“Estamos acá para decir basta: de la resistencia de 500 años a la toma del poder
por otros 500 años (…) nuestros antepasados lucharon. Túpac Katari para
restaurar el Tahuantinsuyo, Simón Bolívar que luchó por esa patria grande, el
Che Guevara que luchó por un nuevo mundo en igualdad”. Evo Morales, 22 de enero
de 2006
“En Bolivia no mandan los gringos, sino los indios”. Evo Morales, 22 de enero de
2015
En Bolivia desde el año 2006 se está desenvolviendo una revolución nacional,
popular y antiimperialista que refundó el país. La revolución boliviana encarna
en su seno dos tradiciones políticas que son la nacionalista de izquierda y la
indigenista. La fórmula presidencial es emblemática de la fusión de las dos
corrientes ideológicas: nacido en Oruro y de origen humilde, el presidente Evo
Morales Ayma es étnicamente aymara y buena parte de su trayectoria política se
ligó a la lucha sindical campesina junto a los pueblos indígenas. El
vicepresidente de Bolivia es Álvaro García Linera, quien tiene una formación
universitaria en sociología y en matemática y una ideología de izquierda
nacionalista y marxista.
El nacionalismo antiimperialista boliviano
“Nosotros desde el principio hemos sido antiimperialistas, anticapitalistas”.
Evo Morales Ayma (2014: 112)
“El dinero internacional asumió parte conductora en los mecanismos del Estado
(…) Bolivia ya no vive propiamente por sí. Representa, sumisa al dictado ajeno,
el rol que un desconocido y lejano poder le asigna. Su dependencia del
extranjero, sólo ideológica hasta ese día, toma formas definidamente serviles de
la dependencia económica”. Carlos Montenegro (2003: 224)
Carlos Montenegro (1903 – 1953) quien fuera uno de los ideólogos originarios del
Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), mencionó que en Bolivia
coexistieron dos tradiciones políticas opuestas: la colonialista y la
nacionalista. Al momento de la independencia de Bolivia, la tendencia
nacionalista enfrentó a las “corrientes foráneas de dominio”, representadas en
una aristocracia de nobles y de hacendados ligados a los negocios con las
potencias mundiales. La “casta directora” como la denominó el autor, adhirió a
la teoría económica de Inglaterra y “con leyes traídas del Viejo Mundo querían
eliminar el origen y la historia del país (…) su sensibilidad europeísta que
despreciaba al indio y al cholo integrantes de las clases populares, puede
explicar el menosprecio con que miró, o no miró, la suerte de las masas”
(Montenegro 2003: 109 y 209).
Montenegro mencionó que la independencia boliviana se produjo por la acción
heroica de la “clase popular” y de los “caudillos” del estilo de Manuel Asencio
Padilla, Juana Azurduy, Pedro Domingo Murillo o de José Miguel Lanza. El autor
destacó que a partir del año 1825, el nacionalismo que tuvo como finalidad la
“libertad para la nación misma” y la “efectiva soberanía”, fue enarbolado por
las figuras de Simón Bolívar, de Antonio Sucre, del Mariscal Andrés Santa Cruz y
de José Ballivián.
Montenegro destacó que la mayoría de los caudillos y dirigentes populares de
orientación nacionalista, murieron o fueron desplazados del gobierno,
favoreciendo la asunción de mando de la oligarquía “colonial”. El autor mencionó
que como resultante del proyecto de país y de las incapacidades de la “casta
directora”, se produjo el “desastre nacional de 1879”, en el cual Bolivia y Perú
perdieron la guerra contra Chile que se apropió de la salida al mar del primero.
Montenegro entiende que el desastre bélico “derruía” los valores de la clase
dirigente y generó las condiciones para el surgimiento de un nuevo nacionalismo
boliviano.
En la misma línea histórica, Montenegro sostuvo que la clase oligárquica fue
incompetente en la conducción de la Guerra del Chaco contra Paraguay (1932 –
1935). Luego del colapso y de la derrota, retornó el “sentimiento nacionalista”
y “cada soldado vuelto del frente, trajo en sí una partícula ansia afirmativa de
Bolivia (…) lo prodigioso de la guerra del Chaco, se cifra en esta revelación de
la autenticidad boliviana ante la conciencia colectiva” (Montenegro 2003: 240).
