8 may 2014

A 53 años del asesinato de Patrice Lumumba


50 Años después el Departamento de Estado estadounidense reconoce el crimen "Nosotros matamos a Patrice Lumumba"

Medio siglo después, las autoridades estadounidenses han reconocido su implicación en el derrocamiento y asesinato del líder congoleño Patrice Lumumba. En efecto, el Departamento de Estado publicó un nuevo volumen de la historia de la diplomacia norteamericana, en el que se incluye numerosos documentos sobre sus operaciones secretas. Con estas nuevas revelaciones, la Administración estadounidense modifica la imagen que había tratado de dar en el año 1994, cuando en los documentos dados a conocer en ese año evitaban toda mención a la política secreta yanqui en los acontecimientos que condujeron a un dramático conflicto en la recien  descolonizada República del Congo y, finalmente, al asesinato del líder antiimperialista Patrice Lumumba

EL PAPEL HISTÓRICO DE PATRICE LUMUMBA

      En las primeras y únicas elecciones libres que se celebraron en el antiguo Congo belga en 1960, el pueblo congoleño eligió de forma abrumadora a Patricie Lumumba, convirtiéndolo en el primer Jefe de gobierno de su país tras la independencia. Lumumba trató de aplicar en su país una política anticolonial y panafricana. Como en otras circunstancias similares en la historia del siglo XX, esa razón fue suficiente para que contra él se confabularan, en un esfuerzo concertado, los Estados Unidos y las grandes potencias europeas.

Bélgica, la antigua metrópoli, organizó una intensa campaña de desestabilización en el
país. Dada la dirección que había tomado el gobierno de Lumumba, los belgas incentivaron la secesión de Katanga, una área geográfica del país extraordinariamente rica en minerales. De igual forma, retiraron a sus técnicos y especialistas con la finalidad de provocar en él un colapso económico total.

     Por su parte, los servicios de inteligencia norteamericanos y de otros países europeos comenzaron a "subvencionar" a congoleños traidores que se prestaran a colaborar contra el Ejecutivo recién elegido.

       También como sucedió - y sucede - en otras partes del planeta, con el pretexto de proteger las propiedades de los belgas residentes en el país,  la antigua potencia colonial envió contingentes de paracaidistas a Katanga con el objetivo de ayudar a consolidar la secesión iniciada en esa parte del país.

        Ante la intervención militar belga, Lumumba recurrió ingenuamente a las Naciones Unidas para expulsar a las tropas extranjeras. El resultado fue catastrófico. Los belgas se negaron a retirarse del país y las Naciones Unidas se sumaron de lleno a la conspiración contra el gobierno central.

Fue entonces cuando el jefe del gobierno, Patricie Lumumba, se vio obligado a solicitar la ayuda de la Unión Soviética. A mediados de 1960 comenzaron a llegar asesores militares soviéticos. Lumumba no estaba dispuesto a ceder ni un ápice de la soberanía que tan recientemente había conquistado su país.

      Como en tantas otras  ocasiones precedentes, el gobierno estadounidense encabezado por el Eisenhower, dio la orden expresa de asesinar a Patricie Lumumba. Para ello envió al país africano al conocido agente de la CIA Frank Carlucci, que años más tarde sería nada menos que Secretario de Defensa con Ronald Reagan. Los resultados de la presencia del siniestroCarlucci se comenzaron a apreciar rápidamente. Un golpe de Estado derrocó a Lumumba,que fue detenido, torturado y asesinado por mercenarios europeos y congoleños.

      En enero de 1961, en plena sabana de katangeña, iluminado por las luces de los automóviles de sus asesinos, fue atado a un árbol y a la orden de un mercenario belga, acribillado hasta la muerte. Su cuerpo, sin vida, fue troceado y disuelto en ácido sulfúrico, procediendo luego a esparcir sus restos en diversos lugares para que no fuera reconocido por nadie.

      Días antes de su asesinato, Lumumba le había escrito a su esposa: “Ninguna brutalidad, maltrato o tortura me ha doblegado, porque prefiero morir con la cabeza en alto, con la fe inquebrantable y una profunda confianza en el futuro de mi país, a vivir sometido y pisoteando principios sagrados”.

Después de décadas de silencio la verdad terminó abriéndose paso. En el 2001, el parlamento belga reconoció la responsabilidad del Estado en la muerte del líder congoleño. Y ahora, los papeles de la administración norteamericana han dado a conocer a los otros partícipes del asesinato de un hombre que hoy es considerado por su pueblo como Héroe Nacional. Ahora son los archivos de la administración norteamericana los  que revelan algo que ya todo el mundo sabia: su complicidad en el asesinato.

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