4 may 2014

Mario Roberto Santucho


Evocar a Mario Roberto Santucho (1936-1976) -el Negro, el Roby- hoy tiene un profundo significado político y moral. Fue un combatiente por la Revolución Socialista que cayó a los 39 años, enfrentando al terrorismo de la última dictadura, el 19 de julio de 1976. La clase dominante y todas sus versiones de historias oficiales, siempre ha intentado presentarlo como un "demonio" para que las nuevas generaciones no puedan aprender de su ejemplo y sus ideas.

Por eso hoy, cuando el pueblo se moviliza contra el mismo régimen de explotación que Santucho enfrentó, rescatar su trayectoria es un imperativo. Este homenaje es una apelación a la memoria histórica, para contrarrestar tantas falsedades y tergiversaciones sobre su trayectoria y su época. El juicio de valor está en manos de las actuales generaciones de luchadores sociales y políticos sobre la base de la verdad histórica.

Santucho nació en Santiago del Estero, de muy joven formó parte del Centro de Estudios e Investigaciones de Santiago del Estero y participó en su revista Dimensión. Fue a estudiar Ciencias Económicas a Tucumán, donde integró la agrupación Movimiento Independiente de Estudiantes de Ciencias Económicas y fue electo representante al Consejo Académico. Se graduó de Contador Público. Abrazó desde muy joven la causa de los trabajadores y las etnias oprimidas, formando parte del Frente Revolucionario Indoamericano y Popular.

Al lado de los hacheros santiagueños y los azucareros tucumanos, reafirmó un punto de vista clasista, siendo asesor de sindicatos de la F.OT.I.A. En 1961 presenció la Segunda Declaración de La Habana, cuando la Revolución Cubana proclamó su carácter socialista. A partir de allí, Santucho asumió el marxismo-leninismo como su ideología. En 1963, integra el frente único que el FRIP concreta con la agrupación Palabra Obrera, a la sazón autodefinida como "corriente trotskysta del peronismo obrero revolucionario". Ese frente, que el 31 de enero elige un Comité Central dejando constituido el Partido Unificado de la Revolución, participa ese año de la experiencia electoral consagrando dos candidatos obreros a la Legislatura como diputados provinciales.

El 25 de mayo de 1965, en Avellaneda, Santucho es uno de los principales delegados al 1° Congreso del Partido Revolucionario de los Trabajadores, nombre que adopta el Partido Unificado, que se plantea la organización de la clase obrera para la lucha por el socialismo

Cuando en 1966 se instaura la dictadura de Onganía y se impone el cierre de los ingenios azucareros lanzando a miles de obreros al desempleo, Santucho participa en los cortes de ruta y enfrenta la represión que asesina a Hilda Guerrero de Molina. En 1967 cae combatiendo en Bolivia el Che Guevara y en el Lejano Oriente el pueblo de Vietnam resiste en armas la agresión imperialista.

Santucho analiza la situación nacional y mundial y escribe con otros compañeros El único camino hasta el poder obrero y el socialismo (el Librito Rojo) que será la base teórica de la futura estrategia revolucionaria. En ese ensayo, hace una reflexión histórica acerca del marxismo y la cuestión del poder. Revaloriza el papel de León Trotsky como líder de la insurrección de Octubre de 1917 y creador del Ejército Rojo; incorpora el pensamiento y las experiencias de Mao Tse Tung en las guerras revolucionarias que llevaron al triunfo a la Revolución China en 1949 y asume como perspectiva estratégica el documento del Che "Crear dos, tres, muchos Vietnam". Se caracteriza a la situación argentina como pre-revolucionaria, remarcando el contraste entre la potencialidad de las luchas de la clase obrera contra la dictadura y la falta de un rumbo político transformador. Por eso, se pone énfasis en la construcción de un partido revolucionario y en la formación de los primeros destacamentos insurgentes.

Ese documento se convierte en la plataforma del 4º Congreso del PRT en 1968, que funda el nuevo periódico El Combatiente. Santucho, que presencia en París el mayo francés del ‘68, regresa y se pone al frente de las nuevas tareas. Encabeza una gran expropiación al Banco de Escobar para financiar las publicaciones y la educación militante con el Librito Rojo y los textos de los vietnamitas Nguyen Giap, Ho Chi Min, Le Duan y Truong Chin.

En 1969 ocurren el cordobazo en mayo y el rosariazo en septiembre. Estas sublevaciones de masas hacen florecer los dos fenómenos que Santucho y el PRT venían impulsando: el sindicalismo clasista y la insurgencia armada.

En octubre de 1969 es apresado en Tucumán. Desde la prisión, escribe sobre la nueva situación, resumiendo la trayectoria del movimiento obrero y del PRT, instando a la militancia a dejar de lado las vacilaciones para concretar la estrategia propuesta, conformando la tendencia leninista. Expone el origen de lo que caracteriza como desviaciones economicistas y reformistas dentro de la izquierda, reafirmando la lucha por el poder y un gobierno revolucionario obrero y popular. También remarca que, para alcanzar esos objetivos, es necesario construir simultáneamente un partido proletario, un ejército popular y un frente de liberación. Allí esboza la idea de combinar el desarrollo de fuerzas insurgentes rurales en el noroeste con los grandes centros urbanos.- Se fuga meses después, y esos escritos son la base de las resoluciones del 5º Congreso del PRT que, en julio del ‘70 funda el Ejército Revolucionario del Pueblo y, en octubre su Comité Central lo elige Secretario General.- Impulsa la creación de Escuelas de formación política de los militantes, la apertura de nuevos frentes de trabajo sindicales, destacamentos armados y de propaganda. Interviene durante un ayuno por una Navidad sin presos políticos que realizan los obreros de FIAT, planteándoles a los dirigentes de SITRAC-SITRAM la necesidad de la lucha revolucionaria.- En pocos meses promueve la edición de boletines de fábrica y la incorporación de numerosos obreros a la organización. Encabeza la expropiación de un camión de caudales en Yocsina para destinar esos fondos a la educación y la propaganda.

El 15 de marzo de 1971 participa activamente del Viborazo o segundo cordobazo, al frente de destacamentos del ERP en medio de las movilizaciones. En abril, cuando el general Lanusse lanza la trampa del Gran Acuerdo Nacional, Santucho promueve la unidad de los sindicatos independientes liderados por Agustín Tosco con los clasistas encabezados por SITRAC-SITRAM. Propone la gestación de un frente electoral obrero y popular para enfrentar también en ese terreno la maniobra, remarcando la necesidad de combinar todas las formas de lucha.- Dirige la liberación de prisioneras de la cárcel del Buen Pastor en Córdoba.

Ese año, se publica el folleto El Peronismo, donde luego de hacer una severa crítica al rol de sus directivos empresariales y burócratas y a la colaboración de clases, exhorta a la unidad política y combatiente a las organizaciones armadas peronistas FAP, Montoneros y FAR. Ese planteo sólo encuentra eco en forma ocasional y aislada.

El 17 de setiembre del ‘71 es secuestrado en Buenos Aires y asesinado en la tortura su compañero en la dirección partidista Luis Pujals. En agosto, Santucho es capturado y torturado en Córdoba. Sus ausencias y las de otros compañeros caídos o apresados, frustran la táctica propuesta por el PRT para enfrentar el Gran Acuerdo, lo que dejará a la organización sin una presencia activa en el fenómeno electoral que culminará dos años después.

El 15 de agosto de 1972 encabeza la fuga de prisioneros de la cárcel de Rawson en acción conjunta con FAR y Montoneros. El día 22 son fusilados en la base naval de Trelew 19 combatientes, entre ellos, su compañera Ana María Villarreal. (Trezss sobrevivieron: María A. Berger, Ricardo R. Aidar y Alberto Camps.)

De regreso, denuncia el futuro papel político de Perón para neutralizar el proceso de convergencia entre el movimiento obrero y las organizaciones socialistas. Prepara al PRT y al ERP para el nuevo momento, con mayor impulso a la incorporación de obreros, la educación política y la extensión de la propaganda.- En 1973, El Combatiente sale todas las semanas y Estrella Roja, órgano del ERP, cada 15 días. Se publican hasta 40 boletines fabriles y se promueve la gestación de la Juventud Guevarista. El 19 de febrero, el ERP, toma el cuartel del batallón 141 de Córdoba capturando todo su armamento.

El 11 de marzo triunfa la fórmula Cámpora-Solano Lima del Frente Justicialista y el día de su asunción, el 25 de mayo, la movilización del devotazo arranca cientos de presos políticos de las cárceles. El 29 de mayo, en el aniversario del cordobazo, Santucho participa en Córdoba de actos en las puertas de las fábricas Perkins y Fiat. En el multitudinario acto central de la CGT encabezado por Tosco y el presidente de Cuba, Osvaldo Dorticós, Domingo Menna -fugado junto a Santucho de Rawson- lleva la voz del PRT.- El 20 de junio, ante el regreso de Perón, debuta la Triple A provocando la masacre de Ezeiza, frustrando las expectativas de millones de trabajadores que habían confiado en su líder.- El 8 de julio, se funda el Movimiento Sindical de Base: allí, ante la ola macartysta lanzada desde el nuevo gobierno, Tosco asume el desafío y propone "hacer de Córdoba la capital de la Patria Socialista". El PRT denuncia el Pacto Social impuesto a los trabajadores por el nuevo gobierno, como una política para incrementar la explotación.

El 13 de julio, apenas 44 días después de haber asumido, un autogolpe derroca al presidente Cámpora, e impone el interinato de Raúl Lastiri, (yerno de José López Rega, quien era secretario de Perón, ministro del gobierno y organizador de la Triple A).- Santucho promueve la formación del Frente Antiimperialista y por el Socialismo y la fórmula Agustín Tosco-Armando Jaime (éste, secretario de la CGT-clasista de Salta y del Frente Revolucionario Peronista) para enfrentar en el terreno electoral a la de Perón-Perón. El objetivo no se logra por falta de unidad de los sectores revolucionarios y progresistas.- Días antes de las nuevas elecciones del 23 de septiembre, el ERP ocupa el Comando de Sanidad del Ejército en Buenos Aires.

Santucho replantea la estrategia internacionalista. Se produce la separación del PRT de la IV Internacional a cuyos directivos critica por su reformismo y conservadurismo. Funda la Junta de Coordinación Revolucionaria (JCR) con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (Chile), el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (Uruguay) y el Ejército de Liberación Nacional (Bolivia). La JCR se constituyó en febrero del ‘74, edita el periódico Che Guevara y promueve la experiencia del intercambio de militantes de un país con otro y escuelas internacionalistas. Es la primera gran experiencia de organización de una Internacional a nivel regional, siguiendo las propuestas del Che.

En enero de 1974, Santucho editorializa sobre la crisis del capitalismo mundial a partir de la crisis del petróleo, advirtiendo sobre las consecuencias para nuestro país.- Ese mes, el gobierno impone una reforma al Código Penal para incrementar la represión, lo que provoca la renuncia de algunos diputados de la Juventud Peronista. El ERP ocupa el cuartel militar de Azul.- En febrero, un golpe policial derroca al gobierno peronista de Córdoba (Obregón Cano-Atilio López) y el Congreso Nacional, con el acuerdo del PJ y la UCR, aprueban la intervención fascista en la provincia.

En mayo, el frente rural del ERP ocupa la ciudad de Acheral en Tucumán, provincia que es ocupada por tropas de la Federal al mando del comisario Villar. Con esta acción se hace pública la decisión de llevar a la práctica la concepción de dos regiones estratégicas: el norte rural, proletario y campesino y el sur urbano proletario y popular.

Las luchas sociales son violentamente reprimidas, como en Villa Constitución donde se militariza la ciudad y son encarcelados Piccinini, Paulón y decenas de dirigentes metalúrgicos antiburocráticos. El gobierno clausura el diario El Mundo, donde con frecuencia editorializaba Santucho con el seudónimo de A. Bompla. También se allanan las sedes de la revista Nuevo Hombre en Buenos Aires y Posición en Córdoba, dirigidas por militantes del PRT.

El 1º de julio de 1974 fallece el general Perón. Santucho promueve una iniciativa de tregua militar al régimen, lo que es rechazado por las autoridades. El 10 de agosto el ERP ocupa la fábrica militar de Villa María capturando todo su armamento. Ese mismo día, otro destacamento del ERP es sorprendido cuando iba a ocupar un cuartel en Catamarca y los 16 prisioneros son asesinados, entre ellos, el dirigente azucarero Antonio del Carmen Fernández, miembro del Buró Político del PRT. El ERP realiza represalias contra oficiales del Ejército. En una de ellas, muere la hija de un militar y Santucho ordena la suspensión de esas acciones.- La Triple A reinicia su acción terrorista: caen víctimas de la represión el diputado peronista disidente Rodolfo Ortega Peña, el intelectual y abogado de presos políticos Silvio Frondizi y el abogado de sindicatos clasistas Alfredo Curutchet (ambos militantes del PRT), y el dirigente de la UTA de Córdoba y vicegobernador derrocado Atilio López. Son asaltados por bandas de la triple A y la policía el SMATA y Luz y Fuerza de Córdoba. René Salamanca (secretario de SMATA) y Agustín Tosco son forzados a la clandestinidad. Son asesinados decenas de activistas sindicales y militantes de las juventudes peronistas, del Peronismo de Base, del PST, del PO y otros grupos de izquierda. El gobierno clausura el diario Noticias dirigido por partidarios de Montoneros.

En esos meses de 1974, la profundización de las luchas abre una nueva situación. Santucho escribe Poder burgués y poder revolucionario, donde plantea consolidar las nacientes expresiones de poder obrero y popular a nivel territorial y fabril y la necesidad de sostener las insurrecciones parciales con un ejército popular, ampliando su perspectiva política con un frente antiimperialista. El PRT insiste en una nueva instancia de unidad a las fuerzas del peronismo combatiente que han pasado a la oposición, pero este anhelo no se concreta.

Nacen las Coordinadoras de Gremios en Lucha, nuevas formas de democracia directa que en grandes movilizaciones en junio-julio del ‘75, enfrentan el plan ultraliberal del ministro Rodrigo del gobierno de Isabel Perón. Las movilizaciones provocan la huida del ministro José López Rega. El 20 de agosto, el ERP ocupa el centro de la ciudad de Córdoba, atacando simultáneamente la jefatura de la Policía, el comando Radioeléctrico y la Guardia de Infantería. Cae el interventor fascista brigadier Lacabanne.

Santucho -que permanece un breve período al frente de la guerrilla rural- caracteriza a la crisis como la antesala del inicio de una situación revolucionaria. Propone acordar la unidad de los destacamentos revolucionarios para derrocar al gobierno e instalar una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, pero esos objetivos no se alcanzan.

Ante el aumento de la represión, el PRT propone a las fuerzas de la oposición peronista, al PI, al PC y a las fuerzas de izquierda, conformar un frente democrático antifascista, en un intento de frenar el golpe militar que se avecina por el derrumbe del gobierno que ha perdido toda legitimidad. Esta propuesta tampoco se logra. La situación está madura, pero la unidad política no se concreta.- Santucho regresa a Buenos Aires. El 5 de noviembre muere Tosco en la clandestinidad. Hay abandono de trabajo en todas las fábricas de Córdoba el día 7, por su funeral. La manifestación es atacada por la policía. El 23 de diciembre, el ERP ocupa el cuartel de Monte Chingolo, en Lanús, en la más grande acción guerrillera en un centro urbano. Caen 46 combatientes y son masacrados los vecinos de la villa lindera al cuartel. La continuidad de la represión brutal provoca la retracción del movimiento de masas y el 24 de marzo del ‘76, el golpe instala la dictadura militar terrorista.

Santucho convoca al pueblo a la resistencia en la declaración Argentinos a las armas, pero ya es tarde. El Roby hace una reflexión autocrítica sobre la insuficiencia en el conocimiento del marxismo y la dirección política. En esos meses, está promoviendo la Organización para la Liberación de Argentina con Montoneros y la Organización Comunista Poder Obrero, pero su caída frustra este objetivo. El 19 de julio de 1976 es sorprendido en Villa Martelli. En desigual combate caen heridos él y Benito Urteaga y capturados Liliana Delfino (su compañera), Fernando Gértel, Ana Lanzillotto y Domingo Menna, siendo todos asesinados en Campo de Mayo.

En su breve vida pero larga militancia Santucho se unió con los más destacados obreros e intelectuales revolucionarios de su época. Los también santiagueños, el fundador del FRIP Francisco René Santucho y el ya legendario Capitán Santiago Hugo Alfredo Irurzún, los azucareros tucumanos, el Negrito Antonio Fernández, el Chinqui Leandro Fote, el Zurdo Ramón Rosa Jiménez; los Comandantes del ERP, el obrero de Fiat Juan Eliseo Ledesma y el Legendario Flaco Carrizo Juan Manuel Carrizo; los cordobeses el Negro Mauro Carlos Germán, el Negrito Eduardo Castello (todos de Fiat), el León Manso Víctor Hugo González y el Gallego Apontes (Perkins), Sánchez y el Flaco Caña Juan Manuel Murúa (Luz y Fuerza), Hugo González y el Petiso Sánchez (IKA-Renault), el Gordo Vera (Obras Sanitarias), el Perro Correa (FOECyT); el Pampa Salvador Delaturi (Propulsora Siderúrgica-Ensenada), el Gordo Luis Angelini (Rigolleau-Berazategui); el platense Eduardo Merbilháa, el cineasta Raymundo Gleizer, los escritores Haroldo Conti y Cacho Humberto Constantini (ambos Premios Casa de las Américas), Silvio Frondizi, Rodolfo Ortega Peña, Mario Abel Amaya, Alicia Eguren, el médico Juan C. Risaud (presidente de la Federación Argentina de Psiquiatras), el sociólogo Daniel Hopen, el físico Nelson Becerra, el periodista Enrique Raab y miles más, muchos de los cuales compartieron con él la dirección del PRT.

En una época distinta a la actual, fue uno de los precursores de la Revolución Socialista. Hoy en día, en que el capitalismo adquiere características atroces, en que el imperialismo incentiva las guerras y disuelve naciones, retomar sus ideales socialistas es una necesidad de la memoria colectiva que debe florecer en los movimientos de trabajadores desocupados y sus piquetes, en los movimientos sindicales antiburocráticos, en la ebullición democrática de los movimientos asamblearios.

Los Guevaristas Argentinos: Mario Roberto Santucho

La lucha político-militar y el enfrentamiento material con el enemigo –inevitables en algún momento del proceso revolucionario, si es que no somos ingenuos y creemos que la burguesía nos va a ceder graciosamente el poder- están siempre mediados, es más, están siempre precedidos, por un análisis político y por un estudio riguroso de nuestro país y de nuestro continente. Esta es la principal conclusión que las nuevas generaciones no debemos nunca olvidar ni perder de vista. ¡La política es lo que define el pensamiento revolucionario de Santucho y el pensamiento del Che!

Clase pública en la Cátedra Ernesto Che Guevara

Buenos Noches. La idea de la clase de hoy, que es también un modo de expresar nuestro homenaje cuando se cumple un nuevo aniversario de su asesinato, contribuyendo a los muchos homenajes y recordatorios que se van a realizar, consiste en tratar de discutir los núcleos centrales del pensamiento teórico y político, y la práctica también, de Mario Roberto Santucho [1936-1976]. Para no quedarnos en un mito.

Porque así como la derecha intenta convertir a nuestros mejores compañeros en mitos - ya lo habíamos conversado y discutido en el caso del Che - también con Santucho pasa algo análogo, aunque seguramente no al mismo modo del Che porque nadie usaría remeras con la cara de Robi... ya que Santucho sigue siendo un personaje endemoniado, digamos, para la sociedad oficial argentina. Pero un poco, la derecha ha construido el mito de Santucho..., el "tira-bombas", el "tira-tiros"..., y entonces a veces los sectores populares, para contrarrestar y responder a esa visión derechista, terminan levantando esa misma imagen de Santucho, aunque invertida, sin atender al conjunto de su obra y de su personalidad.

Nosotros pensamos que en la tradición marxista, la lucha político-militar en la que Santucho entregó su vida es siempre - o debería serlo - prolongación de una lucha política y de un pensamiento político, y no al revés.

Entonces, hoy nos interesa discutir las categorías políticas que estructuraban la visión del mundo de Robi y cómo fueron cambiando también... porque nadie nace ni marxista, ni socialista, ni comunista, ni revolucionario, sino que se va construyendo como tal.