Montenegro se estaba refiriendo al proceso político iniciado en el año 1936 con
el golpe militar de Germán Busch (1904-1939), que impulsó a David Toro
(1898-1977) a la presidencia en el año 1936. En su discurso de asunción, Toro
mencionó su objetivo que era el de “implantar el socialismo de estado con el
concurso de los partidos de izquierda”. Durante su mandato se creó el Ministerio
de Trabajo y Previsión Social, se nacionalizó el petróleo que era controlado por
la Estándar Oil (EUA) y se reconocieron derechos civiles a las mujeres (aun no
el voto, logrado definitivamente en el año 1952).
Toro renunció para que asuma Busch en el año 1937. El presidente entrante
impulsó un Código de Trabajo, nacionalizó el Banco Central y la exportación
minera y sancionó la Constitución de 1938 que incluyó un régimen social, uno
“económico financiero”, una sección para el “campesinado”, un “régimen cultural”
y un apartado de “la familia”.
Buena parte de las iniciativas nacionalistas y populares se profundizaron e
institucionalizaron a partir de la revolución del año 1952, que realizó una
reforma agraria eliminando el latifundio, promovió el control estatal de la
economía, estableció el voto universal, nacionalizó la minería, masificó la
educación básica y reformó las Fuerzas Armadas y creó milicias. La revolución
desplazó a la oligarquía de los cargos de gobierno y favoreció que la Central
Obrera Boliviana ocupe lugares importantes de decisión en el gobierno, con
dirigentes como Juan Lechin.
Previo a la llegada de Evo Morales en el año 2006, el nacionalismo boliviano
tuvo una última experiencia durante los gobiernos de los militares Alfredo
Obando y de Juan José Torres. En la tercera presidencia de Ovando (1969 – 1970),
se desempeñó como ministro de Energía e Hidrocarburos el intelectual
nacionalista y socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz, quien aseveró
terminantemente que “desde el punto de vista económico, Bolivia es para el
imperialismo un mercado irrenunciable de abastecimiento de recursos naturales no
renovables de carácter estratégico” (Quiroga 1979: 128). Bajo la iniciativa de
Quiroga y con la finalidad de revertir la acción imperialista, el 17 de octubre
del año 1969 se nacionalizó la compañía norteamericana Gulf Oil, otorgando a la
empresa estatal YPFB el control y la administración de los hidrocarburos.
Con Juan José Torres en la primera magistratura, se rescindió el contrato de la
mina Matilde y el Estado adquirió el control del zinc, en el contexto de un
gobierno con importante participación obrera.
En el año 1971 Hugo Banzer derrocó al presidente Torres y en palabras de Quiroga
Santa Cruz “la burguesía pro imperialista asalta el poder” (Quiroga 1979: 15). A
partir de esa fecha, se produce en palabras de Quiroga la “desnacionalización de
Bolivia”, que favoreció el accionar de las empresas multinacionales, del FMI y
el Banco Mundial que poco a poco, aumentaron su control sobre las políticas de
petróleo, la minería y el conjunto de recursos naturales y de espacios de
gobierno de Bolivia.
Evo Morales y García Linera forman parte de la tradición política nacionalista
que describió Montenegro y que postuló Quiroga Santa Cruz. El actual presidente
de Bolivia desenvolvió una histórica lucha contra el imperialismo
norteamericano, que promovió la destrucción de las plantaciones de coca. La
defensa del cultivo frente a la intromisión norteamericana, adquirió dimensiones
económicas, ideológicas, políticas y culturales. El cultivo genera empleo, es
utilizado para trabajar en las acuciantes condiciones de la altura y en la
minería y forma parte de las tradiciones identitarias del país.
Morales destacó que con el pretexto de combatir el tráfico de drogas, el
gobierno de los EUA por intermedio de su embajada y de la Drug Enforcement
Agency (DEA), asumió el mando de la policía y de las Fuerzas Armadas que
reprimieron violentamente al pueblo boliviano. No es casualidad por ello, que
Evo Morales expulsó en el año 2008 al embajador de los EUA Philip Goldberg y
echó a la DEA de Bolivia. Según el presidente, la decisión se tomó para detener
la influencia del país del norte en la política interna y en sus palabras “hemos
tenido que tomar medidas drásticas, como decidir la salida del embajador de
Estados Unidos y sus agencias del país, porque tenemos que destruir las bases de
esa intervención permanente. No imaginan cómo trabajan las ONG´s, la USAID. Van
y hablan con dirigentes para que hagan oposición a Evo Morales” (Calloni 2009:
341).
