Las disputas electorales son una caja de sorpresas. Los estrategas se reservan las mejores cartas y la realidad se encarga de añadirles una dosis de imponderables. Pero como el futuro ya empezó hay elementos para imaginar qué buscan las fuerzas que responden a Mauricio Macri.
1- Presentar el resultado del domingo como una victoria masiva e inapelable.
A las 22.45 del domingo 13 de agosto Mauricio Macri cerró la ronda de discursos de sus candidatos. Dijo que “el cambio comenzó, está, no es propiedad de un gobierno, es de todos los argentinos, los argentinos que tenemos derecho a vivir mejor”, agregó que “lo que vale en serio no se hace de un día para el otro” y afirmó que “juntos siempre vamos a ser más que tirando para distintos lados”. Agradeció uno por uno a los postulantes en cada provincia y no dio por ganada la provincia de Buenos Aires. Pero cuando habló, la carga de votos daba ganador a Esteban Bullrich por un 6 por ciento de diferencia sobre Cristina Fernández de Kirchner y quedó horas estática. Tal vez la carga mañosa de datos haya constituido el primer acto de campaña del oficialismo de cara a las elecciones de octubre. Es verdad que en 2015 la carga fue exasperantemente morosa. Pero no había un escenario de empate técnico. Y también es cierto que las sospechas aumentan porque en estas últimas PASO el cómputo quedó frenado justo en distritos donde las mesas ya escrutadas daban una mayoría para CFK. Un objetivo pudo haber sido evitar que la buena performance de Cambiemos en parte del país, por ejemplo en Córdoba, San Luis y en grandes ciudades bonaerenses como Bahía Blanca y La Plata, fuese compartida en los titulares con una victoria de Cristina. Otra jugada pudo haber consistido en el intento de colocar al kirchnerismo y al peronismo en el papel del débil o del denunciante. Los electores pueden tener compasión por las víctimas pero no votan políticos ni políticas débiles. A su vez, el peronismo tiene la obligación de denunciar la manipulación de la carga pero no puede eternizarse en el tema ni tomarlo como centro de su campaña: no parece haber una percepción mayoritaria de que el manejo fue escandaloso. La maniobra del oficialismo tiene varios costados. Mientras por un lado puso el foco sobre los votos al birlar un resultado de conocimiento inmediato, por otro minimizó la importancia del resultado. “Póngale que gane, ¿cuál es la diferencia de que gane por cinco votos o pierda por quince? No es relevante”, dijo el presidente provisional del Senado Federico Pinedo. “Es relevante para el que mira un partido de fútbol un domingo pero no para la reconstrucción de la Argentina. Y menos en una elección en la que se define quiénes van a ser los candidatos”.
2- Exhibir a María Eugenia Vidal como si fuera candidata y su vida estuviera en juego.
No es una exageración mencionar la cuestión de la vida en general de la gobernadora, y no solo la vida política en particular. La vida cotidiana de Vidal tiene una anomalía notable: es la única funcionaria de la Argentina que habita una base militar. El Presidente y los gobernadores alternan sus respectivas residencias pero ninguno alega que una base militar es la barrera imprescindible contra un ataque mafioso. Vidal, incluso, usa políticamente a sus hijos. Según ella misma dice, estarían en peligro potencial por la lucha que la gobernadora presuntamente entabla con denuedo contra la mafia de la Bonaerense y contra el narcotráfico. Nadie puede descartar el peligro, naturalmente, y por eso a menudo los hijos de los altos funcionarios tienen protección especial. Pero sus chicos no van a la escuela en la base ni la propia Vidal deja de gobernar o timbrear fuera de guarnición aérea de Morón donde vive. En todo caso la cuestión de la base es un modo más de presentar a Vidal como la débil-fuerte, una mixtura que cosechó el éxito de 2015, mientras ella busca plantarse como la contracara de CFK. Quizás por eso fue ella misma la que atacó a la ex presidenta por la cuestión del recuento. “En ningún momento dije o digo que ganamos la provincia”, afirmó tras las PASO. “Dije que hicimos una gran elección en términos de paridad. El escrutinio definitivo no puede dar una diferencia mayor de un punto para un lado o para el otro. Esa es la verdad. A lo mejor la ex presidenta está decepcionada porque esperaba sacar más votos”.
3- Colocar un eventual triunfo de Esteban Bullrich sobre Cristina como el ruego mágico que habilitará la lluvia de inversiones.
El presidente del Banco Mundial, el coreano Jim Yong Kim pasó por Buenos Aires y dijo: “Estamos entusiasmados con las reformas del gobierno de Mauricio Macri”. Pidió “potenciar a los microemprendedores”. Sin embargo aclaró que el camino hacia la prosperidad argentina debe tener en cuenta que “los países exitosos se sacrifican atravesando un momento difícil, para encaminarse a un proceso de crecimiento”. Colofón: “Si los argentinos están dispuestos a sacrificarse juntos, van a tener prosperidad”. El vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, visitó la Argentina trayendo consigo, dijo, “los saludos personales de su amigo de larga data, Donald Trump” .El influyente Pence elogió “los audaces programas de cambio para reparar la reputación de la Argentina en el mundo”, registró el comienzo de “un renacimiento económico y político que removió barreras para permitir el crecimiento, invertir en infraestructura e ingresar a la OCDE” y se esperanzó en “aumentar el comercio bilateral en beneficio mutuo”. La Argentina tendría vía libre, al fin, para vender en los Estados Unidos los famosos limones tucumanos rechazados por sus competidores de California. Y los Estados Unidos comenzarían a exportar cerdos, cosa que no fue muy bien recibida por los productores argentinos de chanchos.
