1 feb 2013

Antonio Gramsci


Fue un filósofo, teórico marxista, político y periodista italiano.

Sus padres fueron Francesco Gramsci (1860-1937) y Giuseppina Marcias (1861-1932). Francesco era originario de Gaeta y estudiaba derecho, pero a causa de la pobreza de su familia debió buscar rápido un trabajo y partió para Cerdeña. En el año 1881 se empleó en la oficina de registro de Ghilarza (provincia de Oristán). Allí conoce a Peppina, que sólo había estudiado hasta tercero de primaria y se casan, a pesar de la oposición de los padres de ella. Durante este período nacieron sus hijos: Gennaro (1884), Grazietta (1887), Emma (1889) y el 22 de enero de 1891, en Ales, Antonio, bautizado el 29 de enero.

El año siguiente los Gramsci se mudaron a Sorgono (provincia de Nuoro), donde nacen sus hijos: Mario en 1893, Teresina en 1895 y Carlos en 1897. Arrestado el 9 de agosto de 1898 con la acusación de peculado, concusión y falsificación, Francesco Gramsci es condenado el 27 de octubre de 1900 a la pena mínima con la atenuante del “escasa cuantía”: 5 años, 8 meses y 22 días de cárcel, para expiar en Gaeta. Privados del sueldo del padre, son años de extrema miseria para los Gramsci. En ese entonces Antonio, a raíz de una caída cuando tenía tres años, sufre un traumatismo que le provoca una deformación de la columna y deja de crecer: su altura no superará el metro y medio. Según otra versión, la de la autopsia y los datos que dan en la "Casa-museo de Antonio Gramsci" en Ghilarza, suponía que estaba enfermo de tuberculosis osteoarticular, lo que impidió su crecimiento normal. Ese trastorno había afectado sus pulmones poco antes de su muerte.

Antonio comienza a asistir a la escuela primaria a los siete años y la concluye en 1903 con el máximo de calificaciones. Sin embargo, las condiciones de la familia no le permiten inscribirse en la secundaria y da su pequeña contribución a la economía doméstica trabajando en la Oficina del Catastro por 9 liras al mes, el equivalente a un kilo de pan al día. Trabajaba diez horas por día removiendo «registros que pesaban más que yo y muchas noches lloraba a escondidas porque me dolía mucho el cuerpo».

El 31 de enero de 1904 Francesco termina de cumplir su condena y obtiene un empleo de escribano en la Oficina de Catastro. Es así que Antonio puede inscribirse en la escuela secundaria municipal de Santu Lussurgiu, a 18 kilómetros de Ghilarza, «una pequeña escuela en la cual tres presuntos profesores regañaban, con caras exageradamente sombrías, durante las cinco clases»[cita requerida]. Con esta preparación aventurada logra graduarse en Oristán y en el verano de 1908 se inscribe en el liceo Dettori de Cagliari, donde comparte una pensión junto con su hermano Gennaro, que trabaja en una fábrica de hielo.

Al fin del segundo año del instituto pide a su profesor, director de la Unión Sarda, poder colaborar durante el verano en el periódico con breves correspondencias y el profesor lo acepta: el 20 de julio de 1910 recibe la credencial de periodista. El año siguiente se gradúa del liceo con ochos y un nueve en italiano.

En 1911 el Colegio Carlo Alberto de Turín ofrece 39 becas de estudio, 70 liras al mes por once meses, para poder frecuentar la Universidad de Turín. «Partí para Turín como si fuese en estado de sonambulismo. Tenía 55 liras en la bolsa, había gastado 45 para el viaje en tercera clase de las cien recibidas en casa». El 27 de octubre de 1911 concluyó los exámenes: los supera clasificándose en el noveno lugar; en el segundo está un estudiante proveniente de Genòva llamado Palmiro Togliatti.