Por eso nos interesaba discutir el pensamiento real de Santucho y en ese sentido son tan útiles estos libros de documentos reunidos por Daniel De Santis -realmente los recomendamos- porque si no existieran, sería prácticamente imposible conseguir esos documentos de la historia del PRT.

Y una aclaración más, antes de ir directamente al tema: la relación de Santucho con el guevarismo en general, y con el Che en particular, no es una relación directa, en el sentido que Santucho nunca conoció personalmente al Che.

Nosotros ponemos el énfasis en una relación política y en la continuidad de una línea ideológica, no en la cuestión biográfica de si conversó o tomó café con el Che. Porque en el mismo sentido, a Marx, Lenin no lo vio nunca, jamás se sentó a tomar cerveza con Marx, ni con Engels. Sin embargo, pocos pondrían en discusión que entre ellos existe una continuidad. En el caso de la relación de Santucho con el Che pasa lo mismo, a nivel biográfico quizás nunca se cruzaron pero hay una trayectoria político-ideológica...

Una de las hipótesis de trabajo que se podría plantear es que Santucho forma parte del marxismo latinoamericano, es parte de su historia, de una historia que - como venimos discutiendo en la Cátedra - no nace en los años '60 sino que es muy anterior y se nota en la primera formación ideológica de Robi.

Entre los muchos hermanos de la familia Santucho, uno de ellos, Amílcar, era del Partido Comunista. Otro de ellos que tuvo mucha más influencia sobre Roberto, Francisco René, era indigenista, "aprista", seguidor del APRA [Alianza Popular Revolucionaria Americana, organización política peruana surgida en la década de 1920 que sigue existiendo en la actualidad]. ¿Se acuerdan que habíamos visto entre los antecedentes del pensamiento del Che, las polémicas de los años '20 entre José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de La Torre?

Bueno, Francisco René dirigía una librería en Santiago del Estero y publicaba una revista llamada "Dimensión". Este hermano de Robi estaba muy influido por la ideología de Haya de La Torre, en sus comienzos. Por ejemplo, en uno de sus textos iniciales [Francisco René Santucho: Integración de América Latina. Santiago del Estero, Cuadernos Dimensión, 1959] él hablaba de nuestro continente llamándolo "Indoamérica" y no Latinoamérica.

En una nota al pie de ese trabajo, Francisco René explica porqué le llamaba Indoamérica, del siguiente modo: "Preferimos indoamericano a latinoamericano o hispanoamericano, por las mismas razones aducidas por los apristas peruanos generalizadores del término. Creemos como ellos que así se define mejor una peculiaridad que hoy se da en el hemisferio".

De este modo, el primer guía intelectual de Mario Roberto Santucho sigue casi al pie de la letra a los discípulos de Haya de La Torre. Su razonamiento es el siguiente: el componente fundamental de este continente es indígena, por lo tanto vamos a hablar siempre de Indoamérica. De ahí que la primera organización política en la que participan estos hermanos (Francisco René y Mario Roberto) se llama Frente Revolucionario Indoamericanista Popular (FRIP). Francisco René es el hermano - me parece a mí - que más influencia tiene sobre Roberto.

Esta tradición de pensamiento indoamericanista también está presente en otros revolucionarios latinoamericanos de aquella época. El indoamericanismo se planteó principalmente a nivel historiográfico, es decir, a la hora de explicarse la propia historia de América Latina. Porque dejemos bien en claro que esta generación, la generación de Robi Santucho y sus compañeros y compañeras, no se lanzó a la pelea y a la lucha armada ni arriesgó la vida porque le surgió repentinamente un "delirio mesiánico" - como nos dice toda la derecha -, o porque era "foquista" –como nos dice alguna parte de la izquierda - , sino porque había hecho un meditado análisis previo de la historia del continente y de sus condiciones políticas.

Entonces, tratando de ver qué herramientas utilizaban a nivel historiográfico para explicarse la historia de Indoamérica, uno encuentra que, además de los textos de Haya de La Torre, también utilizaban los libros de Juan José Hernández Arregui, que era un escritor del interior de nuestro país, un hombre muy erudito, especialista en la cultura griega.

Hernández Arregui tenía una hipótesis muy fuerte, era muy crítico de la ciudad de Buenos Aires. Sostenía que Buenos Aires era una "ciudad-puerto de espaldas al país y de cara a Europa", en cambio el interior era explotado, el interior... era Indoamérica. Buenos Aires pertenece a Europa. Aunque, a diferencia de Haya de la Torre, Hernández Arregui era muy hispanista, él defendía mucho la herencia española (esa era una diferencia importante con los indoamericanistas). Muy bien, en los orígenes del FRIP encontramos esta idea de que Buenos Aires está de espaldas al país. No se dice que es "una ciudad burguesa" pero más o menos..., y también nos encontramos con la idea que la vanguardia revolucionaria se encuentra en el noroeste Argentino.

En esos primeros documentos del FRIP de inicios de los '60 y en esa primera formación ideológica también se utilizaban categorías de Silvio Frondizi, un sociólogo e historiador que al igual que el anterior era crítico del tipo de desarrollo del capitalismo argentino. Pero a diferencia de Hernández Arregui, Silvio Frondizi no era peronista. Cuestionaba muy duramente la supuesta "progresividad" de la burguesía nacional y en consecuencia del peronismo.

El FRIP se unifica alrededor del año 1965 con un grupo político trotskista que se llama "Palabra Obrera", encabezado por Hugo Miguel Bressano, que es el seudónimo de Nahuel Moreno. Esta agrupación pertenecía a la Cuarta Internacional.

Ahí nace el PRT como organización, y a partir de ese momento -al menos eso me parece a mí - en los escritos de Santucho y en su ideología hay un cambio, se produce una transformación. La Cuarta Internacional tenía en aquella época como principal dirigente al belga Ernest Mandel, el célebre economista. En aquellos momentos Moreno estaba unido con Mandel, después rompen entre sí en una dura polémica.

Entonces, a la hora de explicarse cómo fue y es nuestro continente, cómo es la Argentina, también se produce un cambio en los escritos y en la ideología de Santucho. Aparece la presencia de otro historiador, que era un militante orgánico de Palabra Obrera vinculado a Moreno: Milcíades Peña.

Peña era un joven, muy joven - porque se suicidó a los 32 años -, pero dejó una obra muy interesante, muy distinta de la historiografía tradicional, tanto de la historiografía liberal burguesa como también de la historiografía oficial del Partido Comunista en los escritos de Leonardo Paso, por ejemplo, o de la izquierda peronista como Rodolfo Puiggrós. Entonces el joven Santucho adoptaba de la obra historiográfica de Milcíades Peña y de la sociología de Silvio Frondizi una idea central. Esa idea giraba en torno a la incapacidad de la burguesía "nacional" argentina para emancipar nuestro país.

La burguesía nacional argentina no podía encabezar la independencia. Que nosotros somos todavía hoy un país dependiente creo que está fuera de discusión. ¡Hoy en día más que nunca!. Nosotros seguimos pensando que la dependencia constituye una de las principales características de la formación social capitalista argentina, a pesar de que el término "dependencia" ya no está de moda en la literatura universitaria local (como sí lo estaba en los '60, los años de Santucho).

El problema central de la discusión política de aquella época, que también surge - con otro ropaje y con otros personajes - en nuestra época, que vuelve hoy en día, es si la burguesía local puede o no puede encabezar los cambios pendientes y necesarios para resolver la crisis del país. A partir de la explicación que demos de ese problema y de la respuesta que proporcionemos a esa pregunta política se derivan un conjunto de posiciones políticas.

Entonces Robi Santucho, a partir de las tesis de Milcíades Peña, a partir de los escritos de Silvio Frondizi, empieza a plantear que la burguesía nacional no podía encabezar los cambios. No se podía entonces seguir pensando ingenuamente en términos de un gran "frente nacional" con la burguesía a la cabeza...(fíjense que aunque este debate está marcado a inicios de los '70 por el regreso de Perón de su exilio en España y por la formación de un gran frente peronista que le entrega el ministerio de economía a un sector "nacional" de la burguesía local como es el caso de Gelbard –previo pacto social y freno a toda la movilización de los trabajadores clasistas – ese mismo tipo de planteo reaparece ahora, en el año 2002, con otros personajes, con otros políticos, con otros militares, pero con la misma liturgia populista y con los mismos planteos...).

¿Qué diferencia había entre los escritos de Roberto Santucho y los de Milcíades Peña? Principalmente que este último – Peña – mantenía un planteo totalmente impregnado por el antiperonismo, ya que proponía la tesis que "Perón era un agente inglés".

El PRT adopta cierto tipo de explicaciones de Peña, pero no acepta completamente esa visión ya que en un escrito del PRT - "El peronismo, ayer y hoy" [Ediciones El Combatiente, agosto de 1971]- se plantea que se adopta la tesis de Peña, pero sin caer... en el "gorilismo de izquierda".

En los escritos del PRT emerge también la presencia de otra historiografía. Y esto sí llama poderosamente la atención. Es la historiografía de Bartolomé Mitre. ¿Por qué llama la atención? Pues porque como sabemos, la versión de Mitre constituye la versión oficial de la historia argentina, la que se enseña todavía hoy en las escuelas. Pero ¿qué adoptaban los militantes del PRT de esta historiografía tradicional?

Algo que, paradójicamente, resulta muy interesante: cómo estos historiadores burgueses reaccionarios (principalmente Mitre, aunque también deberíamos agregar a Vicente Fidel López, en el siglo XIX y Ricardo Levene en la primera mitad del siglo XX) describen la campaña del ejército de San Martín, cómo describen... la guerra de guerrillas. Realmente, si alguna vez lo pueden leer vale la pena, es hasta muy entusiasmante. Cuando ellos hablan del Ejército de los Andes, cuando San Martín envía a organizar una guerra de guerrillas en la retaguardia española, digamos que era muy "atractivo" para esta izquierda revolucionaria que se planteaba continuar la lucha inicial de San Martín y Bolívar..., y sobre todo el papel jugado en la lucha guerrillera contra los colonialistas españoles por Martín Miguel de Güemes, Juana Azurduy, y otros revolucionarios nuestros de principios del siglo XIX. Seguramente estos historiadores burgueses, de tradición liberal, todavía en el siglo XIX se podían dar el lujo de alabar aquellas campañas militares independientistas porque la tarea por delante que esta burguesía tenía entonces – segunda mitad del siglo XIX - era legitimar la construcción de un Estado-nación y construir los relatos fundantes de un origen heroico. Luego, en el siglo XX, sobre todo en su segunda mitad, ante le emergencia de una izquierda revolucionaria que se planteaba en primera instancia la lucha por el poder, ya no podían darse ese lujo...

Pero los compañeros del PRT supieron leer bien, leer entre líneas, en esa historiografía burguesa, en esa historiografía tradicional y reaccionaria y encontrar los relatos de aquel primer ejército continental de San Martín y sus compañeros.

Dicho como nota al pie: según recuerda Pombo [Harry Villegas Tamayo, sobreviviente de la guerrilla del Che en Bolivia, hoy general de brigada de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba], que luchó junto al Che Guevara en Cuba, en el Congo y en Bolivia, Guevara – al igual que el PRT - también le daba para leer a sus compañeros, a sus combatientes internacionalistas de Bolivia, los relatos de las guerras independientistas sobre Juana Azurduy y sus guerrilleros. También en esto Santucho fue un guevarista consecuente...

Otra fuente ideológica de la que se nutrió Santucho fue Lenin. Como era obvio, ya habiendo cortado amarras definitivamente con Haya de La Torre, Santucho empieza a tener una lectura mucho más leninista, más "clásica", si se quiere, sobre el papel de América Latina. La crítica explícita contra Haya de la Torre ya la formula Francisco René Santucho en su trabajo "Lucha de los pueblos indoamericanos" [publicado en 1963 en el periódico Norte Argentino]. Allí se plantea que los aciertos iniciales del APRA: "se ven traicionados ahora por la debilidad de su propio líder que ha entrado en compromisos con regímenes reformistas cómplices del imperialismo". A partir de esa ruptura con el populismo aprista se abre en el horizonte ideológico de Robi la posibilidad de apropiarse de la tradición teórico-política de Lenin.

Como ustedes saben, Lenin escribió en 1916 "El imperialismo fase superior del capitalismo" y ahí habla de nosotros, de la Argentina. Dice textualmente: "No sólo existen los dos grupos fundamentales de países – los que poseen colonias y las colonias --, sino también, es característico de la época, las formas variadas de países dependientes que, desde un punto de vista formal, son políticamente independientes, pero que en realidad se hallan envueltos en las redes de la dependencia financiera y diplomática. A una de estas formas de dependencia, la semicolonia, ya nos hemos referido. Un ejemplo de otra forma lo proporciona la Argentina [...] No es difícil imaginar qué sólidos vínculos establece el capital financiero – y su fiel «amiga», la diplomacia – de Inglaterra con la burguesía argentina, con los círculos que controlan toda la vida económica y política de ese país".

¿En qué se basaba Lenin para proporcionar semejante descripción y explicación de la Argentina? Pues una de sus tesis principales sostenía que el desarrollo del capitalismo mundial nunca es chato, ni plano, ni liso ni homogéneo. Los países y sociedades capitalistas no están en el mismo rango ni son equiparables entre sí, como hoy sostiene erróneamente, por ejemplo, Toni Negri en su Imperio cuando plantea que entre Estados Unidos y Brasil, la India e Inglaterra... "sólo hay diferencias de grado". Por el contrario, Lenin tenía la hipótesis de que el capitalismo a nivel mundial se expandía en forma asimétrica, según un desarrollo desigual que generaba países y sociedades metropolitanas y dependientes, cuyas diferencias no son sólo de grado – es decir: cuantitativas, mayor o menor cantidad de capitalismo y desarrollo -- sino que son diferencias cualitativas.

El PRT adopta esta tesis de Lenin, y plantea que el desarrollo interno del capitalismo argentino también es notoriamente desigual y origina zonas metropolitanas y zonas periféricas y/o dependientes. O sea que no es lo mismo el desarrollo del capitalismo en la Mesopotamia que en el Noroeste. Así, por ejemplo, en el folleto "El proletariado rural detonante de la revolución argentina" [Tesis políticas del FRIP, editado en 1964 en el periódico Norte Argentino] se sostiene que: "El imperialismo, al introducirse como factor estructural en el desarrollo de la economía argentina promoviendo la seudoindustrialización, ha acentuado los desniveles regionales, al desarrollar unilateralmente la zona portuaria en detrimento del Interior".

Obviamente, este tipo de caracterización se basaba en la teoría del desarrollo desigual de Lenin. Pero le agregaba un matiz específico cuando hacía referencia a la "seudoindustrialización". ¿De dónde tomaban esa visión tan crítica de la industria argentina? Pues de las tesis historiográficas de Milcíades Peña. No casualmente la primera de estas tesis políticas del FRIP, combinando la teoría del imperialismo de Lenin con la visión de Peña, sostenía que "La República Argentina es un país semicolonial seudoindustrializado". A continuación, la segunda tesis agregaba: "La burguesía nacional en su conjunto es incapaz de luchar por la liquidación de la dependencia de nuestra patria".

Así como Lenin defendía la tesis de que la explosión iba a surgir en "el eslabón más débil de la cadena imperialista", Santucho planteaba por analogía que en la revolución argentina el factor detonante era el proletariado azucarero, ya que el capitalismo del noroeste era de alguna manera "el eslabón más débil" dentro del capitalismo argentino.

Y también, junto a las categorías clásicas de Lenin, en el PRT se adoptaron en determinado momento categorías de León Trotsky quien, como ya habíamos planteado en las clases anteriores cuando analizábamos su influencia en la visión del Che sobre el capitalismo latinoamericano, en su Historia de la Revolución Rusa, plantea una hipótesis que denomina "ley del desarrollo desigual y combinado".

¿En qué consiste? Pues en que nunca existen países y sociedades capitalistas absolutamente homogéneos, compactos, con un solo modo de producción, sino que en realidad hay relaciones sociales de distintos modos de producción que están combinadas entre sí. Algunas predominan sobre otras, pero están combinadas. Puntualmente Trotsky sostiene que: "Azotados por el látigo de las necesidades materiales, los países atrasados vense obligados a avanzar a saltos. De esta ley universal del desarrollo desigual de la cultura se deriva otra que, a falta de nombre más adecuado, calificaremos de ley del desarrollo desigual y combinado, aludiendo a la aproximación de las distintas etapas del camino y a la confusión de distintas fases, a la amalgama de formas arcaicas y modernas". Trotsky la denomina "ley" pero en realidad – pensamos nosotros – habría que denominarla teoría del desarrollo desigual y combinado, ya que conjuga diversas hipótesis sobre el desarrollo histórico.

Entonces,– una vez superada la influencia del APRA y el indigenismo, a los que habría que agregar la influencia inicial de la Reforma Universitaria y de varios intelectuales que realizan conferencias en la librería de Santiago del Estero, dirigida por Francisco René -- en el pensamiento político de la dirección del PRT en general y de Mario Roberto Santucho en particular, se conjugan las categorías sociológicas de Silvio Frondizi, las historiográficas de Milcíades Peña, la teoría del marxismo revolucionario clásico de Lenin y Trotsky y, por supuesto, la enorme influencia de la revolución cubana y de la revolución vietnamita.

Sería muy largo de desarrollar y no tenemos tiempo, pero obviamente a todas estas influencias las moldeó y las amalgamó en el caso del PRT el guevarismo y el castrismo y también el pensamiento político de Ho Chi Minh y Giap.

Para adelantar y acortar –cronológicamente hablando- en nuestra exposición, agregamos que luego viene la ruptura con Nahuel Moreno y la fundación del ERP [Ejército Revolucionario del Pueblo], en el V Congreso en 1970, donde el PRT se divide en el "PRT - La Verdad" (encabezado por Moreno) y el "PRT - El Combatiente" (encabezado por Santucho),. Ambos grupos toman el nombre de acuerdo al periódico de cada uno.

Aunque tenemos que ser breves, me parece interesante prestarle atención al documento de la fundación del ERP. Las posiciones políticas de este documento se nutren de toda la tradición clásica del marxismo, que a su vez provienen de Clausewitz y de Maquiavelo.

Porque, a principios del siglo XVI, el teórico florentino Nicolás Maquiavelo sostenía en El príncipe y en los Discursos sobre la primera década de Tito Livio que para unificar Italia como una nación moderna, había que derrotar el predominio de Roma – El Vaticano – y también había que terminar con la proliferación de bandas armadas locales, los célebres condottieri [combatientes mercenarios]. Maquiavelo propone la formación de una fuerza militar republicana completamente subordinada al príncipe, es decir, al poder político. ¡Es la política, según Maquiavelo, la que manda sobre lo militar y no al revés!.

Más tarde, a inicios del siglo XIX, el teórico prusiano Karl von Clausewitz vuelve a prolongar aquel pensamiento defendiendo que "la guerra es la continuación de la política por otros medios" [en su libro De la guerra]. A inicios del siglo XX, más precisamente en su exilio suizo durante la primera guerra mundial [entre 1915 y 1916] Lenin, mientras estudia la Ciencia de la Lógica de Hegel, lee y anota detenidamente De la guerra de K.v.Clausewitz. Lenin no es el único marxista en este sentido. Antonio Gramsci, en sus Cuadernos de la cárcel, más precisamente a inicios de la década de 1930, redacta "Análisis de situación y relaciones de fuerza", un pasaje de los Cuadernos de la cárcel donde sostiene que la lucha político-militar y la guerra constituyen un momento superior de las relaciones de fuerzas políticas, que enfrentan en una situación a las clases y fuerzas sociales.

Por lo tanto, en toda esta tradición de pensamiento político, que se remonta a la herencia republicana de Maquiavelo y, a través de la reflexión de Clausewitz, es adoptada por los clásicos del marxismo, LA LUCHA POLÍTICO-MILITAR ES LA PROLONGACIÓN DE LA POLÍTICA, NO AL REVÉS.

En los documentos de la fundación del ERP también aparece en primer plano UN ANÁLISIS POLÍTICO de donde se deduce la necesidad de LA LUCHA POLÍTICO-MILITAR y no al revés.