En sintonía con Busch y con Toro y por intermedio del Decreto 28.701/06 “Héroes
del Chaco”, Evo Morales nacionalizó los hidrocarburos y refundó YPFB, que
actualmente asume la gestión y el control de la cadena de producción y de
distribución de hidrocarburos.
Las luchas indígenas de liberación
“Los valores y principios no se descubren sino que vienen de nuestros
antepasados como Túpac Katari, Bartolina Sisa, Zarate Villca, los hermanos
Catari, ellos nos dejaron un línea, hay que refrescar la memoria, revisar la
historia”. Evo Morales (2014: 123)
“Las naciones indígenas oprimidas por siglos, los movimientos sociales
explotados por décadas no solo han retomado el protagonismo histórico sino que,
como en Bolivia, se han vuelto poder de Estado y hoy conducen el país”. Álvaro
García Linera, 22 de enero 2015
Además de la tradición nacionalista y antiimperialista, la revolución del año
2006 se inscribe como parte de las históricas resistencias indígenas al accionar
del colonialismo. Tal cual afirmó Evo en el epígrafe, las luchas actuales se
ligan a las reivindicaciones de referentes como Tupac Katari, Bartolina Sisa y
otros dirigentes de los pueblos originarios.
El Preámbulo de la nueva Constitución Nacional sancionada en el año 2009, se
refiere explícitamente a la existencia de las comunidades precolombinas y la
resistencia al colonialismo que fue protagonizada por la comunidad indígena. En
la letra de la Carta Magna se menciona que “El pueblo boliviano, de composición
plural, desde la profundidad de la historia, inspirado en las luchas del pasado,
en la sublevación indígena anticolonial, en la independencia, en las luchas
populares de liberación, en las marchas indígenas, sociales y sindicales, en las
guerras del agua y de octubre, en las luchas por la tierra y territorio, y con
la memoria de nuestros mártires, construimos un nuevo Estado”.
Las organizaciones libres del pueblo son el corazón del proceso político y
ofician como el sector más dinámico de la revolución. Según García Linera la
Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, la
Confederación Sindical de Comunidades Interculturales de Bolivia y la
Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia
Bartolina Sisa, conjuntamente a otras organizaciones sociales, son “la base de
este Gobierno Revolucionario” (García Linera 2013: 127).
Según vamos a mencionar a continuación, a partir de la revolución las
organizaciones indígenas ocupan los cargos de responsabilidad de gobierno y son
el sujeto fundamental hacia donde se orientan las políticas del Estado.
La revolución política
Evo Morales fundó su construcción de poder sobre el accionar de las
organizaciones libres del pueblo. Estas organizaciones sindicales y campesinas
resistieron al imperialismo por siglos y derrotaron al neoliberalismo en las
marchas y sublevaciones del año 2000 al 2005.
El ascenso al poder de los campesinos organizados en el Movimiento al Socialismo
(MAS), reflejó la crisis del sistema de partidos de Bolivia. Los partidos
liberales y los espacios de tradición antiimperialista o socialista como el
Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) o del Movimiento de la Izquierda
Revolucionaria (MIR), habían perdido legitimidad por su apoyo otorgado a
programas antinacionales y neoliberales. En el año 1972 Quiroga Santa Cruz ya
había profetizado que el acompañamiento del MNR al dictador Hugo Banzer, era
“una deserción que le llevó a pactar con la burguesía hegemónica y a claudicar
con el imperialismo” (Quiroga 1979: 130).
En el año 1999 en pleno contexto de crisis de representación de los partidos
demoliberales, se organizó el primer congreso de Movimiento al Socialismo[1]. El
partido elevó tres banderas fundamentales que fueron suspender la erradicación
de las plantaciones de coca, la nacionalización de los hidrocarburos y la
convocatoria a una Asamblea Constituyente de refundación nacional.
El ciclo político neoliberal se cerró con la presidencia inconclusa de Gonzalo
Sánchez de Lozada, quien alcanzó la presidencia desde el MNR y contó con el
apoyo de otros partidos como el MIR.[2] El mandatario renunció como resultado de
la lucha popular y fue Evo Morales el que encabezó la resistencia contra Lozada.
El MAS acusó a Lozada de intentar explotar el gas por consorcios extranjeros
sacándolo por puertos chilenos y de privatizar el agua, como parte de las
políticas económicas recomendadas por el Banco Mundial y por el FMI. Morales
resaltó que el presidente Lozada continuó las políticas de los EUA,
concernientes a eliminar las plantaciones de coca y a militarizar con bases la
región.