Se inscribe en la facultad de Letras pero las 70 liras mensuales de la beca no bastan: «la preocupación del frío no me permite estudiar porque paseo en la recámara para calentarme los pies o debo de estar totalmente cubierto porque no logro aguantar la primera helada».

Sus opiniones políticas en aquel tiempo consisten en una genérica adhesión a ideas socialistas que, originadas en un fuerte resentimiento por las injusticias cometidas en la región del Mezzogiorno y particularmente en Cerdeña, retiene por los retrasos de las decisiones políticas y económicas hechas por los continentales.

Está en casa para las elecciones políticas del 26 de octubre de 1913. Italia se encuentra en guerra contra Turquía por la conquista de Libia; votan, por primera vez, hasta los analfabetos, pero la corrupción y la intimidación electoral son las mismas de las elecciones precedentes. Angelo Tasca, joven dirigente socialista turinés, amigo y compañero de estudios de Gramsci, escribe que Antonio «había sido muy golpeado por la transformación producida en aquel ambiente de la participación de las masas campesinas en las elecciones, aunque no supieran y no pudieran todavía servirse por cuenta ellos de la nueva arma. Fue este espectáculo, y la meditación de esto, que hizo definitivamente de Gramsci un socialista».

En los primeros días de noviembre de 1913, se instala en una buhardilla del último piso del palacio de calle San Máximo 14, hoy Monumento Nacional; debe fecharse en este periodo su inscripción al partido socialista. Está en retraso con los exámenes, a causa de «un tipo de anemia cerebral, que me quita la memoria, que me devasta el cerebro, que me hace enloquecer hora tras hora, sin que logre encontrar descanso ni paseando, ni tendido en la cama, ni tendido en el piso arrollándome en ciertos momentos como un furibundo». Para no perder el abono mensual de la Fundación Albertina logra recuperar diversos exámenes entre marzo y abril de 1914.

Toma lecciones privadas de filosofía con el profesor Annibale Pastore por lo que escribió luego que «su orientación era originalmente crociana [...] quería darse cuenta del proceso formativo de la cultura a los fines de la revolución [...] como hace el pensar para actuar [...] como las ideas se vuelven fuerzas prácticas». Gramsci escribirá sobre haber sentido también la necesidad de superar un modo de vivir y de pensar atrasado, como aquél que era propio de un sardo del principio de siglo, para alcanzar modo de vivir y de pensar ya no regional y aldeano, sino nacional» pero también «provocar en la clase obrera la superación de aquel provincialismo al revés de la “bola de plomo” [como el Sur era generalmente considerado en el Norte] que tenía sus profundas raíces en la tradición reformista y corporativa del movimiento socialista».

Frecuenta a los jóvenes compañeros de partido, entre los cuales se encontraban Tasca, Togliatti, Terracini: «salíamos seguido de las reuniones del partido [...] mientras los últimos noctámbulos se detenían a observarnos [...] continuábamos nuestras discusiones, mezclándolas de propuestas feroces, de carcajadas estrepitosas, de galopes en el reino de lo imposible y del sueño».

En la Italia que se ha declarado neutral en la primera guerra mundial en curso –neutralidad también afirmada por el partido socialista– escribe por primera vez, sobre el periódico socialista turinés Il Grido del popolo, el 31 de octubre de 1914, el artículo Neutralidad activa y operante en respuesta del artículo de Mussolini De la neutralidad absoluta a la neutralidad activa y operante, sin poder imaginar sin embargo la evolución política que habría de tener el que era entonces un importante y popular exponente del socialismo.

Rinde el 13 de abril de 1915 lo que sería su último examen en la Universidad; Italia entra en guerra y Gramsci siente, como nunca antes, la necesidad de un compromiso político directo y asiduo.