Creo que luego de años de propaganda burguesa que intentó demonizar a los revolucionarios argentinos y latinoamericanos, remarcar ese tipo de pensamiento específicamente POLÍTICO resulta hoy impostergable. Porque la generación de Santucho y sus compañeros y compañeras no se lanzaron a la lucha político-militar de manera "irracional", "demencial" o "mesiánica"...como acostumbran a escribir en los grandes medios de comunicación de masas. No estaban deseosos de adrenalina. No eran "jóvenes loquitos y aventureros" deseosos de vivir peripecias extrañas. Existía en ellos un tipo de análisis específicamente POLÍTICO, asentado como vimos muy sumariamente en un tipo de reflexión sociológica e historiográfica sobre las contradicciones del capitalismo argentino y la impotencia histórica de sus clases sociales dirigentes y dominantes. Creo que para poder desmontar la estrategia de descalificación de esa generación (a la que se le puso un cartelito que decía más o menos así: "Demonios subversivos" o también "Demonios terroristas"), tenemos que volver a pensar despacito, bien detenidamente, estas cuestiones.

Me parece entonces muy interesante focalizar la atención en una parte de esos documentos de fundación del ERP. Porque los que no vivimos aquella época nos sorprendemos cuando encontramos allí algo completamente inesperado... En esos documentos políticos aparece una crítica muy fuerte contra el foquismo y contra Regis Debray.

¿Quién es Regis Debray? Debray era un joven estudiante francés, discípulo del filósofo Louis Althusser, que vino a Latinoamérica y después escribió un artículo muy largo, en la famosa revista "Les Temps Modernes" de Jean Paul Sartre: "El Castrismo: la larga marcha de América Latina" . Entonces, este artículo les gustó mucho a los cubanos. Lo invitaron a Cuba, y ahí, en Cuba, escribe después un texto que pretende ser, digamos, la "síntesis teórica" de la revolución cubana. Un texto que hoy en día se utiliza para criticar a la revolución cubana y para denostar al Che Guevara. El texto de Debray se titula: "¿Revolución en la Revolución?". Allí Debray realiza una versión realmente caricaturesca de la revolución cubana. Sostiene, entre otras cosas, que en Cuba no hubo casi lucha urbana, que solamente hubo lucha rural, que la ciudad era burguesa mientras que la montaña era proletaria y que, por lo tanto, la revolución surge de un foco, de un pequeño núcleo aislado.

Así, de este modo, Debray hace la canonización y la codificación de la revolución cubana en una receta muy esquemática que se conoce como "la teoría del foco". Esta versión de Debray de la revolución cubana es muy utilizada hoy en día para ridiculizar la teoría política del guevarismo...aún cuando el mismo Debray ya no tiene nada que ver con esta tradición, pues pasó a las filas de la socialdemocracia – en el mejor de los casos y siendo indulgentes con él... -.

Es cierto que la temática del "foco" está presente en los escritos del Che pero de una manera muy diferente a la receta simplificada que construye Debray. Nosotros creemos que en el Che los términos "foco" y "catalizador" –con los que el Che hace referencia a la lucha político-militar de la guerrilla, tienen un origen metafórico proveniente de la medicina (la profesión original del Che). El "foco" remite al...foco infeccioso que se expande en un cuerpo humano.

Pero, más allá de su origen metafórico, está muy claro que en el pensamiento político de Guevara la concepción de la guerrilla está siempre vinculada a la lucha de masas. Concretamente el Che sostiene que: "Es importante destacar que la lucha guerrillera es una lucha de masas, es una lucha del pueblo [...] Su gran fuerza radica en la masa de la población" [Ernesto Che Guevara: La guerra de guerrillas (1960)]. Más tarde, el Che vuelve a insistir con este planteo cuando reitera: "La guerra de guerrillas es una guerra del pueblo, es una lucha de masas" [Ernesto Che Guevara: "La guerra de guerrillas: un método", artículo publicado en Cuba Socialista, septiembre de 1963]. Pero para Debray esos planteos del Che eran sólo ...detalles insignificantes. No les dio ninguna importancia. Por eso construyó una visión caricaturesca de la lucha armada que, lamentable y trágicamente, fue posteriormente atribuida –post mortem- al Che...

Según recuerda el ya mencionado Pombo [Harry Villegas Tamayo] al Che Guevara no le gustó ¿Revolución en la Revolución? de Debray. Lo leyó cuando estaba en Bolivia (pues se publicó en 1967) y le hizo anotaciones críticas, reunidas en una libreta que se apropió el ejército boliviano junto con su mochila, luego de capturar al Che.

Pero, aún en el hipotético caso de que jamás puedan leerse o reconstruirse las notas críticas del Che hacia Debray, ya en aquella época dos militantes cubanos salieron públicamente a criticar la caricatura "foquista" de Debray [Simón Torres y Julio Aronde (posiblemente dos seudónimos de colaboradores del comandante Manuel Piñeiro Losada, alias "Barbarroja"): "Debray y la experiencia cubana". En Monthly Review N° 55, año V, octubre/1968.p.1-21]. Estos dos compañeros cubanos le critican abiertamente a Debray - ¡no ahora, en el año 2002, sino en 1968! - el haber simplificado la revolución cubana, el haberla convertido en una simple teoría del "foco" y el no haber visto en ella que junto a la guerrilla, en las ciudades luchaba el movimiento obrero, el movimiento estudiantil, etc. En suma, le cuestionaban - en particular - el total desconocimiento de la lucha urbana y - en general - la total subestimación de la lucha política, base de sustentación de toda lucha político militar. Esta es la principal crítica a la teoría del "foco" realizada en aquella época por los propios cubanos.

Por supuesto que, en la derecha, nadie se toma el trabajo de reconstruir todas esas críticas. Simplemente, se "entierra" rápidamente a los revolucionarios por ser "foquistas"...

Muy bien, entonces, en los documentos de nacimiento del ERP en la Argentina, encontramos una crítica muy inteligente y muy sugerente a Regis Debray y al "foquismo", a la errónea subordinación de la lucha política a la lucha militar. Me parece que esta crítica del PRT y de Santucho pasó desapercibida y, todavía hoy, se le atribuyen "foquismo" y/o "militarismo" como si la decisión de desarrollar en Argentina una lucha político-militar hubiese sido en la mente de Santucho y sus compañeros un delirio irracional y mesiánico y una subestimación del análisis específicamente político.

Piensen ustedes, que toda la tradición de Santucho siempre recibió esos ataques... "foquistas" y "militaristas" - se les dijo -..., cada vez que se habla de Santucho, se trata del... "foquismo". Lo mismo con el Che... "un gran revolucionario..., pero...foquista".

Sin embargo, en la propia fundación del ERP se hace una crítica muy dura al foquismo y se genera una crítica inteligente al militarismo. Porque una de las tesis centrales de Regis Debray consiste en que no hace falta formar un partido revolucionario. Solamente - plantea Debray -, hay que instalar un foco guerrillero...No hace falta la lucha política ni la lucha ideológica, sino tan sólo la lucha militar...Eso es el foquismo, eso es el militarismo.

Y, justamente, en estas tesis del PRT de 1970 y en estos documentos de fundación del ERP ["Resoluciones del V Congreso del PRT. Fundación del ERP" (29 y 30 de julio de 1970)] se plantea que no, que el eje prioritario siempre debe ser construir una organización política y de ahí, en todo caso, plantearse la lucha político-militar. Pero el eje debe ser la política. No puede haber confrontación político-militar ni lucha político- militar si no es a partir de un análisis específicamente POLÍTICO. Esta es la tradición de los clásicos del marxismo que se remonta a Clausewitz y, más atrás, a los escritos de Nicolás Maquiavelo.

Otra tesis que Santucho y el PRT le critican a Debray en este documento de la fundación del ERP es la supuesta primacía que Debray atribuye al "factor geográfico". Pensar que de la geografía se deduce una estrategia política...constituye un enorme error. En realidad no es así..., ni fue así la revolución cubana ni ninguna revolución latinoamericana. La geografía no determina la lucha política, es un error gravísimo. Cuando uno lo encuentra escrito no pasa nada, pero en política ese tipo de errores cuesta la vida de mucha gente, de muchos compañeros valiosos, de muchos revolucionarios.

Después, siempre en términos de extrema síntesis, nos encontramos con otros dos documentos. Uno se titula "Poder burgués, poder revolucionario" [Ediciones El Combatiente, 23 de agosto de 1974], redactado por Santucho, y el otro es "A los pueblos de América Latina" [publicado en Che Guevara N°1, Revista de la Junta de Coordinación Revolucionaria, noviembre de 1974], un documento colectivo firmado por el PRT-ERP en la Argentina, los Tupamaros en Uruguay, el MIR chileno y el ELN boliviano. ¿Que encontramos en estos documentos a nivel teórico y político? Nuevamente, aún a riesgo de repetir..., nos encontramos con un ANÁLISIS POLÍTICO. A partir de ahí se plantea la lucha revolucionaria continental..., ¡no eran "tira-tiros" irracionales ni "locos aventureros"!. Se plantea una visión de cómo funciona el sistema de dominación política de las clases opresoras en América Latina y se plantea también qué sucede en el seno del campo popular y sobre todo, en LA CONCIENCIA política de las clases subalternas y explotadas.

Entonces, avanzando un poco más en detalle: el análisis político condensado en "Poder burgués y poder revolucionario" se estructura a partir de una metáfora espacial que dibujaría qué pasa "arriba" y qué sucede mientras tanto "abajo". La reflexión de Santucho gira alrededor de un análisis político del arriba y del abajo o, en otros términos, de las clases dominantes y de las clases subalternas.

Para analizar las clases dominantes aparece en los escritos de Santucho la categoría de "bonapartismo". Esta es una tesis muy fuerte de Santucho, que - me parece - en algún sentido está bastante vigente todavía hoy en día: La historia argentina se mueve con un movimiento pendular entre dos formas políticas de dominación burguesa: o la república parlamentaria o el bonapartismo militar.

Nuestra historia fue, lamentablemente, así. No casualmente el Che Guevara reclamaba en uno de sus escritos "maduros" - dentro de su corta vida política - que: "Hoy por hoy, se ve en América un estado de equilibrio inestable entre la dictadura oligárquica y la presión popular. La denominamos con la palabra oligárquica pretendiendo definir la alianza reaccionaria entre las burguesías de cada país y sus clases de terratenientes [...] Hay que violentar el equilibrio dictadura oligárquica- presión popular" [Ernesto Che Guevara: Guerra de guerrillas: un método, septiembre de 1963]. Tengamos presente que cuando el Che emplea la expresión "dictadura oligárquica", como él mismo aclara, no está pensando en una dictadura de los terratenientes y propietarios agrarios a la que habría que oponer una lucha "democrática" o un "frente nacional" incluyendo dentro de ellos no sólo a los obreros, campesinos y capas medias empobrecidas sino también a la denominada "burguesía nacional". No, por el contrario, el Che es bien claro. Lo que existe en América Latina es una alianza entre los terratenientes "tradicionales" y las burguesías "modernizadoras". La oposición no pasa entonces por oponer artificialmente tradición versus modernidad, terratenientes versus burguesía industrial, oligarquía versus frente nacional. Su planteo es muy claro - se puede compartir o no, pero es muy claro -: "No hay más cambios que hacer; o revolución socialista o caricatura de revolución" [Ernesto Che Guevara: "Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental", en Suplemento especial de Tricontinental, 16 de abril de 1967].

Pensemos detenidamente en la importancia de estas palabras del Che sobre el equilibrio inestable entre ambos polos pendulares (la dictadura oligárquica, basada en la alianza de terratenientes y burgueses "nacionales", por un lado, y la presión popular, por el otro). Reflexionemos sobre la importancia de estas categorías de Santucho acerca de las dos formas políticas alternativas de dominación de la burguesía argentina.

Ninguno de los dos - Guevara y Santucho - dice "democracia o dictadura", como rezaba la consigna de Raúl Alfonsín en 1983 [cuando se termina la dictadura militar en la Argentina]. No. La alternativa es continuar bajo dominación burguesa en sus diferentes formas o la revolución socialista. Pues para el Che: "No debemos admitir que la palabra democracia, utilizada en forma apologética para representar la dictadura de las clases explotadoras, pierda su profundidad de concepto y adquiera el de ciertas libertades más o menos óptimas dadas al ciudadano. Luchar solamente por conseguir la restauración de cierta legalidad burguesa sin plantearse, en cambio, el problema del poder revolucionario, es luchar por retornar a cierto orden dictatorial preestablecido por las clases sociales dominantes: es, en todo caso, luchar por el establecimiento de unos grilletes que tengan en su punta una bola menos pesada para el presidiario" [Ernesto Che Guevara: Guerra de guerrillas: un método, septiembre de 1963].

Cuando Santucho quiere explicar las DIVERSAS FORMAS POLÍTICAS DE DOMINACIÓN que emplea la clase dominante argentina, su planteo específico es: o república parlamentaria (que no es lo mismo que democracia...) o bonapartismo militar.

¿De dónde extrajo Santucho esta hipótesis? Obviamente su inspiración inmediata es el Che Guevara, pero en su formulación más general, la extrae de un libro de Carlos Marx. Por eso habíamos dicho la otra vez que para entender a fondo al Che, además hay que estudiar al mismo tiempo a Marx. Nosotros creemos que para entender a fondo a Santucho y sus planteos políticos, también hay que estudiar a Marx.

Marx escribió entre diciembre de 1851 y marzo de 1852 un pequeño librito (brillante, realmente vale la pena leerlo...) titulado "El 18 Brumario de Luis Bonaparte". Allí Marx propone una hipótesis política: en Francia, luego de la derrota de la revolución de 1848, un dictador da un golpe de Estado y se queda dos décadas al frente del gobierno francés. Este dictador era un personaje secundario rodeado de lúmpenes que gracias al liderazgo del ejército se convierte en determinado momento de Francia en una especie de "árbitro" de los conflictos sociales. Una especie de "juez equidistante", que viene a solucionar y a moderar los conflictos. Entonces, como este personaje - que Marx detestaba - se llamaba Luis Bonaparte (sobrino de Napoleón) la tradición marxista, empezando por Marx y de ahí en adelante, convirtió en categoría teórica ese análisis político y lo transformó en el concepto de "bonapartismo".

Este concepto teórico es muy útil. Porque muchos de los problemas que intenta resolver y explicar vuelven a suceder hoy en día. Pensemos en la figura pretendidamente "mítica" del coronel Seineldín [militar genocida carapintada, instructor en las escuelas de contrainsurgencia en Centroamérica, reivindicado actualmente por algunos grupos nacionalistas en Argentina], que está, supuestamente, "más allá de los conflictos" y que vendría a resolver esta necesidad de la "figura fuerte y con carisma"... Otra vez nos encontramos con el reclamo de un papel que debería - supuestamente - cumplir el ejército... que vendría a "poner orden", a "mediar entre las partes en pugna"...

Esta situación está presente en la situación argentina de hoy. Ese tipo de reclamos vuelve a resurgir en importantes sectores del movimiento popular también, fuertemente trabajados por el populismo nacionalista.

En su análisis de Luis Bonaparte y de la situación francesa de aquel período, Marx plantea elementos fundamentales de su teoría política. Entre muchas otras cosas allí sugiere que la lucha de clases nunca se da entre clases homogéneas, como por momentos sugiere "El Manifiesto del Partido Comunista" [1848]. En realidad, en una formación social concreta, las clases se fraccionan en la lucha, se realizan alianzas entre ellas y se establecen formas de representación política cambiantes según la coyuntura.

Por otra parte, en "El 18 Brumario" Marx plantea que la mejor forma de dominación política de la burguesía es "la república parlamentaria". Para Marx república parlamentaria no es sinónimo de democracia, como nos quiere hacer creer el liberalismo. La república parlamentaria no garantiza "la libertad" sino que constituye una FORMA DE DOMINACIÓN. A diferencia de la monarquía o de la dictadura militar (donde un solo sector de la burguesía domina) en la república parlamentaria es el conjunto de la burguesía el que domina a través del Estado. Digamos que, según Marx, la república parlamentaria licúa los intereses particulares de las distintas fracciones de la burguesía, alcanzando una especie de "promedio" de todos los intereses de la clase dominante en su conjunto y, de este modo, logra una DOMINACIÓN POLÍTICA GENERAL, esto es: anónima, impersonal y burocrática.

En "El 18 Brumario de Luis Bonaparte" Marx también agrega que cuando la situación política "se desborda" por la indisciplina y la rebelión popular, la vieja maquinaria republicana (con sus partidos, su Parlamento, sus jueces, su prensa "independiente", etc.) ya no alcanza para mantener la dominación. En esos momentos de crisis aguda, los viejos partidos políticos de la burguesía ya no representan a esa clase social. Quedan como "flotando en el aire" y girando en el vacío. Entonces emerge otro tipo de liderazgo político para representar a la clase dominante: la burguesía deja de estar representada por los liberales, los constitucionalistas o los republicanos y pasa a estar representada por el Ejército y las Fuerzas Armadas que, de este modo, se constituyen en "El Partido del Orden". El Ejército entonces aparece en la arena política como si...fuera a equilibrar la situación catastrófica, pero en realidad...viene a garantizar la reproducción de la DOMINACIÓN POLÍTICA de la burguesía.

Mario Roberto Santucho se apropia de este análisis político de Marx y trata de utilizarlo para comprender la compleja historia política de nuestro país y también la situación argentina de los años '70.

Podemos empezar destacando el modo cómo Santucho analiza a ese gran protagonista de nuestra historia política: las Fuerzas Armadas. ¿Que dice Robi de las Fuerzas Armadas?

Pues que son un Partido Militar. Esto es muy, pero muy, importante. En ningún momento Santucho sostiene que son simplemente un grupo de "tira-tiros". ¡NO!, las Fuerzas Armadas son... un partido político. Un partido que viene a reemplazar al clásico partido político burgués, por definición. Esta hipótesis sociológica e historiográfica ya está presente en los escritos de Silvio Frondizi, en los de Abelardo Ramos, etc. (aunque en Frondizi y en Ramos esa misma hipótesis juega un papel explicativo diametralmente opuesto entre sí).

Roberto Santucho se hace cargo de esa hipótesis y plantea que en la Argentina las Fuerzas Armadas vienen a reemplazar ese partido burgués ausente..., porque el partido burgués en Argentina no puede dar cuenta de la situación política..., y entonces Robi analiza al peronismo como... "bonapartismo".

Pensemos bien la diferencia: sostener que el peronismo es bonapartismo (el peronismo histórico de 1945 en adelante..., no el de Menem), es algo muy diferente a lo que planteaba, por ejemplo, Victorio Codovilla [líder histórico del Partido Comunista Argentino desde 1928 hasta su muerte en 1970]. Codovilla decía: "el peronismo es fascismo", en un folleto del año 1946 titulado "Batir al Nazi-Peronismo".

Robi Santucho tiene una visión un poco distinta, mucho más matizada, por eso decía que no cae en ese "gorilismo de izquierda", pero... tampoco acepta las posiciones de Rodolfo Puiggrós [historiador comunista que se hace peronista en la segunda mitad de los años '40 y que luego se convertirá en uno de los principales intelectuales de la izquierda peronista durante los '60 y '70] , o de Abelardo Ramos [uno de los principales intelectuales - de origen trotskista - que adhieren al peronismo constituyendo la corriente política e historiográfica autobautizada como "izquierda nacional"], y otros. ¿Qué decían Puiggrós, Ramos, Hernández Arregui y otros ensayistas peronistas? Pues que "el peronismo es «LA Revolución» en la Argentina".

Entonces, según el análisis de Santucho...el peronismo no es ni revolución, ni nazismo, sino... bonapartismo. Es decir: una figura militar fuerte, que aparece como "árbitro" entre las clases sociales y que viene a "poner orden"...aunque, siempre en última instancia, termina poniendo orden...para el mismo lado. Para la derecha, para la burguesía.

Antonio Gramsci, que - según me parece - no aparece explícitamente en estos análisis de Santucho, para explicar los mismos fenómenos de crisis económica y política, pensando en situaciones donde las clases sociales se separan de sus viejos partidos políticos y a la burguesía comienza a representarla el Partido Militar, utilizaba una categoría emparentada con la de "bonapartismo". Gramsci empleaba el concepto de "cesarismo".

