El emblemático JP Morgan no sólo aporta los funcionarios que
comandan el equipo económico sino que saca provecho de las
necesidades del país.
Bancos internacionales que fueron empleadores del ministro, Alfonso
Prat-Gay, y el secretario de Finanzas, Luis Caputo, lideran la venta
de los bonos de deuda. Esos dólares se usarán para pagar a los
buitres. Por si fuera poco, el FMI vuelve a auditar la economía
argentina.
Deutsche Bank, HSBC, JP Morgan, Santander, BBVA, Citigroup y UBS
componen el pool de bancos extranjeros contratados para la emisión
de deuda externa por 15.000 millones de dólares que realizará el
gobierno de Mauricio Macri el lunes para pagarle a los fondos buitre
en los términos acordados y financiar gastos corrientes. Las tres
primeras entidades tienen una historia en común con el ministro
Alfonso Prat-Gay y el secretario de Finanzas, Luis Caputo. Fueron
sus empleadores en la década del noventa (JP Morgan y Deutsche Bank,
y facilitador de la fuga de capitales hacia cuentas a Suiza a través
de una de ella (HSBC). El gobierno de Macri también incorporó a una
de las abogadas del HSBC en la conducción Unidad de Información
Financiera, y una de sus primeras medidas fue cerrar los casos donde
se investigaba a ese banco, que ahora será uno de los encargados de
colocar en el mercado deuda argentina. Esta operación financiera con
esos bancos quita cualquier velo a la estrecha relación que existe
entre la actual conducción del Palacio de Hacienda y el centro de
las finanzas internacionales. Los bancos cobrarán como mínimo unos
27 millones de dólares por actuar como coordinadores del regreso de
Argentina al mercado de capitales internacionales. De la mano de
esta mega emisión de deuda vienen las calificadoras de riesgo y el
FMI. Cartón llenó del regreso de Argentina al mundo de las finanzas
globales.
Prat-Gay fue ejecutivo del área de monedas, en Londres, del JP
Morgan; y Caputo comenzó su carrera en el mercado en ese mismo
banco, para luego pasar a liderar la sucursal Buenos Aires del
Deutsche Bank. A la vez, el ministro figura en la documentación
filtrada por el técnico informático del HSBC, Hervé Falciani, sobre
miles de cuentas de inversores, entre los que se contaban 4040 de
clientes argentinos. Entre ellas, están las de Amalita Lacroze de
Fortabat, cuyo agente de contacto con la sucursal Ginebra del HSBC
era Prat-Gay.
Estos bancos fueron elegidos por el equipo económico para que se
encarguen de la mega emisión de deuda externa, la más importante de
un país denominado emergente en los últimos veinte años. Esa
cercanía con esos bancos explica el optimismo que deja trascender el
Ministerio de Hacienda y Finanzas, al asegurar que existe la demanda
para superar el monto previsto de 15 mil millones de dólares. La
elevadísima tasa que se comprometerá a pagar Argentina por esa
deuda, estimada del 7,5 al 8,75 por ciento anual, explica
fundamentalmente el atractivo de esos bonos para los financistas.
El equipo de Prat-Gay reconoce, sin embargo, que el acuerdo con los
buitres no garantiza la terminación de la litigiosidad en tribunales
extranjeros. Si se suma ese grupo de bancos internacionales al nuevo
negocio de la deuda argentina, no podía estar ausente otro
protagonista de ese mercado: las calificadores de riesgo. La
evaluación de los nuevos títulos públicos estará a cargo de Standard
& Poor’s.
La colocación y la transferencia de los dólares a los buitres el
próximo viernes implicarán el ingreso del país en la lógica del
sistema financiero internacional. El ajuste fiscal, la devaluación y
la desregulación del mercado cambiario son componentes de la agenda
del equipo económico. Dentro de esa estrategia, la normalización del
vínculo con el Fondo Monetario Internacional constituye un activo
adicional ante inversores extranjeros y futuras colocaciones de
deuda externa, al tiempo que los diferencia de sus antecesores en la
Casa Rosada. Desde Washington, donde se encuentra el ministro
Alfonso Prat-Gay participando de las reuniones anuales del organismo
y promoviendo la emisión de bonos del lunes, las autoridades del FMI
informaron que regresarán al país en septiembre para realizar su
tradicional evaluación de la economía local.
Tienen banca
La operación de endeudamiento para pagarle a los buitres, como
Elliott Management que encabeza Paul Singer, tendrá como
“coordinadores globales” a los bancos Deutsche, HSBC, Santander y JP
Morgan, el banco que formó profesionalmente a gran parte del nuevo
equipo económico. La comisión de la colocación de 15.000 millones de
dólares en bonos será de 0,18 por ciento (el proyecto de ley que
habilitó la toma de deuda estableció un máximo de 0,2 por ciento).
Los siete bancos involucrados –Citigroup, UBS y BBVA serán
“colocadores”– se repartirán alrededor de 27 millones de dólares.
Además de los ingresos que generen con la colocación, la reinserción
plena del país en la lógica del sector financiero abrirá el negocio
para la banca internacional en el país.
La colocación habilitada el miércoles cuando la Corte de Apelaciones
de Nueva York confirmó la decisión del juez Thomas Griesa de
levantar las medidas cautelares que bloquean el mecanismo de pago de
la deuda externa y el acceso al mercado financiero internacional.