Desde los primeros meses de 1916, en plena guerra mundial, es uno de los tres redactores del semanario de la sección socialista de Turín “El Grito del Pueblo” y de la hoja turinesa del “Avanti!” bajo la sección Bajo la Mole; publica breves panfletos y de crítica teatral. Más tarde dirá haber escrito, en diez años de periodismo, «quince o veinte volúmenes de 400 páginas, pero escritas un día para morir con el día» y se jactará de haber contribuido a hacer popular el teatro de Pirandello, entonces incomprendido o escarnecido. Se libera del aislamiento de su vida de estudiante pobre y huraño visitando obreros, dictando conferencias en los círculos socialistas y escribe por sí mismo el número único del periódico de los jóvenes socialistas “La Città futura”, publicado el 11 de febrero de 1917.

Aquí muestra su intransigencia política, su ironía, hasta en contra de los socialistas reformistas, el fastidio hacia cada expresión retórica pero también su formación idealista, su deuda cultural respecto de Croce, mayor aún que a Marx «En aquel tiempo» - escribirá – «el concepto de unidad de teoría y práctica, de filosofía y política, no me resultaba claro y yo era por tendencia Crociano».
En marzo de 1917 el zar de Rusia fue derribado y se instauró un gobierno liberal moderado; las noticias llegaban parciales y confusas, pero el 29 de abril Gramsci escribió que «la revolución rusa es [...] un acto proletario y naturalmente debe desembocar en un régimen socialista» y en mayo sostiene que Lenin «ha suscitado energías que jamás morirán. Él y sus compañeros bolcheviques están persuadidos que es posible en todo momento realizar el socialismo».

El 25 de agosto de 1917 Turín se alza espontáneamente contra la guerra y el hambre, la represión militar causa más de cincuenta muertos y centenares de heridos y la ciudad es declarada zona de guerra. Los dirigentes socialistas son arrestados en masa y la dirección de la Sección socialista queda a cargo de un comité de doce personas, del que forma parte Gramsci.

Los bolcheviques toman el poder en Rusia el 7 de noviembre pero durante semanas a Europa llegan solo noticias confusas, hasta que el 24 de noviembre la edición nacional del “Avanti!” publica una editorial con el título “La Revolución contra el capital”, firmado por Gramsci.

«La revolución de los bolcheviques es la revolución contra el Capital de Carlos Marx. El Capital [...] era la demostración crítica de la fatal necesidad de que en Rusia se formase una burguesía, se iniciase una era capitalista, se instaurase una ciudadanía de tipo occidental [...] Si los bolcheviques reniegan de algunas afirmaciones de El Capital, no reniegan de su pensamiento inmanente, vivificador [...] Viven el pensamiento marxista, aquel que no muere nunca [...] que en Marx se había contaminado de incrustaciones positivistas y naturalistas».

También en Italia las dificultades de la guerra y el eco de la Revolución Rusa llevan a sublevaciones espontáneas duramente reprimidas por el orden constituido; la revuelta por el pan de Turín, de septiembre de 1917, desencadena una dura reacción: 50 muertos y más de 200 heridos, declaraciones de Turín como zona de guerra y la consiguiente aplicación de la ley marcial, arrestos en cadena que golpean no solo a los que habían participado en el levantamiento, sino también a los elementos políticos de la oposición (y en especial a todo el núcleo de la fracción socialista) con la acusación de instigación a la revolución.

Después de los arrestos efectuados en Turín, Gramsci pasa a ser el único redactor de “El Grito del Pueblo”, que cesa de publicarse el 19 de octubre de 1918. Terminada la guerra, Gramsci trabaja únicamente en la edición piamontesa del Avanti! desde el 5 de diciembre; pero los jóvenes socialistas turineses, Gramsci, Tasca, Togliatti y Terracini intentan expresar, después de la revolución rusa, nuevas exigencias en la actividad política socialista, que no sienten representadas en la Dirección Nacional: «Queríamos hacer, hacer, hacer, nos sentíamos angustiados, sin una orientación, hastiados en la ardiente vida de aquellos meses después del armisticio, cuando parecía inmediato el cataclismo de la sociedad italiana». El primero de mayo de 1919 se publicó el primer número de Orden Nuevo con Gramsci como secretario de redacción y animador de la Revista.