Aunque en Marx la categoría de "bonapartismo" siempre tiene un contenido negativo. Mientras que para Gramsci puede haber un "cesarismo" progresivo o regresivo, según contribuya a hacer avanzar o no a los sectores populares en las relaciones de fuerzas. A diferencia de Marx, León Trotsky, en su exilio mexicano, utiliza en el mismo horizonte de Gramsci esta visión donde puede haber un "bonapartismo progresivo" o "regresivo", según contribuya o no a la lucha de clases. Explícitamente Trotsky utiliza la categoría de "bonapartismo progresivo" para referirse al gobierno populista de Lázaro Cárdenas [presidente de México a fines de los años '30], ya que a pesar de ser un gobierno burgués, para enfrentar al imperialismo y nacionalizar el petróleo mexicano, Cárdenas se apoya en los sectores populares y en la clase obrera mexicana. Abelardo Ramos apela a este análisis de Trotsky para caracterizar como "bonapartismo" al peronismo en un sentido positivo y apologético, mientras que Silvio Frondizi - mucho más afín al análisis de Marx -emplea el término en su significado negativo, para cuestionar el carácter supuestamente "progresista" de la burguesía nacional argentina y del peronismo.

Mario Roberto Santucho utiliza la categoría de "bonapartismo" en la misma perspectiva de Silvio Frondizi, con un fuerte contenido crítico, y recurriendo a un tipo de análisis político que bebe directamente en "El 18 Brumario de Luis Bonaparte". Pero no sólo lo emplea para explicar la aparición del peronismo histórico - el del primer peronismo de la década del '40 - sino también para describir la emergencia recurrente de los militares argentinos a lo largo de toda nuestra historia como el "Partido del Orden", en tanto Partido Militar, es decir, en tanto auténtico partido político de la burguesía argentina.

Todo esto vale para el análisis de Santucho sobre qué sucede con el bloque político y social de "los de arriba"...

Ahora bien, ¿qué pasa con "los de abajo"?

Al mirar el capitalismo "desde abajo", desde su clases explotadas, Robi recorre la historia del movimiento obrero argentino y plantea los orígenes del movimiento obrero clasista en nuestro país, identificando tres corrientes: el anarquismo, que fue la más importante, el socialismo y el comunismo. Santucho y el PRT se hacen cargo de la tradición comunista. Es decir que Robi reivindica al comunismo hasta un determinado período de la historia, a partir de ahí el comunismo pierde la hegemonía sobre el movimiento obrero local, desdibuja su política revolucionaria, diluye su clasismo y aparece en el seno de las clases subalternas este fenómeno político que todavía nos marca hoy en día, que es el peronismo.

Entonces, a partir de ahí, Santucho sostiene cuáles son los dos desafíos del movimiento popular - a mí, personalmente, me parece que este desafío sigue pendiente hoy, en 2002, aunque presente en nuestra época nuevos ropajes, nuevos personajes y nuevos escenarios -:

a) Por un lado, el populismo (Santucho también lo denomina "nacionalismo burgués", que consiste en confundir a toda la Nación como si fuera parte del pueblo, meter a la burguesía nacional como parte del pueblo, y pensar que el enemigo está solo fuera del país),

b) Por otro lado, el reformismo (Robi lo encuentra y lo identifica principalmente en el partido comunista, así como el principal exponente del populismo, dentro del campo popular, eran en su opinión de aquel momento, los Montoneros).

Aquí se torna importante pensar y reflexionar en qué medida este movimiento pendular de diversas formas políticas con que se ejerce la dominación política en nuestro país (república parlamentaria o bonapartismo militar), para explicar el comportamiento de las clases dominantes; y este desafío (el de las variadas y renovadas formas del populismo y/o el reformismo) para la experiencia y la conciencia política de las clases populares, explotadas y subalternas, sigue o no vigente en la actualidad. Eso hay que discutirlo a fondo.

Para nosotros, esta situación no se ha cancelado en el pasado. Adquiriendo nuevas modalidades y ritmos diferentes, insertas ambas en el ciclo de la actual mundialización del capital, sigue existiendo en nuestra sociedad la posibilidad latente de que a la agonizante república parlamentaria -¡qué se vayan todos!, mediante- la suceda una nueva forma de bonapartismo militar. Esa posibilidad no está sepultada, depende de la relación de fuerzas y de la iniciativa de los piqueteros, de los obreros que ocupan fábricas, de los asambleístas y de diversos sectores movilizados. Por otra parte, dentro del campo popular, vuelven a aparecer los intentos reformistas y/o populistas para encauzar la rebelión popular dentro de los moldes del sistema.

Por eso, como conclusión, pensamos que el mejor homenaje que hoy le podemos hacer a Robi Santucho es intentar continuar ese tipo de mirada sobre nuestro país, ese tipo de análisis y de intervención política para que su figura no se convierta en nuevo mito inoperante, vacío, hueco, fantasmal.

Al rescatar para nuestro presente la figura de Santucho, no podemos volver a cometer los errores en los que cayó Regis Debray cuando torpemente pretendió esquematizar la revolución cubana subestimando la política. De la misma manera, no podemos caer en la tentación de esquematizar la vida y la praxis de Robi Santucho convirtiéndolo en una caricatura de lo que realmente fue, en un "tira-bombas" irracional, demente, foquista y tristemente aventurero, como sostiene la derecha.

Si bien la historia nunca se repite, creemos que muchos de sus análisis siguen siendo útiles para ubicarnos y para actuar en la movediza y cambiante situación política actual. Para nosotros Robi no es un "cadáver prestigioso". No, por el contrario, es alguien cuyo pensamiento y cuyo ejemplo están vivos y nos son muy, pero muy útiles, en el presente.

Quedaría para otra oportunidad analizar la política cultural de Santucho y del PRT, que la tuvieron, con tensiones, pero la tuvieron... aun cuando muchas veces se desconoce. Aunque lo hemos hecho en algún trabajo ["Mario Roberto Santucho: Del intelectual orgánico al cuadro combatiente". En De Ingenieros al Che. Bs.As., Biblos, 2000. p.275-288], hoy ya no queda tiempo.

Pero no quería terminar sin dejar de remarcar el eje que - desde nuestra humilde opinión - vertebra toda la vida, todo el pensamiento y toda la praxis del Che Guevara, de Robi Santucho y de los y las guevaristas de Argentina que dieron su vida por la revolución socialista latinoamericana y mundial.

Esto es: que la lucha político-militar y el enfrentamiento material con el enemigo –inevitables en algún momento del proceso revolucionario, si es que no somos ingenuos y creemos que la burguesía nos va a ceder graciosamente el poder- están siempre mediados, es más, están siempre precedidos, por un ANÁLISIS POLÍTICO y por un estudio riguroso de nuestro país y de nuestro continente. Esta es la principal conclusión que las nuevas generaciones no debemos nunca olvidar ni perder de vista. ¡La política es lo que define el pensamiento revolucionario de Santucho y el pensamiento del Che!.

Marco histórico del surgimiento del PRT-ERP (1965-1976)

La década de 1966 a 1976 se vio signada por una intensa actividad política, un auge de masas, y el crecimiento de la izquierda marxista y peronista. Este período se inició, a grandes rasgos, con la instauración de la dictadura del General Juan Carlos Onganía, y se cerró con el fin del gobierno de María Estela Martínez de Perón, en marzo de 1976. Estos fueron años de intensa conflictividad social en la Argentina, a raíz de los intentos de los sectores dominantes de cambiar el modelo social de acumulación de capital combinado con un ciclo de permanente crisis de legitimidad e inestabilidad política debido, principalmente, a la proscripción electoral de Juan Domingo Perón. A esto se le añade que durante años se produjeron una serie de acontecimientos mundiales que impactaron en la práctica política del momento: La Revolución Cubana y la extensión del proceso revolucionario en América Latina, la guerra de Vietnam y el Mayo Francés.

Durante esos años surgieron nuevas organizaciones, tales como los grupos guerrilleros, y agrupaciones que en 1965 eran pequeñas y que diez años más tarde habían incrementado su caudal en adherentes y su influencia en la vida política y social. Cada una de estas organizaciones fue producto de la época, y todas se esforzaron por conectar las reivindicaciones populares a su visión del socialismo. Comunistas, trotkistas, maoístas, guevaristas y peronistas revolucionarios atrajeron la atención y la imaginación de una generación de jóvenes argentinos conocida hoy como la Generación del '70.

Dos décadas más tarde el recuerdo de aquella época se ha resignificado, mezclando hechos reales con ficción, vivencias propias con anécdotas de otros, sentimientos actuales con la evocación del momento.

Esa fue una década de intensa politización generalizada, donde el común de la población seguía cotidianamente los acontecimientos internacionales, particularmente aquellos en América Latina y Vietnam.

En las organizaciones políticas se daba mucha importancia a estos hechos y su vínculo con eventos y problemas locales. Se realizaban debates, cursos, foros y la prensa se hacía eco de esta demanda. No fue casual que muchos jóvenes se vieran marcados por todo ésto y que su politización tuviera mucho que ver con el contexto internacional. Dentro de la realidad particular de la Argentina, lo anterior se combinó con una clase obrera combativa en lo sindical, con un notable nivel cultural y politizada por la memoria de los gobiernos peronistas (1946-1955).

Estudiantes, trabajadores y empleados protagonizaron una amplia gama de luchas que se sintetizaron en el Cordobazo (1969). A partir de ese año las luchas populares fueron acompañadas por una creciente actividad de organizaciones guerrilleras que, hasta ese momento, habían sido marginales a la política nacional. Entre 1969 y 1977, cuando la represión militar logró aplastarlas, hubo numerosos grupos guerrilleros en la Argentina que se nutrieron de la lucha popular, y al mismo tiempo contribuyeron a ella.

El PRT fue conformado por la fusión de dos grupos. Uno fue el FRIP (Frente Revolucionario Indoamericano Popular), dirigido por Francisco Asdrúbal Santucho y su hermano Mario Roberto. Este grupo organizaba a los hacheros y los obreros azucareros del noroeste argentino, publicaba un periódico en castellano con expresiones en quechua, y admiraba al APRA peruano y a la Revolución Cubana. El segundo grupo fue Palabra Obrera, una organización trotkista en Buenos Aires, Córdoba, Tucumán y Rosario dirigida por Nahuel Moreno, con trabajo entre estudiantes universitarios y obreros industriales, y vínculos con la Resistencia Peronista. Establecido en 1965, y a pesar de no ser una organización muy numerosa, el PRT tenía influencia en once sindicatos azucareros pertenecientes a la FOTIA, y eligió dos diputados provinciales en Tucumán en 1965. A partir de 1966 la dictadura de Onganía cerró muchos ingenios azucareros y provocó una gran cantidad de despidos entre los trabajadores del transporte.

Particularmente en Tucumán, el PRT estuvo muy involucrado en las luchas contra los cierres de los ingenios. La dura represión de las movilizaciones obreras, junto con los ejemplos del Che Guevara en Bolivia, Camilo Torres en Colombia, la política de las OLAS en el continente y la Guerra de Vietnam, dieron lugar a una profunda discusión en torno a la necesidad de iniciar la lucha armada en la Argentina. Los alineamientos internos no se correspondieron, necesariamente, con la posición ideológica sustentada antes de la fusión de los dos grupos. Si bien los militantes del FRIP se sentían más cercanos al Che y a la Revolución Cubana, la base de Palabra Obrera también había sido influida por el guevarismo. En 1968 el PRT se dividió en dos.

El sector dirigido por Santucho comenzó a organizar y desarrollar la lucha armada, fundando finalmente el ERP en 1970, y distanciándose definitivamente del trotskismo en 1973. Entre 1970 y 1973 fue el grupo guerrillero más activo en la Argentina.

A partir de 1969 el PRT-ERP fue una organización marxista cuya fuerza, hasta 1974, se encontraba principalmente en las zonas más tradicionales del centro y el noroeste del país. Si consideramos que la mayoría de los trabajadores argentinos suscriben una cultura e ideología peronista, y tomamos en cuenta los escasos recursos y militantes de los que disponía el PRT-ERP, su éxito en organizar grupos en distintas fábricas, sindicatos y universidades es un tributo, no tanto a su línea política, sino más bien a la capacidad de sus activistas de liderar luchas y de representar a gente de la más variada extracción.

Así, durante los diez primeros años de su existencia (1959-1969), el grupo FRIP-PO-PRT tuvo éxito en organizar a los trabajadores azucareros tradicionalmente peronistas de Tucumán y Jujuy, así como a los hacheros de la empobrecida y conservadora provincia de Santiago del Estero, a los estudiantes y obreros de la católica y anti -peronista provincia de Córdoba, y a los estudiantes izquierdistas de la Universidad de Rosario.

Aunque nunca fueron más que algunos centenares de militantes durante la década, el PRT fue influyente en la cultura política del eje Tucumán-Córdoba-Rosario.

Una vez que se lanzó a la lucha armada, el PRT sufrió los efectos de la represión. A mediados de 1972 varios cientos de sus activistas se encontraban en prisión, junto con gran parte de sus miembros de dirección, unos cuantos habían sido muertos, y sus organismos de masas habían sufrido serios golpes especialmente en Rosario y Córdoba.

Según diversas fuentes, hacia 1975 el PRT tenía células en más de cuatrocientas de las principales fábricas del Gran Buenos Aires; se mantenía fuerte en Tucumán, Jujuy y Santiago del Estero; tuvo éxito en organizar grupos de obreros industriales cordobeses, de los metalúrgicos, obreros de la carne y petroquímicos de Rosario; y de los petroleros patagónicos. Además, tenía grupos muy activos en el movimiento estudiantil, entre los arrendatarios algodoneros del Chaco, y entre los empleados judiciales y docentes formoseños. Por último, había logrado establecerse en muchas ciudades del interior tales como Río Cuarto, Rafaela, Ceres, San Francisco, Gral. Roca, Neuquén, Junín, Mendoza, Metán, Clodomira, Bahía Blanca, Santa Fe y Paraná. En su punto más alto de desarrollo, su periódico clandestino El Combatiente distribuía 20.000 ejemplares de cada número; tenía además publicaciones dirigidas a sectores obreros específicos; y tres publicaciones legales, el diario El Mundo, el quincenario Nuevo Hombre y la revista teórica Posición.

A la vez el ERP incrementaba su actividad militar. En 1975 estaba organizado en numerosas escuadras locales y fabriles, además de un batallón urbano, dos compañías urbanas, y una compañía rural reforzada.
Entre 1969 y 1977 el ERP realizó docenas de acciones armadas en la Argentina.

Nunca Más - Campo Santo - Capítulo XVI - Santucho en Campo de Mayo

CAMPO SANTO - Parte II

(Del testimonio del ex sargento Víctor Ibañez)

"Te digo la verdad, yo creo que no sabían que era Santucho.

"Te cuento lo que yo escuché por boca de los mismos que participaron en ese operativo. Parece que la cosa empezó cuando una vecina se encontró con que cerca de su casa, en el cruce de las avenidas Constituyentes y General Paz, gente de la Escuela de Mecánica de la Armada estaba haciendo un control de vehículos. Esta señora, una chusma de barrio, tipo la 'Tota', se acercó cargando la bolsa de las compras hasta dónde estaban los efectivos y les dijo que en su edificio, en Villa Martelli, todos los días se reunía gente rara.

"Como estaba fuera de su zona, los marinos le pasaron el dato al Ejército, y Leonetti, que estaba de guardia, recibió el dato y se mandó para allá con su patota, integrada por gente del Colegio Militar. Llegó hasta el grupo de edificios en un Ford Falcón sin patente, al frente de un grupo de tres hombres vestidos de civil que portaban fusiles 'Para', que son como los FAL  pero con la culata rebatible. Lo de 'Para' viene porque eran los que usaban en ese tiempo los paracaidistas. Buscaron al portero, que los guió hasta la entrada del departamento. Y tocaron el timbre sin saber quiénes estaban del otro lado.

"Liliana Delfino, que era la mujer de Santucho, abrió confiada la puerta como si estuviera esperando la llegada de algún conocido. Apenas vio a los de la patota se dio cuenta de cómo venía la mano y se puso a gritar: '¡Los milicos!, ¡Son los milicos!' Le pegó un empujón a la puerta como para volver a cerrarla. Pero Leonetti ya había puesto un pie adentro, y la hoja rebotó en el borceguí que tenía apoyado en el marco de la entrada. El portero se escabulló buscando refugio en el codo de la escalera, en el interior del departamento las mujeres gritaban que había que llevar a los niños a la bañadera, mientras que los hombres no atinaron a tomar sus armas. La patota aprovechó el factor sorpresa para ingresar en la casa y reducirlos a todos.

"Según comentaron en 'El Campito' los que estaban en los grupos de tareas, a Santucho no le gustaba llevar armas. Era un especialista del pensamiento, de la concentración; por eso se había entrenado en las artes marciales.

"Ese día en el departamento de Villa Martelli parece que no lo reconocieron; él se había cambiado el aspecto. Lo acomodaron junto a los demás, con las manos apoyadas en la pared y abiertos de piernas, para palparlos de armas. Leonetti se puso la pistola en la cintura para revisar a los guerrilleros. Santucho esperó a que llegara hasta él y cuando Leonetti estaba a punto de revisarlo se dio vuelta, con una toma rápida lo agarró del cuello, le sacó la pistola y le disparó al cuerpo. Los de la patota, apenas escucharon el primer tiro, empezaron a ametrallarlos a todos. Algunos se tiraron al piso, otro se tiró por la ventana y cayó en una especie de terraza que había en el segundo piso; lo agarraron con las piernas quebradas.

Duro de matar

"Ese día yo estaba de guardia en la radio. Llegaron los autos y vi como de uno de ellos bajaban a tres prisioneros. Después me pidieron ayuda para cargar al que venía en otro de los autos, que estaba herido. Lo llevamos hasta el comedor de la tropa, donde comíamos nosotros. Lo acostamos en una de esas mesas largas de fórmica blanca. Un brazo le quedó colgando, lo tenía como quebrado por una bala. Todavía respiraba.

"Por la radio le pidieron al Hospital de Campo de Mayo que enviaran con urgencia a un médico. Mientras tanto el Gordo Dos, que era el jefe de los interrogadores, con esa pronunciación que cortaba las palabras, como si fuera un intelectual, con tono de locutor, le recitaba a Santucho -sin saber que era él- lo mismo lo que le decía a cada prisionero que llegaba al campo: "Acá perdiste, con que me digas el cien por cien de lo que sabés no me voy a conformar, quiero el ciento diez por ciento de lo que tenés para decir..." Y seguía con el verso del hambre, la tortura, el terror que tenía por delante mientras estuviera prisionero en ese lugar; lo que era verdad.

"Después llegó el médico. Era un tipo grandote, de bigotes y que fumaba en pipa. Ya tenía sus buenos años, creo que era teniente coronel. El Gordo Dos y los otros del grupo de inteligencia que se habían juntado en el comedor le dijeron que necesitaban salvar al herido para poder interrogarlo, que hiciera algo para que no se muriera. Pero él parecía mantenerse ajeno a todo. Chupaba la pipa junto a la ventana mientras miraba como bajaban a los que llegaron muertos del operativo. Chupaba la pipa como si estuviera ido, como si quisiera mantenerse ajeno a todo lo que estaba pasando en ese momento. 'Doctor -le dijo el Gordo Uno-necesitamos que se presente ante el herido'. El tipo giró apenas la cabeza y lo miró a Santucho, que tenía los ojos como dados vuela y apenas respiraba. 'Hay que llevarlo a cirugía', es todo lo que dijo.

"A mí me mandaron a buscar la ambulancia. Cuando llegué al hospital de Campo de Mayo la única que estaba disponible era una Ford nuevita, cero kilómetro. Una donación al Ejército que había hecho no sé quién, y que estrenó Santucho. La llevé a los pedos hasta El Campito donde lo cargamos en una camilla flamante; y volví a los pedos hasta el hospital. "Cuando llegamos me llamó la atención el movimiento de coches y la cantidad de custodios de oficiales que se iban juntando en la puerta del hospital, que no había notado cuando fui a buscar la ambulancia. Se ve que en el ínterin, por los papeles que encontraron en el departamento de Villa Martelli, o por lo que pudieron deducir al identificar a los detenidos en ese operativo, cayeron en la cuenta de que el hombre que yo llevé en la ambulancia y que murió apenas ingresó en el hospital era Santucho, nada menos.

"Yo me quedé al volante de la ambulancia unos quince minutos, esperando a que me dijeran que debía hacer. Mientras tanto el desfile de coroneles que llegaban para comprobar la muerte del jefe del ERP era incesante. 'Parece que es Santucho nomás', decían. 'Lo necesitábamos vivo, ¡qué cagada que esté muerto!', se lamentaban al salir del hospital.

