Por primera vez en sus casi seis años de vida, el diario Tiempo
Argentino no saldrá a la calle el próximo 2 de enero, la fecha
en la que todos los diarios reemprenden su labor informativa
luego del feriado del 31 de diciembre, uno de los pocos días no
laborables del año para los trabajadores de prensa escrita.
Hasta el momento la empresa editora no ha dado explicaciones
sobre esta inesperada e intempestiva ausencia en los kioskos.
Sin embargo, este hecho inédito y preocupante para trabajadores,
lectores y para todo el periodismo, nos obliga a compartir
públicamente un contexto necesario de nuestros esfuerzos
cotidianos y un breve repaso de las tensiones que han impuesto
los dueños del diario a sus trabajadores durante esta última
etapa.
Compromisos incumplidos. La empresa que edita Tiempo Argentino
todavía no pagó el aguinaldo de diciembre. Se había comprometido
a efectivizarlo el martes 29, con un retraso de once días
después del vencimiento del plazo legal. A pesar de las
promesas, la empresa no cumplió y tampoco avisó. Recién
oficializó el incumplimiento en la última reunion mantenida con
la comisión gremial interna, realizada el 30 de diciembre. En
ese encuentro, la patronal mencionó como posible fecha de pago
(sólo para la mitad del aguinaldo adeudado) el próximo 12 de
enero, cuando también se depositaría –fuera del plazo legal- el
salario de diciembre. La otra mitad del aguinaldo se pagaría en
febrero con el sueldo de enero. La tardía promesa, más allá de
su ilegalidad, resulta difícil de creer ante la cantidad de
incumplimientos reiterados.
Deudas que superan los 6 meses. A la falta de pago de los
aguinaldos, tenemos que sumarle que hay colaboradores
–trabajadores precarizados, que facturan por sus notas- con los
que se mantienen deudas que llegan al medio año de
postergaciones. Hace una semana la empresa propuso un plan de
pagos absurdo que pretende saldar las deudas recién en marzo. La
oferta, si es que se la puede llamar de ese modo, implicaría –de
cumplirse- que se cobren notas hasta un año después de
publicadas. La cartera de deudas que la patronal acumula con sus
empleados también incluye 8 meses de comisiones por ventas
publicitarias impagas a los trabajadores del área comercial del
diario. Hasta ahora la empresa ni siquiera ha ofrecido intención
alguna de pago.
Maniobras de vaciamiento. Todo esto sucede en un marco general
de vaciamiento que afecta el funcionamiento normal del diario.
Desde hace un mes, por ejemplo, no hay taxis para coberturas,
que apenas pueden realizarse a cuentagotas. Los traslados son
muy importantes, especialmente para nuestros compañeros
reporteros gráficos que deben moverse con sus costosos equipos
que la empresa nunca quiso comprar.
Salarios impagos en el Grupo 23. Pero mucho peor es lo que
sucede en otras publicaciones del Grupo 23, como las revistas
Siete Días y Cielos Argentinos y algunas ediciones zonales de El
Argentino, a cuyos trabajadores la empresa editora aún no pagó
el salario de noviembre: se trata de más de sesenta trabajadores
a los que ni siquiera se les ha dado, hasta el cierre de esta
carta pública, una fecha concreta de pago.
Medidas de fuerza ante el vaciamiento. Por todo esto, la última
edición del año de Tiempo Argentino salió a la calle sin las
firmas de sus periodistas. Lo mismo ocurrirá con la primera
edición de 2016. Ayer, jueves 30 de diciembre, además, se
realizó un paro parcial en la redacción y los trabajadores del
Grupo 23 hicimos una asamblea en la puerta del diario, Amenábar
23, en la que resolvimos marchar el martes a Puerto Madero, el
coqueto barrio en el que están las oficinas de los dueños.
Cuánto facturaron y quiénes son los dueños del diario y del
Grupo 23. Tiempo Argentino es una publicación del Grupo 23,
cuyos accionistas visibles son Sergio Szposlki y Matías
Garfunkel, pero integran un directorio donde también participa
el empresario Darío Richarte. El conglomerado de medios que
estos empresarios controlan, además de Tiempo Argentino, esta
integrado por las revistas Siete Días y Cielos Argentinos y las
distintas versiones del diario El Argentino. Incluye a las
radios América, Splendid, Vorterix -en sociedad con Mario
Pergolini- y Rock and Pop, y el canal de noticias CN23. Según
datos oficiales, entre 2009 y 2015 la empresa recibió 814
millones de pesos en pauta oficial sólo del gobierno nacional. A
ese monto hay que sumarle la pauta de los gobiernos provinciales
y la Ciudad de Buenos Aires, y la privada, que se puede ver en
abundancia en las páginas del diario. A pesar de esta
facturación multimillonaria, la empresa argumenta ahora, a
veinte días de asumido el nuevo gobierno, que atraviesa
problemas financieros.