La línea política de la revista, después de un camino incierto, se define adoptando posiciones netamente obreras. De hecho, si la democracia burguesa tiene su punto de apoyo institucional en el Parlamento, la democracia proletaria asigna a los consejos de fábrica esta posición democrática necesaria para el nacimiento del nuevo orden. De aquí surgen las batallas por la introducción y la difusión de estos consejos, la proximidad con los sentimientos y las opiniones de los obreros, la crítica al partido socialista (partido para los proletarios, pero no del proletariado) completamente homologado a la lógica del poder burgués y por eso mismo incapaz de expresar una alternativa política real.

Fundó junto a Angelo Tasca, Palmiro Togliatti y Umberto Terracini el diario L'Ordine Nuovo (reseña semanal de cultura socialista) en 1919 y colaboró en la revista La Città Futura. Participa en el movimiento de los consejos de fábrica de Turín (1919-1920).

Los obreros tuvieron predilección por el semanario porque «los artículos no eran frías arquitecturas intelectuales, sino que desobstruían nuestra discusión con los mejores obreros, creaban sentimientos, voluntad, pasiones reales de la clase obrera turinesa [...] eran casi una toma de conciencia de sucesos reales».

Gramsci apoyó la huelga de abril de 1920, la ocupación de las fábricas del septiembre siguiente y la frustrada huelga de abril de 1921. Además polemizó con la dirección del Partido Socialista, tanto contra los maximalistas como contra los reformistas. Indicó un programa que sacudió la explícita aprobación de Lenin al II Congreso de la III Internacional comunista, que había pedido la expulsión del partido de los reformista y de algunos maximalistas.

La resolución de la Internacional comunista que pedía a los partidos socialistas el alejamiento de los reformistas y más en general de los gradualistas (los que pretendían la toma del poder político por la vía democrática electoral para efectuar las reformas sociales) fue desoída por el Partido Socialista Italiano. A pesar de la aprobación y el aval de Lenin a los ordinovisti en el II Congreso de la Internacional (organización a la cual el PSI había decidido adherirse en el congreso de Bolonia de octubre de 1919), los vértices del PSI estaban en manos de dirigentes formados en el viejo estado liberal, incapaces de comprender el momento crucial político-social de la posguerra.

En este sentido el fracaso de muchos obreros de agosto a septiembre de 1920 (no comprendido y por tanto duramente contrariado tanto por los dirigentes del Partido Socialista Italiano como por los dirigentes de la Confederación General del Trabajo), en este sentido el aislamiento de los ordinovistas del partido, y la escisión a la izquierda preparada en un congreso de facción en noviembre de 1920 en Imola.

La escisión tuno lugar el 21 de enero de 1921, en el Teatro San Marco de Livorno, con el nacimiento del Partido Comunista de Italia (PCI), sección italiana de la Internacional. En el comité central entran dos ordinovistas, Gramsci y Terracini, mientras que el Ejecutivo está conformado por Amadeo Bordiga, Bruno Fortichiari, Luigi Repossi, Ruggiero Grieco y Umberto Terracini Desde el primero de enero de 1921 Gramsci dirige “L’Ordine Nuovo”, que se había convertido en uno de los diarios comunistas junto a “Il Lavoratore” de Trieste e “Il Comunista” de Roma, este último dirigido por Togliatti. La línea del partido es dictada por Bordiga. Aunque Gramsci no compartía sus posiciones sectarias, no se enfrentó abiertamente con ellas. En la dirección del periódico mira con respeto las posiciones de los católicos de izquierda de la corriente de Guido Miglioli del Partido Popular, no tolera las tradicionales posiciones anticlericales del movimiento socialista, y confía al liberal Piero Gobetti la crítica teatral. No es electo diputado en las elecciones del 15 de mayo: no tiene capacidades oratorias, todavía es joven y tampoco su constitución física le gana el aprecio de muchos electores.