"Cuando el 'pelotón mudanza', que se ocupaba de los botines saqueando las casas de los secuestrados, trajo todo lo que había en el departamento de Villa Martelli, yo me quedé con una copa que había sido de Santucho. Tenía un agujerito que no se podía ver a simple vista, y cuando tomabas algo el líquido pasaba por ese agujerito y te caía todo encima Se ve que al hombre le gustaban los chascos, hacerle bromas a los amigos; medio Don Fulgencio. A esa copa la conservé hasta hace poco, después la tiré.

El museo de la derrota

"En ese operativo, además de Santucho, también murió otro importante jefe del ERP, Benito Urteaga. Y se detuvo a Domingo Menna; a la mujer de Santucho que se llamaba Liliana Delfino, pero que era conocida como 'la alemana'; y a varios más de la cúpula guerrillera.

"A Menna lo torturaron durante meses, y nunca dijo nada. Cómo se la bancó ese hombre yo no lo sé. Lo dejaban con la picana automática mientras los interrogadores se iban a comer, y no una vez, días y días. Al final los del GT terminaron por tenerle respeto. Igual con tiempo lo 'trasladaron' como a todos los demás.

"Cuando Bussi se hizo cargo del Comando ordenó construir en un sector de Campo de Mayo un museo de la subversión. A Bussi le gustaban los museos. Ya había organizado uno en el Primer Cuerpo de Ejército, y otro en Tucumán. Ahí metía libros, panfletos, objetos y armas incautadas a los guerrilleros. También armaba como escenas que mostraban la actividad guerrillera personificadas con maniquíes, vestidos según cada caso.

"Pero en el museo de Campo de Mayo, en vez de un maniquí de Santucho, Bussi puso su verdadero cuerpo en exposición. No sé cómo habrán hecho para conservarlo durante dos años, ni dónde lo mantuvieron escondido todo ese tiempo. Pero lo cierto es que a Santucho lo usaron como maniquí de Santucho. Y Bussi estaba satisfecho, a él le gustaba hacer como que todo lo que hacía era perfecto. Armaron el museo en un lugar chiquito, aprovechando lo que antes había sido la casa del intendente de la guarnición de Campo de Mayo. Y todos los días había un desfile militar que terminaba en la puerta del museo en el que estaba el cuerpo de Santucho, justo donde Bussi había ordenado construir un terraplén en el que él se instalaba para que cada mañana los efectivos le rindan honores.

"Dentro del museo, en un subsuelo, Bussi hizo reproducir una cárcel del pueblo, como las que tenía la guerrilla. El día de la inauguración, Bussi se ocupó personalmente de acomodar en el sótano que estaba oculto por una losa, que se abría mediante un sistema mecánico, todos los objetos que se encontraron en el departamento en le que vivió Santucho. Ropa, cartas, documentación trucha, pelucas y bigotes postizos; y los pasajes de avión que se encontraron en su poder, con los que pensaba salir del país al día siguiente al de su captura. También bajó una silla y sobre ella acomodó el cuerpo de Santucho, vestido con la misma ropa que tenía puesta el día en que lo hirieron de muerte, manchada de sangre; tal como llegó al El Campito.

"En la inauguración del museo no faltó ningún coronel, ningún obsecuente de los jefes del Comando. Todos querían desfilar ante el cadáver de Santucho. Me contaron que algunos oficiales llegaron a cuadrarse frente a él y gritaron: ¡Viva la Patria!

"No sé que hicieron después con los restos de Santucho. Habría que preguntarle al jefe del Estado Mayor. Martín Balza fue quien se ocupó de demoler las instalaciones que con tanto orgullo había construido el general Bussi. Así que él debe saber cuál fue el destino final de su cuerpo."

El concepto de enemigo en el PRT-ERP: discursos colectivos, experiencias individuales y desplazamientos de sentido

A través del análisis de documentos partidarios (fundamentalmente periódicos y boletines internos) y de testimonios orales, encuentro que conviven en estos discursos al menos dos acepciones del término "enemigo". Estas acepciones no necesariamente se excluyen entre sí, sino que reconocen distintas dinámicas y espacios de articulación y retroalimentación. El trabajo se centra, entonces, en la búsqueda - tanto en la dimensión colectiva como en la dimensión de las subjetividades individuales - de las cadenas resignificativas que dan origen a aquellas dos acepciones.

La razón de este recorte radica en la certeza de que toda experiencia política colectiva - y más aún aquellas habitadas por la posibilidad de morir y matar - necesita de un sistema de referencias cerrado capaz de dinamizar voluntades, de otorgar efecto de sentido al acto, de conjurar la fuerza centrífuga de las subjetividades individuales. Sospecho que es en el proceso de construcción de este sistema referencial, así como en las innumerables conflictividades e implicancias políticas y subjetivas de su materialización, donde se pueden encontrar nuevas claves de lectura para el análisis del pasado reciente.

El "enemigo" es uno, y tan sólo uno, de los componentes claves del universo referencial perretista.

La idea de indagar sobre el concepto de "enemigo" en el PRT-ERP surgió en el transcurso de mi investigación al notar que en el discurso de mis entrevistados convivían dos acepciones de la idea de "enemigo".

Una de ellas se vincula con definiciones teórico-ideológicas: "el enemigo" aparece asociado a la estructura de poder económico de la sociedad argentina. En esta acepción, "el enemigo" es "la burguesía", "la sociedad capitalista", el Estado:


"El enemigo era todo el sistema capitalista, con toda su superestructura ideológica, política, militar…osea…la burguesía […] ese era el enemigo" (Miguel, 02-03-00)

La otra acepción de la idea de "enemigo" se vincula con los efectos de ciertas particularidades de la dinámica política de los años setenta: "el enemigo" aparece clara y fundamentalmente identificado en los agentes represores del Estado:

"En concreto el enemigo nuestro de ese momento era la cana, que era con quien nos enfrentábamos por ahí, viste [...] lo concreto…yo te digo por mi experiencia, para mí el enemigo concreto era la cana" (Raúl, 12-03-00)

Para dar cuenta de la dinámica a través de la cual se construye este concepto de enemigo de doble acepción es necesario remitirse a la forma en que se articulan y se retroalimentan la dimensión colectiva y la dimensión individual de la experiencia perretista, puesto que si, por un lado, el discurso institucional-partidario contiene y habilita esta doble acepción, el mundo de la experiencia individual, por otro, es formador de sentido y marco a partir del cual se resignifica el discurso partidario.

El discurso partidario: "guerra" y desplazamiento de sentido .

En junio de 1970 el PRT realiza su V Congreso que da carta de fundación al ERP. Momento de redefiniciones ideológicas por excelencia, el V Congreso es un acontecimiento fundamental en la historia de la organización, por las implicancias políticas y simbólicas de las nuevas concepciones allí delineadas.

Es en este evento que el PRT declara que:

"la guerra civil revolucionaria ha comenzado en nuestro país desarrollada por sectores de la vanguardia; que continuarán librándola la vanguardia obrera y sectores del proletariado y el pueblo y que, por último, será la lucha de la vanguardia obrera, la clase obrera y el pueblo, contra la burguesía y el imperialismo "

La acepción de enemigo contenida en este párrafo es, sin lugar a dudas, aquella que asocia al enemigo con la estructura del poder económico. Sin embargo, las implicancias políticas y simbólicas de la nueva definición de la etapa como "guerra revolucionaria" ya iniciada y el tono de urgencia contenido a lo largo de todo el documento no se harán esperar.

En las mismas Resoluciones del Congreso podemos encontrar en distintos párrafos ciertos desplazamientos de sentido que introducen en el discurso partidario la otra acepción de la idea de enemigo, aquella vinculada a los agentes represores del Estado:

"...en la guerra revolucionaria lo que se busca no es la destrucción física de la masa enemiga: en todo caso podría interesarnos destruir una parte de sus cuadros de dirección pues la fuerza en su totalidad está compuesta por una mayoría de reclutas de igual origen de clase que nuestras propias fuerzas".4

Si en esta "guerra" que ya ha comenzado la "masa enemiga" está identificada con las FFAA no es de extrañar que a los ojos de la dirección partidaria la tarea urgente del momento sea la fundación de otro ejército, revolucionario y popular, construido en oposición a ese otro identificado como "enemigo".

En las resolución de fundación del ERP leemos:

"Considerando:

Que en el proceso de guerra revolucionaria iniciado en nuestro país, nuestro Partido ha comenzado a combatir con el objetivo de desorganizar a las FFAA del régimen para hacer posible la insurrección victoriosa del proletariado y del pueblo.

Que las Fuerzas Armadas del régimen sólo pueden ser derrotadas oponiéndoseles un ejército revolucionario [...]

El V Congreso del PRT resuelve:

Fundar el Ejército Revolucionario del Pueblo y dotarlo de una bandera[...]

Construir un Ejército Revolucionario del Pueblo incorporando a él a todos aquellos elementos dispuestos a combatir contra la dictadura militar y el imperialismo"

Fundado el nuevo ejército, cuyo objetivo principal es la desorganización de las FFAA, queda por resolver el tipo de vínculo que éste mantendrá con el Partido. La pregunta por el vínculo codificado entre Ejército y Partido no es más que la pregunta por la relación entre la política y las armas o, mejor dicho, la pregunta por la concepción de la política contenida en las formulaciones conceptuales y sus implicancias tanto en las prácticas como en las subjetividades partidarias.

El momento fundacional del ERP es, también, el momento de la codificación del vínculo entre Ejército y Partido. Allí, el PRT resuelve, citando y adhiriendo al pensamiento del General vietnamita Giap, que el ejército revolucionario debe estar bajo la dirección del Partido. En la argumentación de esta decisión leemos:

"Nuestra corta experiencia nos indica [...] que la cuestión no es sólo combatir, sino que en la guerra revolucionaria es dominante la política, que el Partido manda al fusil"

Sin embargo, a pesar de estos recaudos y de los repetidos y explícitos esfuerzos por establecer la jerarquía en esa relación, parece ya un lugar común referirse a la "militarización" o a la "desviación militarista" del PRT-ERP. El mismo Luis Mattini, refiriéndose al primer año de debut del flamante ejército revolucionario (1971) protesta que, al caer presos los principales cuadros políticos de la organización:

"...los Comités Militares Regionales y el Comité Militar Nacional, organismos que teóricamente dependían del CC, o sea, del Secretario General del Partido, se independizaron de hecho y pasaron a constituirse en direcciones paralelas. Era la consumación más cruda del militarismo. [...] La desviación crudamente militarista se manifestaba en el despliegue de la actividad armada, independientemente del desarrollo político de la organización, de la situación política nacional y alejada totalmente de los puntos de vista de clase..."

¿Cuál es la razón de esta independización de los comités regionales? ¿Se la puede atribuir a los azarosos avatares cotidianos del conflicto político-militar? Y aún más importante, este militarismo ¿es una desviación? Entiendo que no. Volvamos al momento fundacional del ERP, el V Congreso. Si bien allí quedaba bien en claro, siguiendo al General Giap, que la política es quien manda al fusil, lo cierto es que la urgencia de los tiempos de "guerra" impulsa mandatos partidarios, difíciles de rechazar teniendo en cuenta el dramatismo con que se enuncian:

"Un partido de combate se caracteriza por eso mismo, porque combate, y en esta Argentina que está en guerra, la política se hace en lo fundamental armada, por lo tanto, en cada lugar donde el Partido esté presente en las masas se debe impulsar las tareas militares. Combatir, formar el ejército en la práctica de la lucha armada: quien no pelea no existe".

Para Roberto Pittaluga la concepción de guerra revolucionaria que planteaba el PRT-ERP posee un conjunto de características cuyos efectos sobre las formas del pensar y el hacer políticos, sobre las subjetividades militantes y sobre los dispositivos organizacionales, fueron más que relevantes. Coincido con él en que lo que permite esta nueva argumentación de la guerra revolucionaria es empalmar conceptualmente la dinámica sociopolítica con la construcción del ejército revolucionario, y ésta es, para el PRT, la tarea fundamental. De este modo, la militarización del PRT no es una desviación, sino el núcleo de las formulaciones conceptuales y de las imaginaciones de la revolución como guerra.

Si "la política se hace en lo fundamental armada" es porque esta Argentina está en guerra. De ahí, que quien quiera hacer política, deba empuñar un arma, o al menos estar dispuesto a hacerlo si el partido así lo dispone. A partir de entonces, toda persona deseosa de intervenir en el mundo de la política con ansias transformadoras deberá ingresar primero al Ejército, y sólo a partir de allí, luego de dar cuenta de la solidez de sus convicciones, de la entereza de su moral, de su coraje y de su decisión de combate, podrá incorporarse al Partido. Paralelamente todo "militante" del partido es recategorizado como "combatiente" del Ejército. El lenguaje bélico coloniza la política y las implicancias subjetivas de esta colonización y los mandatos de combate que contienen aparecen sorpresivamente nítidas en los discursos de mis entrevistados, puesto que si la concepción de guerra habilita e introduce en el discurso partidario la acepción de enemigo vinculada a las fuerzas represoras del Estado, en el mundo de la experiencia individual parece producirse un nuevo desplazamiento de sentido en la misma dirección:

E: -Dentro de los cánones del Partido ¿cómo era el militante ideal?

-" …el militante que nosotros vivíamos …el más alto militante era el guerrillero, ese que dejaba todo por enfrentarse a los militares. Eso era como nosotros lo sentíamos."

E: ese enemigo que estaba "de la vereda de enfrente" ¿cómo era?

"¡Ah, no! Era…salvo los heladeros, eran todos los que llevaban uniforme. Claro, era muy precario…"

El mundo de la experiencia individual. Apropiación, resignificación y nuevos desplazamientos de sentido.

La dimensión de la experiencia individual es tanto un marco a partir del cual se apropia el discurso partidario como una instancia formadora de sentido. Es, en definitiva, un espacio de resignificación.

Las personas que componen la militancia perretista, nacidas en su mayoría en la década del 50, han aprendido a lo largo de su historia personal previa al ingreso partidario, a través de distintos espacios tanto privados como públicos, una versión de la política fundada en el paradigma amigo-enemigo que excluía la posibilidad de un espacio un negociación. Sus primeras aproximaciones al mundo de la participación política asumían la forma de un enfrentamiento violento.

Tanto Carlos como Miguel participaron como estudiantes, antes de ingresar al ERP, de la ola de movilización político-social de fines de la década del 60. Sus recuerdos, dan cuenta de las implicancias políticas y subjetivas que esta experiencia tendrá para sus vidas.

"Cuando ibas a una movilización, como estudiante, te encontrabas con los otros, los de a caballo, a sablazo limpio […] te empiezan a manifestar que no ibas a vivir seguro, no vivías en democracia, bueno, tampoco vivías seguro"

"Y bueno, el enemigo, los malos, eran la policía y la represión, viste, y empezar a constatar que era así, que la policía reprimía, que la policía no solamente estaba para …poner presos a los ladrones…"

-¿Qué efectos políticos tuvo el Rosariazo para vos?

"Yo creo que es la cara de la represión, qué es la policía, qué es la represión, lo que son los muertos, lo que más me podía convencer, dos años después por qué la guerrilla…la fuerza bruta, digamos, la fuerza bruta […] y por el otro lado la fuerza de la gente […] Ahí ya me quedó en claro algo: que entrar a la facultad significaba entrar a luchar en contra de la dictadura"

La política comenzaba a ser entendida así, no como un encuentro de voluntades con resolución incierta sino más bien, como un enfrentamiento dramático y terminante cuya resolución sólo podía consistir en la destrucción física de uno u otro. Este aprendizaje inicial será, más tarde, el punto de articulación y confirmación de la concepción de política implicada en el discurso institucional perretista: la guerra.

El bautismo de fuego de estas primeras experiencias constituye, para gran parte de la militancia perretista, el momento original de una construcción identitaria conformada por un "nosotros" y un "ellos" enfrentados bajo la lógica de la violencia material.

La identidad que comienza a construirse es, justamente en oposición a un otro que son, en principio "los de a caballo", "la policía" y los militares. Un enemigo enfáticamente vinculado a las fuerzas represivas, que actúa a "sablazo limpio" y al cual sólo se lo puede interpelar con las armas:

-¿Y por qué el PRT-ERP?

"Bueno, yo ya te conté, la duda era entre el ERP y el peronismo. Estaba de acuerdo con el tema de la lucha armada, osea que a los militares no se los iba a desalojar con buenos modales, sino que había que enfrentarlos con un ejército…esa era la idea"13

En tanto el mundo experiencial es una espacio formador de sentido, las definiciones ideológicas y políticas del PRT-ERP que contenían una doble acepción de la idea de enemigo serán resignificadas en el plano subjetivo provocando un nuevo desplazamiento de sentido en favor de un enemigo básicamente uniformado. Si la concepción de revolución entendida como guerra encerraba en el discurso partidario el núcleo del militarismo, esta cadena resignificativa tendrá, como principal efecto una nueva des-politización del enemigo. Éste aparecerá, cada vez más distanciado de la estructura de clases que le da origen. Militarismo y despolitización se despliegan a la par a través de una dinámica de retroalimentación entre el discurso partidario y la experiencia subjetiva.

Ya para 1972 leemos en una publicación partidaria:

"ASÍ DE IDENTIFICA A LOS ENEMIGOS DEL PUEBLO"

Generalmente son policías, militares y delatores al servicio de nuestros explotadores

Son los que torturan y asesinan a nuestro pueblo

Son los que asesinaron a [...]

Son los defensores incondicionales de los amos de nuestras fábricas.

Son los que cuidan las fábricas con armas, garrotes y gases.

Son los que con la prepotencia y las balas nos quieren domesticar

Son los gusanos, parásitos de nuestro pueblo que no trabajan y se comen el presupuesto nacional"

Sólo la última de estas siete formas de identificación publicitadas a viva voz por el órgano oficial del ERP alude a un enemigo vinculado a la estructura de clase. La jerarquía explícita de este orden no resulta ser un detalle menor por cuanto las repercusiones que provoca en la imaginería militante. La insistencia enfática en la identificación de un enemigo uniformado obtura, cada vez más, la posibilidad de internalización de la otra acepción de enemigo.

Si al enemigo se lo reconoce por los rasgos que aquí se le atribuyen no es sorprende el estupor de Miguel cuando, al evocar su experiencia de custodio en las "cárceles del pueblo" donde se encuentra frente a frente con su prisionero, recuerda:

"Eh…yo lo respetaba viste […] no trataba de asustarlo, nada de eso. […] No me parecía tan malo como decían. Me parecía un tipo bastante parecido a mí…que estaba ahí, viste. No era un militar […] era un empresario. Me daba la impresión que era parecido a mí, viste. Osea, la sensación, más allá de lo teórico, era decir bueno, no sé por qué este tipo está acá [risas] no es tan malo bah, no lo veía como una persona mala, no lo veía como a un enemigo"

Mencionaba anteriormente los efectos que tienen sobre estas subjetividades personales aquel aprendizaje político primario de jóvenes estudiantes bajo la dictadura de Onganía, en el cual el enemigo tenía el rostro de la represión policial y militar que caracterizaron las movilizaciones sociales de la época. Sin embargo, el enfoque, aunque pertinente, resulta parcial o, mejor, insuficiente. Y esto, porque encuentro en otros entrevistados con experiencias iniciales distintas un movimiento paulatino que va desplazando al enemigo de clase por un enemigo uniformado.

Pensemos en la historia de Raúl. Obrero metalúrgico desde los 16 años, comienza su lucha política a través de la participación sindical por reivindicaciones salariales y laborales. Sus broncas y sus odios crecieron en la fábrica al abrigo de una experiencia de explotación extrema. Para él, que también había sido reprimido en el rosariazo por las huestes policiales, el enemigo estaba constituido, al inicio de su militancia, fundamentalmente, por la patronal. Se incorpora al ERP a mediados del 1973. Exploremos sus recuerdos:

De las acciones armadas en las que participaste ¿cuál es la que recordás como más importante?