Cómo negocian estos empresarios. La comisión interna mantiene
reuniones periódicas con Szpolski, el único interlocutor en
estos años en representación del directorio del Grupo 23.
Garfunkel nunca recibió a los trabajadores. Sin embargo, muy
suelto de cuerpo, utiliza su cuenta de Twitter para
desentenderse de la situación como si no fuera uno de los
mayores accionistas y editores reponsables del diario. Al menos
públicamente –ahí están los tuits- está peleado con su socio
Szpolski. Por fuera de la vergonzante espectacularidad de estas
peleas públicas, hemos repudiado esta irresponsabilidad: que las
peleas de patrones se arreglen entre patrones, pero que les
paguen a los trabajadores.
Nuestras definiciones para el futuro. Los trabajadores no vamos
a ser la variable de ajuste de las aventuras empresariales. Es
la patronal la que tiene que hacerse cargo de sus
responsabilidades. Pagar los salarios y los aguinaldos no es una
opción, es una obligación. Mientras Garfunkel tuitea, lo que
está en juego son las fuentes laborales de cientos de
trabajadores.
El valor de nuestro trabajo. Estamos muy orgullosos de ser parte
de Tiempo Argentino. Orgullosos de cada uno de nuestros
compañeros y del esfuerzo de una redacción que nació a pesar del
desdén de la "patria periodistica" y que logró construir, día a
día, un medio de alcance nacional que ha superado ampliamente
las expectativas de la patronal. La muestra está en los lectores
que llaman todas las mañanas para decir que no les llega el
diario, en el desaprovechamiento empresarial de las
potencialidades de este producto periodístico y, por sobre todo,
en las repercusiones noticiosas que nuestras páginas, y nuestros
compañeros, cosechan diariamente en la agenda informativa
cotidiana.
Línea editorial y compromiso. Como cada medio, Tiempo Argentino
tiene su propia línea editorial. No todos los trabajadores la
comparten, como sucede en la mayoría de los medios. Pero más
allá de las distintas posiciones, que muchas veces se
contraponen en las asambleas, hacemos el diario con honestidad y
compromiso. Las pruebas de esa maduración y crecimiento está en
la extensa lista de títulos propios, de primicias y de
revelaciones que han construido un lazo indeleble con sus
lectores, a partir de investigaciones, coberturas, reportajes y
crónicas que les han permitido conocer aspectos y datos no
revelados hasta entonces. El trabajo de cada uno de nuestros
compañeros ha nutrido a Tiempo Argentino hasta constituirlo en
un medio competitivo que, paradójicamente, es subejecutado por
sus propietarios.
Las cosas claras. Una y otra vez decimos que los trabajadores no
somos lo mismo que los dueños de los medios, como quedó
demostrado en las muchísimas oportunidades en las que
trabajadores de Tiempo, Página/12, La Nación, Clarín y otras
publicaciones nos encontramos en la calle luchando en unidad por
nuestros derechos. Tenemos claro que cuando golpean a uno nos
golpean a todos. Cualquier pérdida de puestos de trabajo que
pueda producirse en el Grupo 23 repercutirá indefectiblemente en
el conjunto de los trabajadores de prensa. Esto no es un
problema abstracto. Acá hay trabajadoras y trabajadores que
terminan el año envueltos en la incertidumbre.
A todos nuestros lectores, al público en general, a todos
nuestros compañeros del gremio, pero también a todos los
dirigentes políticos y gremiales, actores, músicos, futbolistas
y gente de a pie, les pedimos su apoyo y solidaridad para
mantenernos todos en estado de alerta ante esta serie de
maniobras que, sin dudas, buscan vaciar un diario incómodo para
el poder.
Estamos acá y vamos a dar pelea. Tenemos con qué. Que de eso no
tenga duda nadie. Nos volveremos a encontrar en la edición del 3
de enero, pero también en la calle, junto a todos nuestros
compañeros. Así recibiremos el 2016: de pie, con el orgullo de
nuestro esfuerzo, con la alegría de nuestra asamblea y con el
compromiso profesional de siempre.
Comisión Interna Diario Tiempo Argentino
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