Pesa, además, el abstencionismo bordiguiano que (en contraste con las mismas teorías leninistas de utilizar el parlamento poner al desnudo el carácter mistificador de las instituciones representativas). En nombre de una presunta pureza política no solo no quiere participar en la formación de la representación y la vida parlamentaria del estado burgués, sino que evita asumir responsabilidades operativas directas, relegando así al partido a un sustancial inmovilismo que desorienta a las masas.

Agotado el empuje revolucionario en los escenarios europeos, se plantea una reacción política para enfrentar lo que sería necesario: que los partidos socialistas y comunistas hagan un frente común. Pero Bordiga está en contra de todo acuerdo. También en contraste con la dirección de la Internacional, en el segundo congreso nacional comunista de Roma, en marzo de 1922, una vez más Gramsci, pese a discrepar privadamente, no se expresa contra las posiciones de la mayoría bordiguiana.

Al fin de mayo parte rumbo a Moscú, designado para representar al partido italiano en el ejecutivo de la Internacional comunista. Llega ya enfermo y en el verano se recupera en un sanatorio para enfermedades nerviosas de Moscú. Allí conoce a una paciente rusa, Eugenia Schucht, una violinista que había vivido algunos años en Italia y, a través de ella, a su hermana Julia (1894-1980), también ella violinista, que había permanecido varios años en Roma graduándose en el Liceo musical romano. Julia, de 26 años, es bella, alta, tiene un aspecto romántico; Gramsci se enamora. Recordará el «primer día que [...] no me atrevía a entrar en tu habitación porque me habías intimidado [...] Al día que partiste a pie y yo te acompañé a pie hasta la gran calle a lo ancho del bosque y me quedé tanto tiempo detenido para verte alejarte sola, con tu carga de transeúnte, por la gran calle, hacía el mundo enorme y terrible [...] He pensado mucho en ti, que entraste en mi vida y me diste el amor y eso que siempre me había faltado y que me hacía malo y opaco».

Se casaron en 1923 y tendrían dos hijos, Delio el 5 de septiembre de 1924, y Juliano el 30 de agosto de 1926.

Ante el advenimiento al poder de Mussolini, la Internacional estableció que los comunistas italianos se unieran con la corriente socialista de los internacionalistas y ordenó la constitución de un nuevo ejecutivo, poniendo en minoría a Bordiga, todavía contrario a todo acuerdo. Pero, mientras tanto, en Italia, febrero de 1923 fueron detenidos tanto Bordiga como los representantes del nuevo ejecutivo. Gramsci quedó así como el máximo dirigente del partido y en noviembre se transladó a Viena para seguir más de cerca la situación italiana.

Gramsci fue electo diputado en las elecciones del 6 de abril y pudo volver a entrar en Roma, protegido de la inmunidad parlamentaria, el 12 de mayo de 1924. El mismo mes, en los alrededores de Como, se realiza una convención ilegal de los dirigentes de las federaciones comunistas italianas: los delegados se fingen dependientes de una empresa milanesa turística en excursión. Con todos los discursos públicos fascistas e himnos a Mussolini, discuten la táctica del partido. La línea de Bordiga, aunque excluido del Ejecutivo, resulta todavía mayoritaria.

El 10 de junio un grupo fascista secuestra y mata al diputado socialista Giacomo Matteotti. Parece que el fascismo está por derrumbarse por la indagación moral que entonces atraviesa el país, pero no es así; la oposición parlamentaria opta por la línea estéril de abandonar el Parlamento: los liberales esperan un apoyo de la Corona, que no llega; los católicos son hostiles tanto a los fascista como a los socialistas y éstos últimos son hostiles a todos, comunistas incluidos; la oposición del Aventino, según Gramsci, no tiene voluntad de actuar: tiene un «miedo increíble de que nosotros tomemos el control y por lo tanto maniobra para obligarnos a abandonar la reunión».