Pero la emisión no es el primer encargo del nuevo gobierno para los
bancos extranjeros. La tarea inicial requerida al JP Morgan fue la
determinación del valor de tres nuevos títulos Bonar con diferentes
fechas de vencimiento (2022, 2025 y 2027) que no tenían cotización
en el mercado. Los bonos nacidos en el Megacanje II –la conversión
de un pasivo intrasector público en deuda pasible de comercializarse
en el mercado– fueron utilizados como garantía para el crédito
contingente que el JP Morgan, Santander, HSBC, Citi, BBVA y Deutsche
y UBS otorgaron al Banco Central. La autoridad monetaria entregó
títulos por 10.000 millones de dólares y recibió a cambio 5000
millones. La ganancia de los bancos fue más abultada que las
comisiones que cobrarán en esta operación.
Las series de bonos ofrecerán a los inversores interesados una tasa
de interés anual del orden del 8 por ciento en dólares y se regirán
bajo legislación extranjera.
El regreso del FMI
Como parte del proceso de reinserción definitiva en la lógica del
mercado financiero internacional, el Fondo Monetario Internacional
regresará al país en septiembre para realizar su primera revisión in
situ de la economía argentina en una década. La confirmación del
calendario estuvo a cargo del director de la División del Hemisferio
Occidental del organismo multilateral, Alejandro Werner, que celebró
“el compromiso de las autoridades argentinas con el Fondo”.
La revisión macroeconómica es un requerimiento para los países
miembro del FMI que Argentina dejó de permitir en 2006 después del
pago de toda la deuda con el organismo. El equipo de técnicos a
cargo de la elaboración del informe visitará el país durante dos
semanas, en las que pretenden reunirse con funcionarios del Banco
Central y representantes de la sociedad civil como algunos
consultores de la city porteña. Se trata de una evaluación técnica
esos documentos operaron a lo largo de la historia como herramientas
para legitimar la implementación de políticas fiscales y monetarias
contractivas, la flexibilización del mercado de trabajo, la
desregulación comercial y la apertura financiera que no
necesariamente eran exigidas por el organismo como contraparte para
acceder a un crédito.
Convocados por el Ministerio de Hacienda y Finanzas el organismo
multilateral llegará al país dentro de cinco meses para completar la
normalización del vínculo. “Aparentemente iremos por dos semanas en
septiembre”, informó ayer el número dos de Werner, Nigel Chalk. De
acuerdo a las precisiones ofrecidas por el técnico del FMI la
delegación que llegará al país para la primavera “será muy pequeña y
estará encabezada por Roberto Cardarelli quien se reunirá con
personal del Banco Central y de la sociedad civil”. El economista
italiano que será es el jefe de la división de América del Norte en
el Departamento para el Hemisferio Occidental. Cardarelli fue uno de
los funcionarios del organismo que supervisaron los intercambios
oficiales con el Indec alrededor de las mediciones del producto y
los precios. “No les vamos a pedir un dólar”, prometen en el Palacio
de Hacienda.
Apuesta a las tasas
El mantenimiento de un esquema contractivo de altas tasas de interés
le permitió al Banco Central descomprimir la demanda de dólares. La
divisa estadounidense finalizó ayer con una baja de nueve centavos
hasta los 14,56 pesos, enlazando su tercera caída consecutiva. La
posibilidad que tienen los bancos de colocar el exceso de liquidez a
una tasa del 38 por ciento anual en plazos relativamente cortos
redujo las compras del billete verde por parte de estas entidades.
En el mayorista, donde operan bancos y empresas por montos desde un
millón de dólares, cedió 23 centavos a 14,12 pesos, su menor valor
en dos meses. El Central compró 120 millones de dólares en el
mercado pero las reservas se retrajeron en 116 millones hasta los
28.235 millones.
La estrategia del organismo que conduce Federico Sturzenegger se
basa en ofrecer a los bancos cobertura por su liquidez a una tasa
alta. Esto tiene por objetivo evitar que los bancos vuelquen el
dinero captado de los depósitos a la compra de dólares. Para los
bancos es un excelente negocio debido a que la suba de tasas no la
trasladaron a los rendimientos de los plazos fijos, que se mantienen
en el orden del 29 por ciento, con lo cual obtienen una diferencia
de 8 puntos por el simple pase de manos. Esto genera una presión al
alza en las tasas de los créditos, que deben competir con la de las
letras, instrumentos utilizados por el Central para controlar la
base monetaria.
En la Bolsa porteña las acciones líderes finalizaron con una leve
alza de 0,2 por ciento promedio. La habilitación que recibió el
gobierno de Mauricio Macri (ver aparte) para endeudarse fue uno de
los motivos que impulsaron a las cotización de empresas privadas,
que podrían aprovechar una baja en las tasas de interés posterior a
la operación. En la semana las acciones finalizaron con una mejora
del 8,3 por ciento. En títulos públicos los resultados al cierre
fueron algo más dispares. Las emisiones en dólares cerraron en rojo,
ante la caída del precio de la divisa en el mayorista. El Bonar 2020
retrocedió un 1,7 por ciento; el Bonar 2017, un 0,9; el Bonar 2024,
un 0,8; y el Discount bajo ley argentina, un 0,2.
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