La salida del mandatario fue con una brutal represión y solamente entre los
meses de septiembre y de octubre del año 2003, murieron 67 personas en los
enfrentamientos del pueblo contras las fuerzas públicas. El 17 de octubre Lozada
renunció y partió, sugestivamente, a los Estados Unidos. En el año 2013 se
sancionó una ley que declaró al 17 de octubre como “Día de la Soberanía
Nacional” en Bolivia.
Los indígenas al poder
“La nueva Constitución política del Estado reconoce a 36 idiomas y naciones
indígenas con derechos incluso previos a la propia formación de la República
boliviana (…) Acá son las naciones indígenas, resistentes a la Colonia y a la
República etnocida, las que devienen Estado; en otras palabras, las que
convierten la diversidad societal en complejidad estatal y horizonte plural”.
A lo largo de décadas los sindicatos campesinos y mineros desarrollaron una
importante tarea social, cuestión que les otorgó legitimidad política, masividad
y base territorialidad y es por eso que Evo mencionó que “en el altiplano y en
el trópico, el sindicato es también Estado, porque se preocupa no sólo de
defender los intereses y derechos de sus afiliados, sino por proporcionar
servicios básicos” como las escuelas, campos deportivos o caminos.
Como resultado de la revolución del año 2006, cambió el componente de clase,
racial y étnico de la dirigencia política boliviana. Según aseveró García
Linera, la independencia de Bolivia del año 1825 sancionó un sistema de poder
que institucionalizó la exclusión clasista y étnico racial del mundo indígena, a
los que se consideró como “irreductibles a la ciudadanía, igual que un martillo
o una vaca, no obstante necesarios para acumular riquezas; nunca se los
considerará iguales, ni en el origen ni en derechos y menos cuanto a destino
compartido” .
Para Linera la revolución boliviana del año 1952 amplió el acceso a derechos a
los trabajadores reunidos en sindicatos, principalmente mineros. El proceso
político que nacionalizó las minas, realizó la reforma agraria y amplió los
derechos electorales, no quedó en manos de los trabajadores, sino que fue la
“pequeña burguesía letrada e intermediaria” quien asumió el liderazgo (se
refiere a Paz Estenssoro y el MNR).
Linera destacó que a partir del año 2006 con la instauración del Estado
Plurinacional, se reconoce la “existencia de las naciones indígenas en la
construcción material del nuevo Estado” (García Linera 2014: 37 - 43). A partir
de la actual revolución boliviana, los pueblos originarios son el eje de
construcción política. Según datos de García Linera “en los nueve departamentos,
las Asambleas Departamentales cuentan con asambleístas seleccionados
orgánicamente por las federaciones de trabajadores, campesinos, de
organizaciones indígenas y vecinales del departamento (…) Del Total de los 130
asambleístas de la Cámara de Diputados, 73 diputados son de Organizaciones
Sociales indígenas, obreras, campesinas, vecinales y laborales” .
Los indígenas ocupan lugares en las legislaturas y demás cargos del sistema
político como diputaciones, órganos de justicia, puestos públicos y en la
oficialidad militar. Linera destaca que “la historia dominante y colonial había
preparado un destino en el que el indio era agricultor, albañil u obrero (…) un
campesino se vuelve presidente, un indígena se convierte en Ministro, Director o
Senador, un obrero se vuelve viceministro, concejal o Alcalde, en fin, que el
orden hasta acá acatado de las cosas se vuelca, se pode de cabeza” (García
Linera 2013: 124-125). Sus idiomas son reconocidos por el Estado, tienen su
propio sistema de justicia indígena, se regularizan sus tierras[3] y los
movimientos sociales administran recursos desde sus organizaciones (ayllus,
sindicatos, federaciones o confederaciones indígenas).
La mujer en la revolución
Además del ingreso de la clase popular y del indígena, la revolución favoreció
la asunción de la mujer en la política boliviana. Dijo Evo Morales sobre el
particular que “Cuando llegué a la Federación en 1988 no había organización
sindical de mujeres, sólo una vez en el congreso participó una sola. En 1990 ya
participaban mujeres y ahí dijimos hay que organizar a las mujeres” (Morales
2014: 119). Actualmente, la mujer tiene un rol central en la revolución,
ocupando puestos ejecutivos y legislativos fundamentales.
