por un gobierno alejado de la defensa de sus derechos. La fractura del entretejido social durante la dictadura establishment -militar y el menemismo, la crisis del 2001, ha dejado consecuencias donde más que identificarse con los compañeros se termina aspirando a ascender socialmente en forma individual, y se lo consiga o no, se termina adoptando las pautas culturales de la clase a la que se desea pertenecer. Un mérito de Durán Barba es haber percibido este reseteo social y actuar en consecuencia. Uno de los más lúcidos analistas políticos del establishment, Eduardo Fidanza, analizó estas particularidades en La Nación el 23 de septiembre: “Captar estas mutaciones culturales constituye una de las explicaciones del ascenso de Pro. El afianzamiento de su dominio empieza por aprovechar un fenómeno poco novedoso: al votante medio no le interesa la política. Su vida transcurre en la esfera privada, determinada por las alternativas laborales, los lazos familiares y amistosos, la panoplia tecnológica, el entretenimiento, las redes sociales e Internet, el consumo, la fugaz sexualidad. A ese ciudadano apolítico, con déficit de atención y sumido en el multitasking, le calzan las herramientas antes que los argumentos. Inadvertidamente, las apps se fueron convirtiendo en el paradigma de sus aspiraciones cotidianas: comprar pizza, detectar un síntoma físico, conseguir transporte, concertar una cita, jugar o hacer una broma, deben resolverse rápido para pasar a la siguiente escena donde aguardan Netflix, la consola de juegos, el deporte a toda hora, el dilatado universo de las redes y las compras. En ese mundo de estímulos múltiples y búsqueda de soluciones prácticas, la política exitosa emula la tecnología digital: es una aplicación a gran escala para facilitar la vida. Con lucidez, Pro lo descubrió y lo factura.”
El sociólogo y encuestador Ricardo Rouvier lo analiza de la siguiente manera: “Cambiemos con el PRO a la cabeza, ha alcanzado cierta cooptación de sectores medios y bajos directamente afectados por el ajuste y ese logro electoral se ha producido por la negatividad hacia Unidad Ciudadana”
Cambiemos es ideológicamente una alianza antiperonista. Al respecto explica el periodista José Natanson: “Las encuestas revelan que Cambiemos mejora sus resultados entre los mayores de 50 años, lo que podría explicarse por el desplazamiento del voto antiperonista (más adulto que el justicialista) del radicalismo al macrismo, así como las apelaciones al orden social y la seguridad que hoy están en el centro del programa del gobierno y que constituyen valores conservadores más populares entre los viejos que entre las nuevas generaciones”
Entre las tantas paradojas que nos depara la política actual está que el pulmotor del gobierno es el acceso al endeudamiento superlativo, un beneficio notable de la “pesada herencia” que le ha permitido al oficialismo incrementar significativamente el déficit fiscal que venían a corregir, lo que le ha facilitado hacer menos virulento el ajuste, aumentando inteligentemente la inversión social lo que explica junto con las expectativas que el futuro será mejor que campea en amplias franjas de la población hacer una buena elección. Todo ello tapa por ahora, el endeudamiento sin precedentes, el incremento de la desigualdad, el déficit de la balanza comercial, la desindustrialización en algunos rubros como textiles y calzado, el incremento de la desocupación, la pérdida del poder adquisitivo de los salarios.
BARAJAR Y DAR DE NUEVO
A partir de un ingenioso grafitti, se puede entender el escenario político que puede titularse en el “Barajar y dar de nuevo”
Al meme original: “Massa es una colectora del macrismo y Randazzo es una bicisenda del gobierno”, me permito agregar: Los gobernadores del justicialismo son un camino de ripio y Cristina Fernández es una autopista pero corta como la Illia.
Macri resetea el modelo y aspira la colectora de Massa, disciplina los gobernadores con sus caminos de ripio, y deja a Cristina Fernández como el más importante camino opositor, pero corto y tal vez a mediano plazo sin posibilidades mayores de extender su recorrido. Ante esta situación la oposición discute por algunas cabinas de peaje mientras el macrismo se queda con la red vial. Esta oposición está discutiendo por las achuras mientras el PRO se queda con toda la vaca. Por lo tanto, no es creíble que en este escenario van a ponerle un límite al oficialismo. El límite a corto plazo es la resistencia social y a mediano plazo son las consecuencias explosivas de su plan económico.
De la incertidumbre a concluir su mandato se ha pasado a barajar un gobierno de dos décadas, objetivo muy aventurado si se hace un repaso de la historia argentina del siglo XX. Ese propósito lo refleja y lo argumenta Eduardo Fidanza: “A medida que pasan los días, una impresión se consolida: Cambiemos pareciera encaminarse a hegemonizar el poder, abriendo un período más o menos extenso en el que regirá el destino del país. Si esto se confirmara, ocurriría un hecho inédito: un gobierno no peronista administrará el Estado durante más de un mandato. La gesta de Alfonsín fue histórica, pero su dominio político resultó efímero, mientras que De la Rúa nunca lo alcanzó. Quienes pensaron, con ironía, que el de Macri era “el tercer gobierno radical” ahora están recalculando. A diferencia de aquellas experiencias, se empieza a constatar una transferencia múltiple y acaso duradera del poder. No sólo se trasladan votos, comienzan a mutar voluntades y proyectos, a cambiar la propiedad de medios de comunicación, a alcanzarse cierta unanimidad en la Justicia, a lograrse alineamientos y simpatías sindicales y empresarias. Las corporaciones intuyen la tendencia y modulan sus intereses y demandas ante un gobierno que poco a poco impone, con astucia y resortes administrativos, las nuevas reglas.”
“Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio” canta el notable cantautor catalán.
Pero si lo que se quedan con el mazo y los que lo barajan son actores políticos como Miguel Angel Pichetto, Juan Manuel Urtubey, José Manuel de la Sota, el peronismo entrará en un estado vegetativo como hoy se encuentra el radicalismo. La historia no extiende certificados de supervivencia cuando se reiteran errores garrafales.Ni el radicalismo ni el peronismo son el fin de la historia, sino hitos significativos de una historia. El peronismo, más allá de sus marchas y contramarchas ha sido en sus 72 años de existencia, el movimiento popular más longevo, cuando otros populismos latinoamericanos se han disuelto, y lo ha sido porque en sus mejores etapas ha sido “El hecho maldito del país burgués”. Su lugar es ese. El espacio de expresar al establishment ya está ocupado por el macrismo y durante décadas por el radicalismo alvearizado, pero en su ineficiencia en el manejo del gobierno, aún en su mejor versión la alfonsinista, ha sido reemplazado por su actual socio dominante, en el que cumple el penoso papel de empleado que perdió jerarquía.
Si todo taller de forja parece un mundo que se derrumba, a contrario sensu, un mundo que se derrumba puede llegar a convertirse en el taller de forja de algo nuevo y superador.
La historia tiene una originalidad impactante, pero siempre es necesario ayudarla a parir. Siempre nos `puede sorprender con un cambio de libreto y actores.
La resignación no es el camino, porque es un suicidio cotidiano. La conocida frase del político marxista Antonio Gramsci: “El pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad.”
Las Madres sintetizaron al teórico italiano extraordinariamente: “La única batalla que se pierde es la que se abandona.”
Mientras se construye lo que hoy está en un horizonte lejano, hay que barajar y dar de nuevo.
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