"Y de por sí, la primera, donde tomamos la fábrica donde yo estoy, que los patrones eran todos unos hijos de puta y…verlos en ese momento todos cagados, temblando…era algo que yo me acuerdo siempre como si fuera hoy, dónde estábamos parados cada uno…todo […]Te imaginás que la gente siempre puteando contra la patronal que estos hijos de puta que nos hacen esto, que hacen tal cosa y cuando vos llegabas y les juntabas los patrones ahí adelante de todos y los apretabas y los tipos se cagaban todos y te daban la llave del auto sin problema, no sabían en qué bolsillo buscar para dártela más rápido y eso…qué sé yo, entonces, era el goce después de los compañeros"

Aquí, el enemigo es, sin duda alguna, un enemigo de clase y la gratificación de "los compañeros" encuentra su significado en el efímero instante de reparación justiciera a través del cual se invierte el sentido del miedo y la humillación. En su experiencia cotidiana de explotación Raúl construyó un enemigo cuya acepción implica, básicamente, la noción de clase. Lo que lo equipara en un inicio a otras experiencias militantes es, en todo caso, su noción polarizada de la política, la política entendida como espacio de confrontación con pocas o ninguna posibilidades de negociación. Cuenta Raúl que en las reuniones entre los delegados y la patronal, el dueño de la fábrica, "el turco", asistía con su inseparable escopeta de caño recortado. En el caso de Raúl, esta primera aproximación al mundo político encierra una noción bélica del conflicto de clase. Esta noción de enfrentamiento a un enemigo-patrón hallará una articulación feliz, por un lado, con la acepción perretista del enemigo-burgués y, por el otro, con la noción partidaria de la revolución entendida como guerra:

-¿Cómo eran las acciones armadas?

"Bueno, en esa fábrica, todo compañero que ingresaba, debutaba tiroteándole la casa al Turco, viste. Es más, él decía que estaba en guerra con el ERP, él personalmente estaba en guerra con el ERP y andaba siempre con tres o cuatro guardaespaldas. Además era presidente de la Cooperadora Policial de la provincia, la cana siempre a su disposición "

Hasta aquí, está bien claro quién es el enemigo de Raúl. Sin embargo, me pregunto por los efectos que sobre su memoria tuvieron la otra acepción de enemigo contendida en el discurso partidario y sus años siguientes de experiencia militante. Cuando en una entrevista posterior le pregunto quién era el enemigo contesta:

"Mirá, por ahí en los planes y en teoría, el enemigo sabíamos quién era: la burguesía, el imperialismo, el Estado. Pero en concreto el enemigo nuestro de ese momento era la cana que era con quien nos enfrentábamos por ahí, viste...Yo te digo, por mi experiencia, para mí, el enemigo concreto era la cana"18

Efectivamente, en su vida cotidiana, y a medida que la represión se encrudece, el militante del PRT-ERP se enfrenta, casi cotidianamente a un enemigo que aparece cada vez más frecuentemente representable a través de un uniforme. No huye del empresario, ni del burgués. En su experiencia clandestina, en los frentes de masas, en las cárceles y en las calles, el militante se enfrenta casi exclusivamente a los agentes represores del Estado. Éste es el enemigo para él, un enemigo casi privado, desvinculado de la estructura del poder de clases, y por tanto, despolitizado. Si la dimensión colectivo-partidaria había habilitado a través de la coexistencia de las dos acepciones del término enemigo, la dimensión experiencial permite una apropiación y resignificación del concepto que empuja, desde diversos ángulos y razones a nuevos desplazamientos semánticos.

Leyendo las editoriales de El Combatiente, algunos boletines internos o declaraciones extraordonarias del Partido, uno puede reconocer algunos esfuerzos retóricos por invertir el sentido del desplazamiento semántico y restituirle al enemigo su carácter de clase. Sin embargo, lo esporádico de dichas intervenciones, la presencia siempre tangible tanto en el discurso partidario como en la dimensión experiencial del enemigo como represor convierten a aquellos esfuerzos en fallidos y pronto olvidables intentos. Los cuadros primarios de dirección permanentemente perseguidos, asesinados o encarcelados son reemplazados por entusiastas y nuevos compañeros que traen consigo la experiencia resignificadora de su práctica militante en tiempos de guerra. En sus manos irá quedando la formación política y militar de los nuevos ingresantes.

Luis, que comienza su militancia en el ERP a comienzos del 74, recuerda muy bien haber sido "preparado" en las "escuelas" del ERP para enfrentarse al enemigo:

"en cierta medida habíamos recibido cierta instrucción en cuanto a la operatividad del enemigo …éramos conscientes de infiltrados, éramos conscientes de los servicios de inteligencia, éramos conscientes de la policía común, del policía que anda con el Comando Radioeléctrico por la calle, del vigilante que dirige el tráfico o el vigilante que cuida un banco"

Es cada vez más en oposición a este enemigo, que el PRT-ERP irá construyendo, a partir de un movimiento casi especular, su propia identidad. Piénsese, por ejemplo, en el uso casi obligatorio y ceremonial del uniforme verde oliva, que se impondrá a los guerrilleros perretistas a partir de 1974. Y esta construcción identitaria, involucra a su vez en una relación dialéctica la construcción del otro. La afirmación e identificación de un "ellos" en la misma dinámica de afirmación e identificación de un "nosotros".

-Antes de la cárcel ¿cómo te imaginabas que era ese enemigo?

"Yo me imaginaba nomás que me podían matar. No me imaginaba que me podían torturar, pero…no me imaginaba el retorcimiento, no me imaginaba los desaparecidos, sabía que torturaban pero…[…] Yo pensaba que era un Ejército de línea, con una ideología…osea me lo imaginaba a imagen y semejanza nuestra pero al revés…"

Por lo demás, esta especularidad excede con mucho las prácticas rituales y las dimensiones subjetivas para encontrar también su espacio en el mundo material de la línea y la praxis partidarias.

En septiembre de 1974, luego del asesinato de algunos guerrilleros en Catamarca Santucho hace pública a través de los órganos oficiales del Partido y del Ejército la siguiente decisión:

"Luego de 16 días de investigaciones, hemos tomado una grave determinación. Nuestra organización ha decidido emplear la represalia: mientras el ejército no tome guerrilleros prisioneros, el ERP, tampoco lo hará. Responderemos ante cada asesinato con una ejecución de oficiales indiscriminada. Es la único forma de obligar a una oficialidad cebada en el asesinato y la tortura a respetar las leyes de la guerra"

En última instancia, el PRT-ERP está en guerra. Y en esa guerra el principal sujeto interpelado es ese enemigo-Ejército que a los ojos del PRT-ERP ha dejado de respetar el mundo de códigos compartidos de combate que toda guerra delimita. Abrumado a estas alturas por la acepción de un enemigo des-politizado, la única respuesta posible es la militar, invadida a su vez ésta, por el móvil casi privado, de la represalia.

En esta cadena de resignificación-despolitización el destino personal de cada militante hará lo demás:

"en los ocho años preso yo adquirí algo que antes no tenía: que era el odio, el odio a los represores [...] el odio al enemigo, a los militares, a todo lo que viste uniforme lo adquirí en la cárcel.[...] yo cuando salí de la cárcel los quería matar a todos, les tenía un odio terrible […] ya no porque se explota a la clase obrera, no, no, odio contra este hijo de puta que me torturaba, que me humillaba "

Estado, clase y política en los años 70.

La convivencia de dos acepciones del concepto de enemigo - convivencia originada y alimentada tanto en la concepción de la polítca entendida como guerra propia de las formulaciones partidarias como en la dimensión experiencial - remite a una pregunta que si bien escapa a las posibilidades de este trabajo no puede dejar de plantearse.

Esa pregunta interpela, por un lado, a la forma en que el PRT-ERP piensa la relación entre Estado y clase en la Argentina; por otro, busca cotejar esa mirada con las particularidades de la realidad político-institucional de los tempranos años '60 y '70.

Una de las primeras cuestiones a destacar es el rol, por momentos ambiguo, que el PRT-ERP le atribuye en sus análisis políticos a las FFAA en relación con la clase dominante. Pues si bien por un lado podemos ver que éstas aparecen tan sólo como garantes necesarios de un orden capitalista dependiente, por otro lado, ese rol parece desplazarse hacia una suerte de autonomización política de las FFAA.

Veamos cómo aparecen cada una de estas caracterizaciones en dos resoluciones del Comité Ejecutivo de 1971 y 1972:

Haciendo referencia a los intentos de acuerdos políticos entre Lanusse y los partidos políticos para garantizar una salida "ordenada" de la dictadura militar, se explica que: "sería el movimiento la Hora del pueblo, donde se concretaría la alianza de la burguesía con el visto bueno del imperialismo, permitiendo el retorno de los militares a los cuarteles, asegurada la estabilidad del régimen..."

Casi un año más tarde, leemos: 

"La crisis actual de la Argentina capitalista no tiene ninguna posibilidad de ser superada a corte o mediano plazo, por ningún gobierno burgués. El gobierno que surja del proceso electoral próximo, lo mismo si es o no peronista, estará incapacitado para concretar ni siquiera soluciones mínimas. (...) En el caso de un gobierno peronista, este proceso no será más lento porque la posibilidad de maniobra, producto de la confianza de las masas, será contrarrestada porque esta confianza favorecerá también la movilización obrera y popular por reivindicaciones inmediatas. Así, un nuevo gobierno parlamentario se encontrará con las masas en la calle, con la ampliación de la lucha de masas, obligado desde bambalinas por las FFAA a reprimir violentamente."

En la primera cita las FFAA aparecen tan sólo como garantes de un orden en crisis, rol que les "permitiría" volver a los cuarteles una vez que la alianza de la burguesía pudiera asegurar por sí misma la estabilidad del régimen. De lo cual se deduce que la intervención de las fuerzas represivas del Estado en la conflictividad política encuentra su razón de ser en la imposibilidad de la clase dominante de garantizar un régimen político estable que permita llevar adelante su proyecto de dominación.

En la segunda cita, la clase dominante aparece imposibilitada para cumplir con ese objetivo por sí misma. Sin embargo, ya no es ella quien apela al aparato militar del Estado para garantizar el disciplinamiento político-social necesario, sino que son las propias FFAA las que "obligarían" al gobierno burgués a reprimir violentamente. El giro discursivo no resulta menor, puesto que de ser el auxiliar armado de un orden las FFAA pasan a ser el núcleo duro del poder, el bastión del sistema, las beneficiarias últimas de un orden social desmovilizado.

Es indudable que la participación violenta de las FFAA en la vida institucional argentina, al menos desde 1930 en adelante, no sólo viene a verificar esta mirada sino que, en efecto, esta reiterada irrupción las constituye en factor de poder determinante en el mapa político de la época,. Sin embargo, es menester detenerse en el tipo de relación existente entre las FFAA y la clase dominante argentina. Y es aquí donde intuyo que el PRT-ERP sobreestima a las FFAA en cuanto a la posición que ocupan en el entramado de las relaciones de poder:

"Hoy en la Argentina, ante el embate de las masas, la persistencia de la guerrilla, la agudización de la crisis económica, le es imperioso a la burguesía y a su dirigente el Partido Militar, recurrir al engaño para reorganizarse"

Aquí, para el PRT-ERP, las FFAA son, en definitiva, el grupo hegemónico de las clases dominantes. Han dejado de ser custodios de un orden burgués para ocupar el puesto de dirigencia de clase. Que la clase dominante de la Argentina de la época se encuentre imposibilitada de resolver pacíficamente las pujas internas de las distintas fracciones que la componen, es más que plausible. Pero sospecho, y quiero recalcar el carácter tan sólo especulativo de estos párrafos, que atribuirles el rol de dirigencia de clase es atribuirles, de alguna manera, un interés último y autónomo que vendría a oscurecer la naturaleza intrínseca de su rol en el entramado de un Estado.

Y esto nos envía a otra cuestión fundamental que es la forma en que el PRT-ERP piensa al Estado.

En una declaración titulada: "Por qué el EJÉRCITO REVOLUCIONARIO DEL PUEBLO no dejará de combatir. Respuesta al Presidente Cámpora", del 13 de abril de 1973 y firmada por el Comité Militar Nacional, leemos:

"El gobierno que el Dr. Cámpora presidirá representa la voluntad popular. Respetuosos de esa voluntad, nuestra organización no atacará al nuevo gobierno mientras éste no ataque al pueblo ni a la guerrilla. Nuestra organización seguirá combatiendo militarmente a las empresas y a las fuerzas armadas contrarrevolucionarias [...]

En cuanto a la policía, que supuestamente depende del Poder Ejecutivo, aunque estos últimos años ha actuado como activo auxiliar del ejército opresor, el ERP suspenderá los ataques contra ella a partir del 25 de mayo y no la atacará mientras ella permanezca neutral, mientras no colabore con el ejército en la persecución de la guerrilla y en la represión a las manifestaciones populares [...]

La experiencia nos indica que no puede haber tregua con los enemigos de la Patria, con los explotadores, con el ejército opresor y las empresas capitalistas expoliadoras [...] NO DAR TREGUA AL ENEMIGO [...]

¡Ninguna tregua al ejército opresor!

¡Ninguna tregua a las empresas explotadoras!" 

Para decirlo sencillamente, el PRT-ERP, está fragmentando al Estado, y autonomizando las partes que lo componen: ejército, poder ejecutivo, policía, aparecen en esta declaración como actores políticos autónomos, independientes unos de otros.

Escapa a mis posibilidades y a los objetivos primarios de este trabajo ahondar en la naturaleza y características del Estado argentino de la época. Baste tan sólo afirmar que cualquier pregunta sobre la "militarización" de la política de aquellos años necesita indagar una dimensión poco sencilla: aquella que remite al complejo entramado de fuerzas articuladas a través de la coerción y el consenso. Se trata, en definitiva, de desentrañar la radiografía y la dinámica del poder.

He intentado en este escrito dar cuenta de la compleja dinámica de construcción de uno de los componentes claves del sistema de referencias perretista: el enemigo. Las dimensiones involucradas en el análisis responden a la certeza de que la conformación identitaria y las prácticas políticas de una organización como el PRT-ERP debe pensarse como un complejo proceso que articula tanto el universo de las formulaciones ideológicas, como el de la producción de subjetividades.

Y esto porque volver inteligible nuestro pasado reciente exige inmiscuirse, una vez más, en las profundas razones de quienes acuñaron, con la fuerza de un grito de guerra, el mandato último y dramático de "A vencer o morir".

 En memoria de Mario Roberto Santucho 

Las generaciones de precursores del movimiento revolucionario en América Latina presentan –para los historiadores- ciertos problemas. Era tal la presión por el cambio social y el ritmo que la situación política demandaba que los dirigentes y las ideas se renovaban unos y otras. Cambios que, en tiempos pacíficos, llevan generaciones enteras. La solución de problemas teóricos y prácticos, la respuesta a las tácticas del enemigo, el afinamiento de las respuestas nacionales a los problemas del cambio, están en la base de todas estas mutaciones. La teoría de que las revoluciones eran exportadas se demuestra completamente falsa. Si los partidos comunistas hubieran estado a la altura de las circunstancias y no en un seguidismo estéril y mecánico la historia hubiera sido bien otra. Que las revoluciones son las locomotoras de la historia se aplica perfectamente en el caso latinoamericano. 

Mario Roberto Santucho es uno de esos precursores en la Argentina, pero su acción y su obra lo trasciende y tiene importancia y referencia para toda América Latina. Nació el 12 de agosto de 1936, murió, en combate, el 19 de julio de 1976. Tenía 40 años de edad. Hasta el día de hoy una parte inmensa de la documentación sobre su vida está oculta. De la misma manera sus restos físicos no tienen sepultura legal y sólo se sabe que los paladines de la democracia, los hombres del uniforme, los supuestos caballeros honorables, no se conformaron con la muerte de un adversario sino que se ensañaron con los restos físicos, como los cobardes sin honor que siempre han sido. Reclaman aún sus hijos los restos. 

El silencio oficial –la terca voluntad de los oficiales superiores, todos con escuela de Estado Mayor- les responde. 

¿Qué es lo que motiva estos odios, tanta irracionalidad, la absoluta incapacidad de los mandos superiores de actuar profesionalmente? –El odio de clase. 

Los mismos militares que son capaces de rendirse como lo hicieron en las Malvinas o de tomar prisioneros con respeto a las normas de la guerra, son capaces de la caballerosidad con los extranjeros (que antes fueron amos), pero incapaces del más mínimo respeto con sus compatriotas que los enfrentan con las armas en la mano. La caballerosidad, en nuestras guerras civiles, siempre ha estado por el lado de los insurrectos, los otros, los hombres del entorchado, se han comportado siempre como bestias. Y como bestias que se olvidaron de los manuales y de las convenciones deberán ser juzgados cuando el momento llegue. Por criminales de guerra.

¿Hemos reflexionado alguna vez sobre ese aparente comportamiento mecánico? Cómo era posible que los civiles en armas, que aprendieron sus rudimentos militares en los ejércitos, de su breve pasada por ellos, tomaran el espiritu de la caballerosidad y del respeto al enemigo vencido? ¿Cómo es posible que los militares de escuela, lo olvidaran? Hay algo que tiene que ver con la esencia humana, que perdura más entre los civiles y que es más fuerte que el odio hacia el enemigo. Que sabe distiguir entre adversario vencido y sus derechos humanos. 

Todo militante, todo hombre o mujer honesto, dispuesto a impulsar un cambio social, por una sociedad más humana y más justa, deberá tener presente este antecedente que nos viene desde los mismos albores de nuestra historia. "No escatime sangre de gauchos –decía epistolarmente Sarmiento- es lo único que tienen de humano". Y aquellos pensamientos atroces, bestiales, fueron formulados como teoría a una práctica que viene desde antes de 1811. Son el acerbo de la denominada historiografía liberal argentina, lo que algunos denominan "El Eje, Mayo-Caseros". Practicaron -todos estos "civilizadores" los Pueyrredones, los Soler, los García, los Alvear, Lavalle, Mitre, el gacetillero Sarmiento y muchos otros que vinieron después- como método constante el asesinato de sus enemigos, la violación de sus mujeres, la violencia contra las familias (ni la madre de Quiroga se salvó de que la pasearan en cadenas, como una fiera). Y esa tradición se cultiva en las escuelas militares, en los cursos, en los Estados Mayores. Videla y toda la patota de atorrantes de uniforme han mamado en esa escuela. Los poquísimos oficiales que reconocen estas vergüenzas deben saber que son sus propios compañeros de promoción las bestias y que cualquier regeneración pasa por reconocer los hechos, condenar moralmente los excesos y someter los individuos a la justica por los previstos penales en los que han incurrido. Y debería ser agravante, la circunstancia, de que los delitos los practicaran con sus propios compatriotas. 

Y en cambio, cuánta nobleza en los caudillos populares, los "bárbaros", empezando por el primero de todos ellos, nuestro oriental: Don José Gervasio Artigas!!! De ellos viene el "Clemencia para los vencidos" de lo que se olvidaron en la Banda Oriental, los denominados Tenientes de Artigas, esa liga miserable de masones, que la juega a distribuir analisis entre la izquierda, a ver si "cazan", cuando los cambios lleguen. 

El revisionismo histórico, que en el Río de la Plata tiene a Luis Alberto de Herrera como precursor reconocido por todos, se ha encargado muy mucho de levantar a aquellos héroes que luchaban defendiendo las provincias, sus producciones, el trabajo humano que en ellas se generaba y la sociedad civil a la que la actividad económica daba lugar. Los liberales de entonces, eran los neo-liberales de ahora. La misma raza maldita del sometimiento y del vasallaje. Absolutamente los mismos cipayos al servicio entonces de Inglaterra, hoy de los Estados Unidos y mañana de cualquier extranjero. 

Mario Roberto Santucho viene, en la Argentina, desde ese mismo interior. Donde entre el pueblo, al lado de la historia oficial que se enseña en los manuales escolares, vive en la memoria popular la otra historia, la que oficialmente no se reconoce nunca. La que es tabú, herejía y está proscripta. El indigenismo es parte de ese caudal y a él estuvo ligado Santucho en sus primeros años. Pero también el radicalismo. Cualquier análisis del origen político familiar de los principales jefes y responsables de lo que después será el PRT-ERP lo muestra. 

¿Y lo moderno, lo que produce la sociedad industrial? –También está presente en el pensamiento socialista del cual el trotsquismo es una parte. Pero atención: el trotsquismo de la lucha y de la resistencia, no el trotsquismo del aparatismo, de la paja teórica y de los caudillejos y maniobreros con pretensiones de Gran Bonete. El del "vasco" Bengochea, el de Luis Pujal, el de Pedro Bonet, el de Lionel MacDonald, el de Clarisa Lea Place, el de Eduardo Raul Merbilhaá, porque en el Río de la Plata no somos tantos que no nos conozcamos bien. Ni las palabras de homenaje nos brotan de las circunstancias. Son más bien gritos que nos vienen del corazón (el "soronca" como decimos los orientales). 