La igualdad de género para las mujeres adquirió rango constitucional y en los
artículos 11, 15, 26, 45, 48, 66, 78, 147, 210, 395 o 402 se menciona que el
Estado garantizará sus derechos a no sufrir violencia, a la igualdad política, a
la maternidad segura, al trabajo en paridad de condiciones y remuneración y al
acceso a la tierra. El artículo 147 de la Constitución estableció que “En la
elección de asambleístas se garantizará la igual participación de hombres y
mujeres”.
Para dar contenido a la Constitución, el gobierno sancionó la Ley Integral N 348
para Garantizar a las mujeres una Vida Libre de Violencia. El artículo 13 de la
ley mencionó que “Para el acceso a un cargo público de cualquier Órgano del
Estado o nivel de administración, sea mediante elección, designación,
nombramiento o contratación, además de las previstas por Ley, se considerará
como un requisito inexcusable el no contar con antecedentes de violencia
ejercida contra una mujer o cualquier miembro de su familia”.
La nueva Bolivia
“Tres fueron los principales mitos a cuya advocación encomendó su suerte la
oligarquía: el mito de la libertad, el del sufragio, y el de la ley (…) la
oligarquía tomó entonces para sí los atributos y funciones de la nación entera
–los del gobierno y los del pueblo- eliminando por completo las demás clases
integrantes de la comunidad”. Carlos Montenegro (2003: 215 y 220)
Cambios culturales
“Clases plebeyas y naciones indígenas son hoy en día el bloque social dirigente
del Estado Plurinacional (...) tenemos una firme indianización de la narrativa
estatal oficial, la historia legítima, el idioma oficial, la enseñanza pública,
los símbolos cívicos, los hábitos culturales gubernamentales (…) ni la
blanquitud de la piel ni la blanquitud cultural concentran privilegios”.
En Bolivia se están produciendo cambios radicales en el terreno cultural. Los
pueblos originarios que históricamente sufrieron racismo y discriminación, hoy
son postulados como el sujeto del cambio de la historia.
Desde el año 2009, el Estado se definió como Unitario Social de Derecho
Plurinacional Comunitario. La Constitución Nacional introdujo un Capítulo con
los Derechos de la naciones y pueblos indígena originarios campesinos, que
incluyó un largo decálogo de derechos culturales que van de la identidad, al
idioma, la religión o la educación. Los idiomas de los pueblos indígenas
adquieren reconocimiento oficial y el sistema educativo es bilingüe por ley.
Como símbolos patrios además de la bandera tricolor, se incluyó la wiphala que
representa a las naciones indígenas.
Tal cual mencionó Linera en el epígrafe, el país está formando parte de un
revisionismo histórico. Un caso importante para analizar, son los cambios
introducidos en el Museo Casa de la Libertad de Sucre. En la histórica Sala de
la Independencia, la revolución elevó en el panteón de los héroes nacionales
junto al libertador Bolívar, Antonio José de Sucre y José Ballivián, a las
imágenes de Túpac Katari y de Bartolina Sisa. Con éste y otros gestos de
política pública, los indígenas pasan a ser reconocidos como artífices
fundamentales de la liberación boliviana respecto del colonialismo español.
imagendetiempo.jpgLa asunción presidencia de Evo Morales en Tiwuanacu[4] con a
las organizaciones libres del pueblo, forma parte de la recuperación histórica
de las tradiciones indígenas. Los pueblos originarios son reubicados en la
historia y ya no son meros sujetos colonizados, sino que se postulan como los
fundadores de una civilización propia y pujante.
En uno de los Museos de Tiwanaku hay una imagen que reproduce una línea de
tiempo y que expresa la interpretación de la actual revolución, acerca del rol
jugado por los pueblos originarios en la conformación de Bolivia. La iconografía
cronológica transcurre del Imperio Tiwuanaku, pasando por los Señoríos
Regionales, los Incas y en la titulada “Época Actual”, hay una mención al Estado
Plurinacional, a Evo Morales y al satélite Túpac Katari. El satélite simboliza
la búsqueda de soberanía científica de la actual revolución, que se inscribe a
sí misma en los históricos logros tecnológicos, productivos y civilizatorios del
Imperio Tiwanaku, de los señoríos indígenas y de los Incas. Es bueno destacar,
que en la línea de tiempo no aparece el colonialismo europeo.
En el año 2008 Bolivia fue declara libre de analfabetismo, como el resultado de
un programa educativo que contó con el apoyo protagónico de los maestros de
Cuba. La inversión en educación pasó de 6519 millones de bolivianos en 2005, a
15.023 millones en 2013 (Informe de Gestión 2013).