4- Asimilar los comicios del 22 de octubre a un ballottage para elegir cargos ejecutivos en el que, además, se optaría por ser Venezuela o no.
“Esta elección ratifica el rumbo que tomó este equipo en 2015. La gente entendió que había que cambiar, si no íbamos camino a convertirnos en Venezuela o la provincia de Santa Cruz”, dijo el lunes el ministro del Interior Rogelio Frigerio. El discurso oficial apunta a instalar la idea de que el voto parlamentario es como el voto ejecutivo que resuelve quién ocupará las gobernaciones y la Presidencia de la Nación. Por eso la comparación de Frigerio con 2015, cuando ese tipo de cargos estaba en juego. Por eso la exhibición del fantasma, siempre presente, de Venezuela, o de Venezuela y Santa Cruz. Ya en medio de la campaña hacia las PASO fue Felipe Solá quien explicó mejor que la comparación con Venezuela era un sinsentido. “No vivimos de un solo producto, la sociedad argentina es más compleja y no estamos en el mismo nivel de polarización”, dijo.
5- Persuadir de que Macri y sus apóstoles en cada provincia son la esperanza o, de mínima, un Presidente y un equipo que merecen ser esperados.
En septiembre la Presidencia girará al Congreso el proyecto de presupuesto para el próximo ejercicio. Es probable que proyecte una inflación del 12 por ciento para 2018 y un tope para el déficit fiscal del 3,2 por ciento. Para 2017 la inflación proyectada por el Banco Central fue de entre el 12 y el 17 por ciento. Las consultoras privadas más optimistas pronostican un piso del 21 por ciento, es decir por lo menos cuatro puntos arriba del peor escenario planteado por el Gobierno. El posible uso publicitario del 12 por ciento para el 2018 engarzaría con el argumento de que hay que darle tiempo al Presidente para que la inflación baje. Porque, dirá la publicidad, la inflación sin duda bajará mientras crecen las obras públicas y el crédito hipotecario. “Les agradezco que a pesar de las dificultades hayan creído que vamos por el camino correcto”, dijo Macri el domingo de las PASO. “Empezamos a recorrer los mejores 20 años de la historia del país”, declaró transparentando el sueño de Cambiemos.
6- Convencer de que el juicio político a Eduardo Freiler es el comienzo de una Justicia de manos limpias.
El oficialismo aprovechó una fugaz mayoría de dos tercios en el Consejo de la Magistratura para no computar la voz y el voto del miembro saliente Ruperto Godoy, representante peronista en el organismo, y suspender al camarista Eduardo Freiler. “La suspensión de Freiler es un paso adelante hacia el fin de la impunidad”, dijo. Macri. Según Freiler esa mayoría fugaz no fue casual. “Estoy realmente muy mal, es impactante cuando uno ve las imágenes de lo que sucedió en el Consejo”, dijo. “Estoy muy sorprendido de que haya habido un accionar tan coordinado entre el Consejo de la Magistratura, la Corte Suprema de Justicia de la Nación y con alguna mirada constante desde el Poder Ejecutivo”, añadió. El camarista suspendido no quiso pecar de ingenuo: “En el Consejo de la Magistratura el oficialismo estaba esperando que quien no votaba como ellos se enfermera o perdiera el avión para poder contar con la mayoría necesaria. Todo el mundo lo sabía, era una maniobra muy clara, evidente. Pero lo de ayer...”, planteó Freiler. “Nadie podía suponer que iban a contar con la ayuda del presidente de la Corte Suprema...”. El mensaje subyacente del oficialismo es que no se trata de que faltan pruebas contra CFK sino de que Freiler bloqueaba los procesos.
7- Hacer creer a los intendentes bonaerenses que su futuro es desesperante si no hacen de agentes electorales dobles.
Según admiten en privado los operadores de Cambiemos en el mayor distrito del país, los intendentes que sueñan con obras públicas y un reparto más o menos equitativo de los fondos provinciales deberían comenzar a entregar boletas con distintos juegos. Un juego combinarían a Cristina senadora con los concejales del intendente. Otro juego combinaría a Bullrich senador con esos mismos concejales. La seducción-amenaza consiste en que el intendente se convenza de que su ventaja es ésta: se reservaría el dominio del concejo deliberante (perderlo es el terror de cualquier jefe comunal) y entretanto aporta votos al macrismo. Al menos una parte. Las operaciones discretas comenzaron ya encandilando a los intendentes que juegan con Florencio Randazzo (la expectativa del Gobierno es que no le sumen más votos a Cristina) y a los que apoyaron a Sergio Massa: deberían profundizar un drenaje todavía superior a la gran huída de votos que ya se produjo en las PASO.
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