Santucho, por méritos propios, fue el artífice principal de aquella organización política. Y en los meses previos a su muerte, la figura más importante entre los jefes revolucionarios argentinos. 

¿Como medir, la vocación revolucionaria que sembraba entre los militantes de su organización? -No la medirán nunca las palabras –ni las nuestras ni las de otros- las mide el enemigo. Para los militantes del PRT-ERP había solamente exterminio. El enemigo sabía perfectamente bien que eran completamente irrecuperables, que habían atado su vida completamente a la revolución socialista en la Argentina. Era el mayor compromiso de todos aquellos: los que murieron y los que -por azar- salvaron sus vidas. 

Mucho más habría para decir de este precursor, de este combatiente, de este jefe destacado. Está el tema de la unidad con las otras corrientes del movimiento popular, la creación de la JCR, los militantes chilenos y uruguayos que cayeron en la Compañía del Monte, el tema del paralelo con Raul Sendic. Inclusive el tema de la desviación militarista final, que en más de un aspecto es paradójico y que exige un análisis. 

Terminemos sin embargo estas notas recordatorias con las palabras de un adversario, del general Fausto González, publicadas en el libro de María Seoane "Todo o nada". 
"Santucho era uno de los enemigos más notorios, más representativos, más tenaces. En cómo terminó esa historia se pueden ver otros elementos: los dirigentes montoneros en su mayoría escaparon del país. Los del ERP murieron combatiendo. Esto, marca dos filosofías diferentes: en cuanto Montoneros ve que ha fracasado su intento busca una salida hacia el exterior. Hay gente del ERP que también salió del país, pero Santucho muere acá, en su ley. Su obsesión no le permitía ver que todo estaba perdido. Eso sí, era un producto de esta sociedad. Virtuosos o equivocados, todos ellos fueron un producto de la Argentina, como Rosas, Urquiza, Sarmiento. A la larga, dentro de muchos años, Santucho será entendido como un producto del país como lo fue Alejandro Lanusse. A lo mejor, fue mucho más representativo de la sociedad argentina Santucho que el Che Guevara. Más aferrado a su tierra, aunque estaba equivocado, dados los problemas del país, y por la situación internacional, Santucho buscó la salida de la revolución. Entonces despreció la democracia (¡?) fue antisistema. Veo improbable –porque estaba menos contagiado por el poder económico que Firmenich- que Santucho hubiera aceptado un indulto. Era más militar en ese sentido, tenía que morir peleando. Era como un héroe de la tragedia griega. Curioso, porque a pesar de estar el ERP en contra de los fascistas, su acción también derivó en un viva la muerte. Y a partir de 1974 comenzó una lucha a muerte de ambos lados. La salida política estuvo ausente y triunfó la lógica de la violencia y perdió la Nación porque desangra a una generación y a las FF.AA. La muerte de Santucho fue sólo un acontecimiento porque existía el convencimiento de que él era sólo la cabeza de un núcleo que iba a seguir accionando Y justamente uno de los errores de las FF.AA. en esta guerra, que fue fundamentalmente política, por el poder, fue quedarse con la derrota militar de un sector y no establecer un pacto político con las otras fuerzas de la sociedad. Por eso las consecuencias posteriores. Y el momento de sentarse con todas las fuerzas políticas para discutir qué hacer con la Nación fue 1974, pero no se hizo. En 1976 ya fue tarde" 

Son palabras del enemigo –con todo lo que esto conlleva- pero también Mitre escribió sobre su contemporáneo Artigas, su particular enemigo, palabras que –palabra más, concepto menos- han soportado la prueba del tiempo. 

El resto, lo que falta, el verdadero homenaje, lo escribirá la gente trabajadora argentina, cuando derrote definitivamente a los parásitos que la explotan.

Santucho y la determinación

Argentina.- Uno de los rasgos políticos más originales de Mario Roberto Santucho fue su persistencia en la necesidad del Partido obrero como instrumento indispensable para una política de poder revolucionario inscrita en la certeza de vivir la época del tránsito del capitalismo hacia el socialismo.

Lo notable de Santucho, en este aspecto, consistía en que, siendo impulsor de las líneas más radicalizadas de las concepciones político-militares de los años sesenta, el más auténtico seguidor y recreador de Guevara, discrepara sustancialmente con los elementos que distinguían el llamado «foquismo». Estos eran, en trazos gruesos: Poner la fuerza militar como rectora del proceso; la formación de «columnas» guerrilleras, surgidas de la inspiración de la experiencia cubana; el mando único en base al «Comandante» y los «cuerpos de comandantes» a quienes se subordinaba el «movimiento político» ; la búsqueda de apoyo social fundamental en el campesinado o, en el caso de las regiones urbanas, el los sectores más excluidos , los cuales por lo general consistían en éxodo campesino hacia la ciudad no incorporado al proceso industrial y la baja clase media pauperizada. 

Para Santucho, en cambio, el Partido de la clase obrera, como órgano colectivo dirigente de la revolución, debía ser el mando supremo de la fuerza militar. Y esto tenía una profundidad y consecuencias mayores que las sospechadas a simple vista, pues el objetivo de Santucho no era el partido en sí, sino éste como medio de formación del sujeto. Es decir, para el jefe del PRT-ERP, el problema del sujeto era el problema fundamental de la revolución.

Esto tenía que ver, además, con la interpretación de Santucho acerca de los «desgeneramientos» de los procesos revolucionarios que conformaron el llamado socialismo real y la frustración de los movimientos «nacionales y populares» cuyos objetivos fueron a la postre «traicionados». En el primer caso la burocratización que desnaturalizaba el socialismo y en el segundo caso la subordinación a la burguesía.

Frente a estos hechos, recorría Latinoamérica una tendencia bastante extendida que intentaba poner como «antídoto» la base campesina, la cual por provenir «de la tierra» no estaría corrompida por la ciudad como la clase obrera. A su vez, el ejercicio de la lucha armada actuaria, no solo como «engendrador de conciencia», sino hasta como «purificador» de la corrupción política. Era muy fuerte la ingenua idea que la lucha armada impedía la burocratización.

Sin embargo, para Santucho - o quizas hoy podríamos decir la apuesta de Santucho - consistía que la clase obrera por expresar la contradicción antagónica con el capitalismo, por no tener «nada que perder, salvo sus cadenas», por su papel en la producción, por su destino histórico, por su capacidad de organización y disciplina; era la única garantía objetiva contra esas desviaciones. Pero la "objetividad" de dicha garantía contenía al mismo tiempo una tendencia hacia la consolidación del sistema capitalista (pacto social) en tanto y cuanto no adquiriera el carácter de sujeto autónomo.

Hasta aquí solo se trataba del abc del marxismo de los cursos de Politzer, que nos deja un seco determinismo «objetivista», el llamado «determinismo histórico», muy cerca de las posiciones de los partidos comunistas de pos guerra y no tan lejos del ala izquierda de las socialdemocracia. 

Por eso es que Santucho avanza en Lenin, lo profundiza y trata de zafar del determinismo para encontrar en el jefe bolchevique aquello que, tanto él como muchos de nosotros sosteníamos, fue su rasgo más original, con el cual se identifica el Che a pesar de las evidentes diferencias de tiempos, espacios y estilo. 

Se trata de la determinación, así como sustantivo, llamado a veces «‘determinismo subjetivo» o «determinismo de la voluntad», el cual, dicho sea de paso, fue reflotado por el «guevarismo tardío» de la década del ochenta bajo la expresión «factor subjetivo», pero sin lograr aprehenderlo porque para ello se necesitaban dos cosas: erradicar el determinismo histórico y asumir la determinación de Santucho como paradigma de la radicalización política de la generación del setenta. (De ahí el fracaso del 16 Congreso del PCA y otros intentos de recomponer la izquierda revolucionaria en los años del alfonsinismo: falto determinación.) 
El determinismo histórico originado en el iluminismo de la burguesía del siglo XIX, junto con el mito del progreso y la absolutización del saber científico, fue un lastre que arrastro el marxismo prácticamente hasta la década del ochenta. Suponía que la historia de la humanidad era un camino de espiral ascendente desde alfa a beta y en donde siempre el futuro seria mejor que el pasado. 

Ciertamente todos compartíamos este mito teórico aparentemente confirmado por los rotundos éxitos de la revolución en el mundo, sin percatarnos que el hecho de que esas revoluciones se produjeran sistemáticamente en los países «atrasados» (atrasados desde el punto de vista de la teoría del progreso) no era solo que «la cadena se rompía por el eslabón más débil» sino que estaba cuestionando precisamente ese determinismo.

Sin embargo, la paradoja de este siglo fue que la praxis de los revolucionarios se llevo a cabo a pesar de la aceptación teórica del determinismo histórico y la teoría del progreso. Dicho de otra manera, los hechos demostraron que entre condiciones objetivas y condiciones subjetivas, las revoluciones o los actos revolucionarios, triunfantes o no, se produjeron fundamentalmente por las condiciones subjetivas y que las revoluciones,tanto en su estallido como consecuencias, sorprendieron a los revolucionarios. 

Desde luego, no los «sorprendieron», tomando café en los locales partidarios, sino precisamente dedicados a la revolución. Fueron sorprendidos por su propia obra.
Se puede observar, y sobre todo hoy día después de tantas experiencias, que estas concepciones se deslizan por muy delicados equilibrios,ya que fácilmente se cae en el idealismo filosófico y el tan condenado voluntarismo. Sin embargo, la declinación actual del determinismo histórico como pretensión de prever el futuro, ha dejado claro que el papel de los hombres y mujeres en la historia no consiste en accionar con el conocimiento de un camino hacia un destino existente objetivamente y por tanto previsibles por el análisis lógico racional (determinismo) sino por la actitud teórica y practica de actuar con convicción ante las aporias e incertidumbres sobre medios y fines a crear. 

Prosiguiendo con Santucho podemos observar, más en su conducta que en su discurso , que ese cuerpo de ideas «deterministas objetivas» que conformaban la teoría y ese «determinismo subjetivo», se materializaban en un instrumento colectivo llamado Partido cuya finalidad principal no consistía tanto en ser el «estado mayor» de la clase obrera, como la transformación de esta de objeto en sujeto. Insisto: el objetivo de Santucho no era el partido como fin, sino el instrumento de la expresión de la determinación subjetiva de la clase obrera. 
Siempre en esta lógica, los intelectuales aportarían efectivamente la «teoría», la cual consiste en saberes (saber no es sinónimo de pensar) de la praxis histórica elaborando categorías conceptuales como «guía para la acción», pero los obreros aportarían, además de la consabida «practica objetiva» (permítaseme esta irónica redundancia) fundamentalmente la subjetividad en forma de nueva praxis política. La confluencia de estos dos elementos conformarían el militante, el cual, dentro del partido «pierde» su identidad como obrero o intelectual para una mutua elevación y nueva identidad como sujetos revolucionarios: El «hombre nuevo» en autoformación colectiva. Esta «perdida» es a la vez condición indispensable para el paso a hombres libres, pues la primera condición de libertad es la eliminación del divorcio entre el trabajo intelectual y el manual. Solo de esta reconciliación puede salir el pensamiento,la accionó, la vida integral. Es verdad que esto ultimo no solo no fue entendido y explicado así, ni siquiera por el propio Santucho, y por el contrario, frecuentemente aparecía como un ingenuo obrerismo o un irritante y estrecho antiintelectualismo que despilfarraba enormes recursos mandando a escritores o artistas a repartir volantes o pintar paredes. Sin embargo, contradictoriamente, se desprende en forma elocuente de la persistencia de Santucho en la formación del militante multilateral (todos estábamos obligados a pensar en toda la problemática de la revolución aun cumpliendo tareas más o menos especializadas) sus enojos cuando alguien pretendiera lavarse las manos porque tal asunto «no era su mesa» y su insistencia en «llenar de obreros» los órganos dirigentes del partido, para que impregnaran a los mismos con los «puntos de vista de clase». Asimismo en su negación a que los intelectuales elaboraran desde gabinetes estancos donde se reproduce el saber pero se burocratiza el pensamiento. 

Sin embargo en esta necesaria «perdida» puede estar una de las pistas esenciales para la recreación del pensamiento emancipador. Porque de algún modo el militante pasaba a ser un hombre libre en la medida que dejara de ser obrero (independientemente si continuaba trabajando en la fabrica o no) pero la clase no se emancipaba porque la supuesta praxis política pasaba por otro lado. En rigor, en tanto clase asalariada, en tanto vigencia de la ley del valor, la praxis política pasaba por el mejoramiento máximo de sus condiciones dentro de la sociedad capitalista o del «capitalismo de estado» de aquel llamado socialismo real. Esta distancia, es decir, este espacio de libertad entre el obrero-intelectual militante y los demás, explica en parte porque que el PRT poseía una notable capacidad para «extraer» obreros de las fabricas y una enorme impotencia para «llevar» el Partido a las mismas. 

En consecuencia, y como se vio claramente en 1973, el PRT no tuvo «política» para aquel giro de los acontecimientos nacionales. Y en el fondo no podía tenerla. No podía tener otra política que no fuera la que tenía. Esta era: el cambio radical de la sociedad. Otra política, cualquiera fuera y por «justa» que fuere significaba un retroceso en el carácter de sujeto autónomo de la clase obrera.(Sin dudas aun que dentro de esa política hubo errores muy serios, pero es otro tema) 

Esta es la gran contradicción que Santucho y el PRT no pudimos resolver (y que nadie pudo resolver ) y en la que se encuadra toda la problemática del marxismo revolucionario desde la Comuna de París hasta nuestros días. 

Sin embargo, la experiencia del PRT de Santucho, no solo es insoslayable, sino que, en su pequeñez y corto tiempo, se concentro uno de los nudos esenciales a desatar para recomponer un pensamiento transformador. Pero no en el terreno de la estrategias y métodos de lucha, las cuales son circunstanciales, sino en el ámbito perenne del sujeto autónomo. Santucho no invento el Partido, ni la teoría del poder, ni la estrategia de lucha armada. Santucho impulso un estilo (la determinación) en la prosecución de esos objetivos que implicaron un enriquecimiento en relación con el sujeto. Y este es el problema de hoy cuando se habla de «una nueva forma de hacer política». 

En efecto, Santucho usaba el vocablo «determinación» no solo en su segunda acepción semántica (osadía, audacia) sino principalmente en su versión filosófica sartriana del acto de voluntad. La determinación, para Santucho era el acto de tomar partido: la decisión. No recuerdo que este concepto haya sido desarrollado en forma explícita en los materiales del PRT_ERP, pero fue muy discutido en la sesiones del Buro Político en las coyunturas decisivas (a juicio del PRT_ERP) entre 1973 y 1976.

El concepto es bien conocido en el arte militar. Todo buen general, sabe que, una vez desarrollada la estrategia y la táctica, el destino de la batalla lo define la determinación, formidable energía de la subjetividad, multiplicadora de los recursos materiales. 
Por eso para Santucho lo esencial del partido no era su organización en el sentido «administrativo» del termino, sino su capacidad de determinación que debía expresar la determinación atribuida a la clase obrera en los momentos decisivos. 

Pero lo notable y lo vigente, es que este concepto en Santucho no era una simple idea, sino que él era la determinación en persona o la personalización de la determinación. La determinación = deliberación - determinación - ejecución lo atravesaba como una pasión. Por eso, convencido que en la Argentina estaba planteada la cuestión del poder, construyó un partido desde el «tronco carcomido de Palabra Obrera», seleccionando no a los de más «labia» o los más sabedores ni a los más capaces de trazar estrategias, balancear correlaciones de fuerzas, condiciones objetivas y subjetivas y todo tipo de categorizaciones de la teoría, incluso de la experiencia, sino a aquellos en los cuales veía marcada la determinación. Y desde luego, no existe un «determinómetro» para medir este rasgo subjetivo, por lo tanto el margen de error es grande como grande es la apuesta a la revolución.

He tratado de sintetizar en pocas líneas lo que, como puede percibirse, no eran simples acciones, actos de heroísmo, geniales visiones, pueriles ultradas o mezquinos sectarismos, sino estructuras lógicas sólidas que apuntaban a problemas muy profundos del devenir social. Hoy aquellas estrategias de poder y sus instrumentos, los cuales se habían deducido de la visión determinista de la historia y de la seguridad de un progreso garantizado por la supuesta: ley objetiva y evidente producto paradigmático de la civilización industrial, pueden cuestionarse,deben cuestionarse, y enfrentar el desafío del presente pos - industrial con sus aporias e incertidumbres.Pero hacerlo desde la base del rescate de la profunda determinación subversiva frente a la excusa de los «fatalismos», sean estos históricos o geográficos. Porque las estrategias, las tácticas, y los métodos cambian con los cambios de la realidad, pero la accionó subjetiva, el sujeto, ese gran «descubrimiento» supuestamente «objetivo» de la Modernidad, había existido con Espartaco, hubo existido con los Macabeos, existía con Cuauthemoc, existió con el Che, ha existido con Santucho y los setentistas, existe, existirá y habrá de existir en la rebeldía, no como «ley objetiva», como clase predeterminada por la historia, sino como determinación. 

Historias de la militancia argentina: Benito Jorge Urteaga

El 19 de julio de 1976, junto a Santucho, cayó combatiendo Benito Jorge Urteaga y en las cercanías fue secuestrado Domingo Menna. Eran ellos, junto a Mario Roberto, los más destacados miembros de la dirección del PRT. También fueron secuestrados y desaparecidos los importantes cuadros partidarios: Liliana Delfino, Ana María Lanzillotto y Fernando Gértel. El estupor que causó la muerte de Santucho y los homenajes posteriores postergaron el reconocimiento hacia los demás compañeros. Hoy queremos recordar a quién fue no sólo uno de los más importantes dirigente de nuestro Partido y sino de la Revolución en la Argentina.

Benito, o Mariano como lo llamábamos en la clandestinidad, era oriundo de la ciudad de San Nicolás. Su padre era diputado radical, durante la presidencia de Arturo Illía, cuando éste fue derrocado por el golpe militar encabezado por el dictador Onganía, el 28 de junio de 1966. Ese día Benito, que tenía alrededor de 19 años y trabajaba como secretario de su padre, se había dirigido junto a sus compañeros a las inmediaciones del Congreso para reunirse en la confitería El Molino. La leyenda cuenta que durante la reunión, mientras sus compañeros rumiaban la impotencia, él fue el más decidido del grupo: “ante esta situación –dijo- lo que tenemos que hacer es empuñar las armas”.

No conocemos las circunstancias de su ligazón e incorporación al PRT, pero es evidente que inmediatamente se puso a concretar la propuesta hecha en la confitería El Molino. Es así que los documentos partidarios ya lo mencionan jugando un papel destacado en la lucha interna desatada en el Partido a mediados de 1969. Leemos en el documento del Vto Congreso que fue “la carta de Mariano, primera reacción del ala leninista” la que alertó sobre la inoperancia de la dirección en aplicar las resoluciones del IV Congreso partidario, convirtiéndose, de esta manera, en uno de los más firmes dirigentes de la Tendencia leninista.

Participó en el V Congreso del PRT que fundó el ERP el 29 y 30 de julio de 1970, y fue electo miembro del Comité Central y decidido combatiente en las primeras acciones armadas. En noviembre de ese año fue detenido por su participación en la expropiación del Banco Comercial del Norte. En la cárcel se destacó en la preparación de la fuga del Penal de Villa Urquiza, la que se concretó el 6 de septiembre del año siguiente. En cruento combate se abrió camino hacia la libertad junto a 17 compañeros. Las fuerzas represivas tendieron un cerco sobre la ciudad de Tucumán, recapturando algunos de los evadidos, pero él junto a otros logró evadirlo y reincorporarse a la lucha.

