El dilema de Europa ante el nuevo gobierno de izquierda de Atenas. Cómo operan
los poderosos contra los más débiles.
Europa atraviesa un acontecimiento inédito desde la Segunda Guerra mundial. El
triunfo electoral de Syriza, y la conformación de un gobierno en Grecia,
hegemonizado por un partido de izquierda radical, no sólo ha implosionado el
dispositivo bipartidista como modelo de disciplinamiento por décadas en el país
heleno, sino que también ha generado una profunda preocupación en las
instituciones de gobierno europeo colonizadas por el ideario neoliberal , y
conducidas casi en exclusividad por representantes de los partidos conservadores
y socialdemócratas del Viejo Continente. Pero, ¿cuáles son los intereses en
disputa tras la decisión profundamente democrática de la ciudadanía griega? Por
un lado, el hartazgo de la mayoría del pueblo heleno a más de un lustro de
ajustes impulsados por la casta bipartidista, que cumplió a rajatablas con la
llamada Austeridad decretada desde Bruselas por la troika (Banco Central
Europeo-Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea). Y por otro lado,
la firme convicción del partido triunfante en las históricas elecciones del
domingo 25 de enero, al definir como prioridad dejar de lado la imposición de la
Austeridad, y atender la emergencia de los millones de familias griegas
instaladas en la pobreza, a partir de una reestructuración de la deuda inpagable
del 175% del PBI griego, con una quita significativa que permita priorizar el
crecimiento económico y la distribución de ese crecimiento equitativamente entre
el pueblo griego.
El pago de la deuda es imposible sin una quita como la efectivizada en 1953 a
Alemania, que permitió que en base de la condonación del 50% de la misma, como
país vencido pudiese resurgir de las cenizas.
En este panorama, se suman las exigencias del establishment financiero,
representado por los funcionarios de alto rango de Bruselas como el presidente
del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, quien afirmó el último fin de
semana en Atenas que "el Eurogrupo está decidido a apoyar a Grecia, a condición
de que Grecia cumpla sus compromisos". Por su parte el presidente de la Comisión
Europea Jean Claude Juncker, órgano ejecutivo de la Unión Europea, descartó
eliminar la deuda, porque "de lo que se trata es de hacer algunos arreglos". Lo
paradójico es la posición de gobiernos en extremo endeudados como la España de
Rajoy y la administrción de centro-derecha de Portugal. El ministro de finanzas
español, Luis de Guindos, pese a que su gobierno hace tan sólo dos años
imploraba a las autoridades de Bruselas flexibilidad en el pago de la deuda, hoy
es de los más duros ante las propuestas de reestructuracion de la deuda griega.
Sostiene que "España supedita cualquier dádiva al cumplimiento irrestricto de
los compromisos asumidos por Grecia con sus acreedores". Coincidentes con dichas
declaraciones, la vicepresidenta del gobierno español , Soraya Sainz de
Santamaría, reitero que "las reglas pactadas son inamovibles".
El otro gobierno conservador que recibió el rescate de su economía por la Troika
por el incuplimiento de la deuda fue el portugués. Su primer ministro, Pedro
Passos Coelho, se declaró "radicalmente en contra de la renegociación o intento
de condonación parcial de la deuda griega".
La batalla por la soberanía del pueblo griego, ante las imposiciones de los
funcionarios de las finanzas europeas, recién dio su primer paso este fin de
semana, cuando el ministro de Finanzas heleno, Yanis Varufakis, recibió en
Atenas al presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem. En ese encuentro,
reafirmó que "el gobierno griego fue elegido democráticamente, con un programa
que rechazó en las urnas el plan de rescate impuesto por Bruselas y el pago de
la deuda actual". Como afirmó Alexis Tsipras en su campaña electoral, las
prioridades del nuevo gobierno serán reestructurar la deuda y atender los graves
problemas sociales heredados de las administraciones conservadoras y
socialdemócratas.
Las alternativas están planteadas. Lo que se inicia en estos días es una larga
negociación que pondrá en vilo no sólo a las principales víctimas de la debacle
financiera, el pueblo griego, sino a la esperanza de las otras víctimas de las
políticas ajustistas de la Troika, los millones de desocupados, trabajadores
precarios de Europa y jóvenes y jubilados sin futuro que claman por una salida
de la crisis más equitativa.
Como declaró en su toma de posesión como nuevo ministro de Economía, Yannis
Varoufakis, "para que Grecia pase la página de la política de Austeridad, deberá
construirse un New Deal paneuropeo para la recuperación económica sin
privilegiados ni excluidos. Una nueva alternativa se abre como posibilidad a la
dictadura de la deudocracia enquistada en los órganos de poder europeo, tan
afines a los rescates bancarios y a la austeridad de los que menos tienen.
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