El desarrollo económico
Las nacionalizaciones, la reinversión del Estado y los altos precios
internacionales de los hidrocarburos y los minerales, generaron las condiciones
para el histórico crecimiento del Producto Interno Bruto de Bolivia, que se
elevó de 9.521 millones de dólares en 2005, a 34.000 millones en el año 2014.
Las nacionalizaciones le otorgaron al gobierno una masa de recursos que fue
reinvertida en el país. Según palabras de Evo Morales en el marco de la reciente
asunción presidencial, la renta petrolera que quedaba en Bolivia en el año 2005
era de 300 millones de dólares y en 2014 se multiplicó hasta alcanzar la cifra
de 5.330 millones de dólares.
El presidente sostuvo que la inversión estatal en el país subió un 795% entre
2006 y 2014, frente al escaso crecimiento del 15% registrado entre 1997 y 2005.
A partir de acá, el gobierno aumentó las transferencias a gobernaciones,
municipios y universidades que pasaron de 6.669 millones de bolivianos en 2006,
a 29.221 millones en 2014. En el terreno de la salud el presupuesto público del
2005 era de 2.773 mil millones de bolivianos y en 2013 la cifra alcanzó los
10.054 millones.
Lejos de su histórico destino económico subdesarrollado que le fue impuesto por
la división internacional del trabajo, Bolivia está planificando la refundación
productiva del país. Entre 2006 y el 2013 se crearon 103.217 empresas privadas
(Informe de Gestión 2013). El gobierno adquirió un satélite, renovó su
equipamiento militar y se propone aumentar la inversión en ciencia y tecnología.
Bolivia está impulsando planes de desarrollo para la industrialización de los
hidrocarburos, la modernización de la producción de alimentos (EMAPA), la
minería, los transportes aéreos (BOA) las telecomunicaciones (ENTEL) o la
manufactura.
Los cambios sociales
“América Latina no sufría problemas de riqueza, sino su injusta distribución y
la falta de equilibrio económico para fomentar la producción”. Evo Morales
(2014: 276).
La revolución les otorgó una renta universal a todos los alumnos de la escuela
primaria, que se denominó Bono Juancito Pinto. Los adultos mayores de sesenta
años de edad reciben la Renta Dignidad y el gobierno efectuó un aporte económico
para atender médicamente a las mujeres embarazadas y a los niños menos de dos
años (Bono Juana Azurduy)[5].
Según expresó Morales, a contrapelo del neoliberalismo los salarios de los
trabajadores subieron por encima del 200 % en los 9 años y el salario mínimo
pasó de 440 bolivianos en el año 2005, a 1.440 bolivianos en el 2014. Una de las
manifestaciones de la mejora del ingreso, es que hoy la comunidad boliviana
consume y los mercados, paseos y lugares turísticos están siendo disfrutados
masivamente por los hijos del país.
La cifra de desempleo es la más baja de la historia de Bolivia y llegó al 3,2 %,
aunque sigue existiendo una alta tasa de trabajo informal y de menores[6].
Del 37 % de extrema pobreza que tenía el país en 2005, el gobierno la bajó al
18,8 % en 2014 y se propone que sea menor a un digito en 2020.
Bolivia no conoció en su historia un plan de infraestructura como el actual, que
aumentó la cobertura de energía eléctrica al 83%, amplió el agua potable al
85,2% de la población (programa MiAgua) y el gas llegó al 74 % de los
habitantes. El Estado está desarrollando un Programa de Energía Nuclear con
fines pacíficos, construyendo aeropuertos y modernizando la red caminera
nacional.
Como parte del “vivir bien” el gobierno construye polideportivos en todo el
país, que les permiten el acceso al deporte y a la recreación a todos los
bolivianos sin distinción social alguna.
El país hoy tiene una política exterior independiente que le permite integrase a
la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA) o requerir el
ingreso como miembro pleno del MERCOSUR.
Bolivia, ese país que Rogelio García Lupo caracterizó como el “laboratorio de
ideas que más tarde germinan en todo el continente”, está avanzando en la
consolidación de un programa nacional de desarrollo independiente. Desde el año
2006 se cumple el postulado de Marcelo Quiroga Santa Cruz que afirmó que “las
ideas cuando son de deliberación de todo cuanto deprime y lastra al ser
nacional, se enraízan en el espíritu de la juventud, prenden en el corazón del
pueblo, se hacen pasión colectiva y surge, no un golpe afianzador del injusto
orden establecido, sino, una Revolución, así con mayúscula, que primero es del
espíritu y después de la acción”.
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