Después de la detención de Santucho y Gorriarán en agosto de 1971 y del secuestro y desaparición de Pujals el 16 de septiembre, Mariano asumió la máxima dirección del Partido, y se instaló en Buenos Aires y, posteriormente, en La Plata. En esa época lo conocí. Entre otras tareas estaba impulsando la formación de los Comités de Base. Apoyándose en los mismos el PRT proponía construir un partido electoral con vistas a ampliar nuestra respuesta a la táctica contrarrevolucionaria del Gran Acuerdo Nacional. Un día, a principios de 1972, me citó y me designó, bajo la responsabilidad de la entrañable compañera Susana Gaggero, para que iniciáramos el trabajo del Frente Legal partidario en la Regional Sur de Buenos Aires. Cuando el 22 de agosto de 1972 nos enteramos de los fusilamientos de Trelew nuestro ánimo era de dolor por los compañeros asesinados y odio y furia contra los militares asesinos. Yo pesaba: “ahora vamos a salir a reventar milicos”. Con ese ánimo llegué a la casa de una compañera y me encontré a Mariano quién había terminado de escribir un largo documento al pueblo argentino donde denunciaba los crímenes, analizaba la situación política y llamaba a redoblar la lucha para terminar de derrotar a la dictadura, también alertaba al pueblo sobre la táctica del engaño que significaba el GAN. Pero lo que más me llamó la atención, y que reflejaba su maduración como dirigente revolucionario, fue la serenidad de Benito y del documento, el cual finalizaba con esta consigna: “Ante esta provocación respondemos serenamente ¡Han muerto dieciséis revolucionarios! ¡Viva la revolución!
Además de dirigir al Partido y al ERP, en esos momentos de brusco viraje en la situación política y de extrema debilidad de la estructura organizativa del Partido, por los golpes de la represión, debió asumir nuevamente la lucha interna en contra de dos corrientes que se oponían al leninismo que encarnaba el PRT. Una orientada por el trotskysmo de la 4ta. Internacional y, la otra influenciada por el rebrote populista en las filas de la izquierda, debido a que en algunos compañeros generó expectativas la táctica confrontativa de Perón con la dictadura de Lanusse. También, por esta época, Mariano me encargó que organizara una reunión en mi casa de la que participaron él y Silvio Frondizi. Mientras yo cebaba mates escuchaba como Mariano le proponía a Silvio integrar la formula presidencial junto al ya legendario Agustín Tosco. Silvio aceptó inmediatamente y dijo estar “muy de acuerdo, incluso con el orden”, y agregó algo que le escuché decir otras veces, que él era un traidor a su clase, la burguesía, ya que luchaba del lado de los obreros.

Después del 25 de mayo de 1973, Benito jugó un extraordinario papel en la tarea de construcción del Partido en el proletariado industrial de las grandes fábricas. Se conserva su conferencia sobre la formación multilateral de los cuadros de un partido revolucionario. En ella puso énfasis en la fusión del Partido con la vanguardia obrera y en la que se refleja la experiencia que personalmente estaba realizando. Por esa época además de sus responsabilidades en el Buró Político partidario – jefe de inteligencia, de allí su grado de Capitán del ERP, dirigir la Regional Buenos Aires y luego las tres regionales en las que se dividió esta- fue designado, para completar su formación, responsable del Frente partidario en la fábrica automotriz Ford. A esta tarea le imprimió un extraordinario dinamismo. Edición de volantes, boletín fabril. Organización de las células de militantes partidarios, etc. El papel dirigente en las jornadas de junio y julio de 1975 que los jóvenes y poco experimentados militantes obreros jugaron en las movilizaciones de esa fábrica, y de toda la zona norte del Gran Bs As, no fue ajena a su intervención. Benito fue así uno de los protagonistas de la columna Norte de las Coordinadoras en lucha.

Después de la caída del Comandante Juan Eliseo Ledesma, jefe del Estado Mayor del ERP, Mariano fue designado al mando de la operación de asalto y copamiento del Batallón de Arsenales 601 de Monte Chingolo. El 23 de diciembre el ERP emprendió la acción más grande y más ambiciosa; en ella participaron trescientos combatientes las tres compañías y el Pelotón especial que formaban el Batallón General San Martín de Buenos Aires. Nos vimos al otro día, no parecía haber entrado en la desesperación, como ha dicho un ingrato ex compañero suyo, más vale era tranquilidad y firmeza lo que trasmitía a sus subordinados. Me entregó un montó de papelitos de control de los participantes en el asalto y de los informes y me pidió que ordenara los nombres de los compañeros que no habían regresado, eran 45, luego supimos de alguno más. De los informes extrajimos los más interesante y los pasamos a la redacción de la Estrella Roja.

La dura derrota sufrida en esta acción no doblegaron su extraordinario optimismo y su voluntad de seguir firmemente en la lucha. De las reuniones del Secretariado de la Regional Sur, que tuvimos en los meses siguientes, recuerdo algunas anécdotas que reflejan su carácter y entusiasmo. Una ves nos dijo: “en el Buró Político calculamos que en cinco años más es posible que tomemos el poder”. Otro compañero, Luís Angelini, el Gordo Horacio dirigente de los obreros de la fábrica Rigolleau, me pasó un papelito por debajo de la mesa en el que decía: Horacio, Jefe de la Cheka, Roberto, o sea yo, Comisario de Chivilcoy. En otra oportunidad, cuando la represión arreciaba sobre el pueblo y sobre las organizaciones revolucionarias nos dijo, sin formalismos, en tono coloquial, lo cual no le quitó gravedad a sus palabras logrando que todos lo sintiésemos como un juramento, que: “Así quede vivo uno sólo de nosotros el PRT va a seguir existiendo”. 

Mariano, o Benito, era un muchacho alegre, dicharachero. En las muchas reuniones que compartimos, pese a no abandonar su función de dirigente partidario, no podía ocultar su picardía y su buen humor, siempre dispuesto a contar un chiste que disfrutaba contagiosamente, tomar un vino, tocar la guitarra y cantar con sus amigos. Una anécdota que cuenta Pola Augier lo pinta tal como era. Como no podían casarse legalmente, un día que caminaban por Avellaneda le dijo a Pola que ya era hora de que se casaran. : “Se metió en una joyería y compró dos anillos de compromiso. Salió muy contento y detuvo a una viejita que pasaba. Sin vacilar y con esa sonrisa compradora que conseguía todo, le dijo: ‘Linda señora, hemos observado a todos los que pasan por esta calle y creemos que usted es la más respetable. Ella y yo nos queremos mucho y no podemos casarnos por razones poderosas. Quisiera que usted nos casara, ahora, aquí mismo’...ella dejó las bolsas y con una gran sonrisa preguntó a Mariano si teníamos anillos. Los tomó en sus manos, les dio un beso y mientras nos colocábamos mutuamente los anillos, dijo algo así como: ‘Deberán amarse y respetarse hasta que la muerte los separe. Dios los Bendiga’. Nos dio un beso. Levantó las bolsas y retomó su camino”. De su matrimonio con Pola Augier nació su hijo José.
El 19 de julio, el PRT sufrió su golpe más duro del cual no pudo reponerse, no sólo Robi y el Gringo Menna cayeron combatiendo sino sus compañeras Liliana Delfino, miembro del Comité Ejecutivo, y Ana María Lanzillotto y Fernando Gértel, también perdimos a nuestro jefe y querido compañero Benito Urteaga, Mariano. Pese a todo sus enseñanzas y su ejemplo no se han perdido, permanecen vigentes en la voluntad de las nuevas generaciones de revolucionarios quienes las llevaran como bandera hacia la victoria.

BENITO URTEAGA
HÉROE DE LA REVOLUCIÓN
ANTIIMPERIALISTA LATINOAMERICANA Y SOCIALISTA

HASTA LA VICTORIA, SIEMPRE

Sobre aciertos y errores en la historia del PRT-ERP

El análisis debe hacerse a partir de la ruptura del PRT con el sector morenista, cuando comienza a hacerse una rectificación en la línea perretista, en especial de los hermanos Santucho que provenían del nacionalismo popular del FRIP. Sin duda que todo eso gira en torno a la maduración política de Mario R. Santucho, impactado por el avance de la lucha de clases en nuestro país y por la victoria de la revolución cubana que apreció personalmente.
De las mejores virtudes del PRT, haremos una apretada síntesis de la que se desprende, como principal, el planteo de la necesidad de un partido que apunte a ser un partido del proletariado, el no haber vacilado en empuñar las armas y llamar a conformar el «Ejército Popular» (verdadero objetivo de la creación del ERP, y no tomar a éste como el brazo armado del PRT más allá de la pertenencia orgánica de los combatientes al PRT), e iniciar la lucha armada producida la situación de crisis revolucionaria a partir del Cordobazo.
El PRT tuvo una estructura partidaria propia del partido de cuadros, celularizado y compartimentado, con una dirección centralizada, basando además la democracia interna en el centralismo democrático. Fue un partido de acción que ganó el respeto del pueblo con la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Para avanzar en los frentes de trabajo conformó distintas comisiones nacionales que no cayeron en el formalismo (comisiones de prensa, frente de propaganda, organización y finanzas, comisión de solidaridad con los presos y comisión gremial, etc). 

Tuvo el objetivo de conformar organizaciones más amplias como la Juventud Guevarista, que organizó a jóvenes simpatizantes y aliados en secundarios y universitarios como filtro al Partido. También existieron comités sindicales de base en los principales centros fabriles y se impulsó al FAS como núcleo del frente y tercera «varita mágica».
También interesa ver los déficits de esta rica experiencia del partido dirigido Santucho.

Sin duda los errores fueron de origen político, a saber:

-Mantener resabios trotskistas de la «revolución permanente», que se expresaban en su mismo programa, resumidos en su consigna «por la revolución antiimperialista y socialista» en vez de la que hubiera sido correcta: «Revolución Democrática, Popular y Antiimperialista dirigida por la clase obrera y en marcha al socialismo». El PRT no tenía bien en claro el problema nacional de la revolución planteado por Stalin, si bien fue la organización que mejor supo rescatar los símbolos y las fechas de la guerra anticolonialista en nuestro país. Fue un error entrar y mantenerse adentro de la IV Internacional trotskista que, en el fondo contraria a la línea de lucha armada, le formó fracciones como la «Fracción Roja» del ERP con Joe Baxter. 
-A consecuencia de errores políticos también hubo una desviación militarista y al mismo tiempo o desprendido de la mal concepción de la formación del Estado, ya que al inicio del gobierno peronista de 1973, mientras ofrecían una tregua al gobierno de Héctor Cámpora, comprometiéndose a no tocar ningún funcionario del gobierno, seguía sus operaciones militares con la consigna de «Ninguna tregua al ejército opresor y las empresas imperialistas». Estas acciones armadas llevaron al intento de copamiento del cuartel de Sanidad en setiembre de ese año, cuando las masas populares aún tenían bastante expectativa en el gobierno que habían votado tras la dictadura. Allí cometieron un doble error: equivocada táctica hacia las masas y separación artificial de gobierno-Estado.
-Una vez consumado este error (materializado en el asalto al comando de Sanidad) también se aprecian errores tácticos militares muy gruesos.

Al considerar correctamente al Ejército como una fuerza de elite del estado, subestimó al resto de las fuerzas represivas creyendo que se desbandarían. 

No contaron con la experiencia del EGP de Jorge Masetti en Salta, que fue aniquilada en abrilde 1964 por la Gendarmería. En la propia lucha rural del ERP en Tucumán hubo un primer cerco tendido por la Policía Federal, que Santucho debió romper en una dura semana de marchas forzadas en plena etapa de entrenamiento del primer contingente rural.
-A medida que el PRT-ERP se fortalecía y desarrollaba cayó en el formalismo-militarismo de formar grandes unidades de combate, el formalismo de completar las plantillas de oficiales y si estas unidades no tenían esa forma administrativa, no entraban en combate. 
Este error llevó al desastre de Regimiento de Catamarca, ya que se suspendió una importante acción en Rosario, porque la compañía «Combate de San Lorenzo» aúnestaba completando la plantilla. 

Se decidió entonces el asalto a la unidad del ejército en Catamarca para el cual se disponían dos compañías: la «Decididos de Córdoba» y la de Monte «Ramón Rosa Jiménez». Se optó por ésta, que debió trasladarse a un terreno desconocido y atacar a una compañía acantonada y descansada (lo que el Che Guevara siempre desaconsejó). 
Indudablemente obnubilados Santucho y el resto del ERP con el éxito de la «Decididos de Córdoba» en el ataque al Destacamento 141 de Córdoba y en menor medida a la Fábrica Militar de Villa María, se encaró mal lo de Catamarca.

Si bien en principio no se pretendía entrar en operaciones en el monte tucumano (el traslado allí de combatientes experimentados era para prepararlos para el monte), el movimiento fue detectado. 

El reaccionario gobierno de Isabel Perón inventó un conflicto policial en Tucumán y envió a la Federal a la provincia. Esta se quedó e inició el cerco ya mencionado. Quedaban dos opciones para el ERP: desaparecer, descubierto el foco antes de tiempo, o presentar batalla. 
Se optó por lo segundo sin una decisión tomada en el colectivo del Comité Central, violándose el centralismo democrático y cayendo en el «ordeno y mando» de Santucho.
Fue un error táctico entrar en combate sin una fuerza con asentamiento político en la zona. Se dió certeza al enemigo de su existencia y no se buscó despistarlo buscando otro rumbo para el funcionamiento de la Escuela de monte.

Otro error fue la subestimación del enemigo. Tal vez por autosuficiencia, se informó en el periódico «Estrella Roja» del «exitoso ensayo de la Subametralladora JCR». Sin querer, se estaba dando información a la inteligencia enemiga diciendo «tenemos una fábrica de armas».

Uno de los mayores errores de tipo militaristas fue medir la acumulación de fuerzas principalmente en número de combatientes, bajas producidas al enemigo, armas ocupadas, cantidad de prensas vendidas y no privilegiar la acumulación de fuerzas en la dirección del movimiento de masas. 

Así no se vio el repliegue del movimiento de masas a partir del Rodrigazo, en 1975. En vez de acompañar a las masas y refugiarse ahí para moverse como «pez en el agua», el PRT-ERP -ya muy golpeado-, se quedó solo tratando de mantener «la ofensiva». Se cayó en cierto modo en la guerra de aparatos, sin tener en cuenta la correlación de fuerzas y el retroceso de masas. 

En diciembre de 1975 se sufrió la durísima derrota de Monte Chingolo, al intentar tomar el Batallón de Arsenales 601 en diciembre de 1975, que debilitó enormemente al PRT-ERP en vísperas del golpe de Estado de marzo de 1976. 

Ese traspie, más los asesinatos y desapariciones de Santucho, Benito Urtega y Domingo Menna en julio del año siguiente, de alguna manera sellaron la posterior desaparición de la organización. 

Los dirigentes como Luis Mattini y Enrique Gorriarán Merlo, que pasaron a dirigir el Buró Político, cometieron gruesos errores como ordenar el exilio masivo de la militancia. Tampoco fueron capaces de elaborar una correcta política ni un balance unificado de las causas de la derrota política, que terminó siendo global.

Esquemáticamente se puede decir que hubo una historia con aciertos y errores del PRT entre 1965 y 1970. Que en ese año con el V Congreso y la fundación del ERP comienza el tramo más positivo y prometedor de la organización. Y que en 1974, aproximadamente, se inicia -aún con Santucho vivo- un período de más errores y crisis. La represión de 1976 acentuó el problema al segar el núcleo de la dirección.


Para 1977-1979, el PRT había colapsado definitivamente por causa de errores políticos y militares, más las divisiones internas, lo que impidió todo intento de reconstrucción. 

Julio Santucho: "La lucha armada contra Perón fue un error grave" 

El hermano de Mario Roberto Santucho hace autocrítica de las acciones guerrilleras de los años '70

Hermano del fundador del desaparecido grupo guerrillero Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Julio Santucho considera, en su libro "Los últimos guevaristas", que fue un error grave "salir a la lucha armada contra Perón", a raíz de lo cual la organización cayó en el aislamiento social y político a partir de 1973.

Santucho, que fue integrante del Comité Central de Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), dijo que el ajusticiamiento de varios militares durante aquel período fue consecuencia del momento en que "los dirigentes del PRT-ERP perdieron la cabeza".

Publicado por Ediciones B, el libro es un repaso crítico de las décadas del 60 y del 70, años en los que tuvo lugar el fenómeno de la lucha armada en la Argentina.n corregida y aumentada de la primera versión.

-Visto a la distancia, ¿no parece demasiado grandilocuente el proyecto del ERP frente a las posibilidades reales que hubo?

-¿Por qué faltó esa lucidez? Eso que dice del ERP, también se dice de Montoneros y de otros partidos de izquierda: el hecho de no haber sabido replantear la estrategia política ante la vuelta de Perón.

-A eso lo llamo guevarismo, es el mensaje de Guevara. El Che se encuentra en una situación similar y escribe, dice que hay que poner la voluntad del hombre nuevo. Es la concepción que lo hace internarse en la selva boliviana, donde fracasa. Abrazamos ese mensaje como una obligación con el Che. En el último período, cuando se prepara el golpe de Estado a finales de 1975, en vez de replegarse, el ERP hace Monte Chingolo. Intenta con un acto de heroísmo, como es tomar un cuartel militar tan importante, parar el Golpe de Estado. Apelar al heroísmo, al esfuerzo de la voluntad; eso para mí es la esencia del guevarismo.

-El PRT-ERP supo que iba a una emboscada, según un documento del partido. ¿Por qué no levantaron la acción militar si sabían que iban a una trampa?

-No estaban seguros, había indicios fuertes de que la operación era una trampa, pero había señales opuestas, como que el día de navidad de 1975 le habían dado franco a los conscriptos. Parecía que no era tan cierto que estaban avisados, había dudas.

-¿El planteo de hacer guerrilla urbana o rural fue un intento equivocado o correcto?

-Creo que al principio fue correcto. En especial porque la lucha armada tenía una dinámica distinta. Los primeros años hasta el 72-73 fueron una forma de combate de las masas, como decíamos nosotros.

-Ustedes hicieron la toma del cuartel de Azul en enero de 1974, cuando se discutía la Ley de Seguridad en el Congreso. ¿Por qué la organización no tuvo en cuenta el factor político para realizar acciones militares?

-Es un buen ejemplo. El ERP tenía otra lógica, distinta, difícil de compartir y explicar. Se trataba de hostigar a Perón para que mostrara realmente su política. Esa era la estrategia. Provocarlo, digamos, para que se sacara la máscara. Lo que pasó con Azul se repitió con el "Navarrazo" y ahí no estuvo la guerrilla para justificar la acción golpista de la derecha. Perón quería eliminar los elementos de izquierda y progresistas de su gobierno. En ese momento usó el pretexto que el ERP había asaltado Azul, pero cuando intervinieron Córdoba no tuvieron ningún pretexto.

-¿A qué condujo esta lógica del ERP?

-Al PRT-ERP le hubiera convenido preservarse. Denunciar a Perón, hacer todas las críticas que hizo, pero no entrar en el terreno de la violencia armada en un período en el que Perón tenía el consenso de la gente. O sea, esperar que se desgastara. Los propios peronistas de izquierda se desencantaron... Hubiera sido mucho mejor no salir a la lucha armada contra Perón. Esto al ERP lo aisló más. El PRT advirtió cuál era el camino que había elegido Perón. Montoneros lo veía, pero no lo decía.

-Hacia finales de 1974 hubo muchos ajusticiamientos a militares. ¿Cuál fue la justificación política para aquellos atentados?

-Yo creo que fue uno de los momentos en que los dirigentes del PRT-ERP perdieron la cabeza. Yo menciono en el libro el episodio de la muerte de (Luis) Pujals, que desató esos hechos. Yo lo había hablado con mis hermanos, entrar en ese juego de la provocación, el uno por uno, era la condena de muerte para la guerrilla. La guerrilla no podía entrar en ese juego de enfrentamiento con una fuerza superior. Era suicida y mi hermano terminó por aceptarlo.

-Ahora, ¿hay condiciones para pedir disculpas por el ajusticiamiento de personas? En especial por la muerte de la hija del capitán Viola, durante la dictadura, que usted reconoce en el libro como un hecho "desafortunado".

-Por supuesto. Uno está diciendo que esos fueron errores, pero yo no puedo representar a ese movimiento que no existe más. Lo importante es analizar con la mayor objetividad y sinceridad aquellos hechos. Ese es el esfuerzo mío. No sé que pasa con Montoneros, que tiene otro estilo. Pero los dirigentes del ERP han hecho autocrítica.


-Sí, ¿cómo puede ser que en aquella época se pensara que un grupito pudiera tomar el poder en la Argentina? Parecía una idea alocada, sin pie ni cabeza. Yo creo que hubo un proceso de gran movilización hasta el 73. Desde su regreso Juan Domingo Perón, empieza a apoyar a la derecha peronista y aísla a los movimientos revolucionarios. Esto provoca que grupos como el nuestro queden pedaleando en el vacío.




















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