A pesar de las divisiones de la oposición antifascista, Gramsci creía que la caída del régimen era inminente: el fascismo «ha logrado constituir una organización de masa de la pequeña burguesía. Es la primera vez en la historia que esto se verifica. La originalidad del fascismo consiste en haber encontrado la forma adecuada de organización para una clase social que siempre ha sido incapaz de tener una buena relación y una ideología adecuada» Pero, según él, «las clases medias que habían puesto en el fascismo todas sus esperanzas fueron arrolladas [...] El Partido fascista nunca logrará convertirse en un partido normal de gobierno. Mussolini solo tiene del estadista y del dictador algunas pintorescas poses exteriores; él no es un elemento de la vida nacional, es un fenómeno del folclore campesino destinado a pasar a la historia en la categoría de las diversas máscaras provinciales italianas y no en la de los Cromwell, los Bolívar, los Garibaldi».

Se engañaba, porque la inercia de la oposición no fue capaz de dar alternativas a aquel bloque social y los fascistas retomaron valor y sobre todo la violencia de los squadristi; en uno de los incontables actos de violencia fue agredido incluso Gobetti: Cuando, el 13 de septiembre, el militante comunista Giovanni Corvi, para vengar la muerte de Matteotti, mató en un tren al diputado fascista Armando Casalini, la represión se agudizó.

El 20 de octubre Gramsci propone vanamente que la oposición aventiniana se constituya en Antiparlamento. El 26 parte para Cerdeña para intervenir en el congreso regional del partido y para volver a ver a sus familiares. El 6 de noviembre se despide de su madre, sin saber que jamás la volvería a ver.

El 12 de noviembre de 1924 el diputado comunista Luigi Repossi vuelve a entrar en el Parlamento, donde se sientan solo los diputados fascistas y sus aliados, para conmemorar a Matteotti, y el 26 vuelve a entrar todo el grupo parlamentario comunista

El 27 de diciembre de 1924 el cotidiano Il Mondo publica las declaraciones de Cesare Rossi, ya jefe del servicio de prensa de Mussolini, a propósito del asesinato de Matteotti: «Todo cuanto ha sucedido ha ocurrido siempre por la voluntad directa o con la aprobación o la complicidad del Duce» y el 3 de enero de 1925 Mussolini, en un discurso que se hizo famoso, declara en la Cámara que asume «la responsabilidad política, moral, histórica de todo lo ocurrido», desatando una nueva oleada represiva.

De febrero a abril de 1925 Gramsci se encuentra en Moscú para conocer finalmente a su hijo Delio y volver a encontrarse con su esposa. El 16 de mayo, en Italia, realiza su primer –y único- discurso en el parlamento, ante su ex compañero de partido Mussolini. A pretexto de reprimir la Masonería, el gobierno había elaborado un proyecto de ley para disciplinar las actividades de las asociaciones, entes e institutos. Según Gramsci, «con esta ley ustedes esperan impedir el desarrollo de grandes organizaciones obreras y campesinas [...] Ustedes pueden conquistar al estado, pueden modificar los códigos, pueden tratar de impedir que las organizaciones existan en la forma en que han existido hasta ahora, pero no podrán prevalecer sobre las condiciones objetivas con que están forzados a moverse. Ustedes no harán otra cosa que obligar al proletariado a buscar un camino diferente [...] Las fuerzas revolucionarias italianas no se dejaran aplastar; vuestro turbio sueño no llegará a realizarse».

Del 20 al 26 de enero de 1926 se desarrolla clandestinamente en Lyon (Francia) el III Congreso del Partido, donde la mayoría que tiene como líder a Gramsci presenta sus tesis.

Con un capitalismo débil y la agricultura como base de la economía nacional, en Italia persiste el compromiso entre industriales del norte y latifundistas del sur, perpetuándose los males de la mayoría. El proletariado, en cuanto fuerza social homogénea y organizada respecto a la pequeña burguesía urbana y rural, que tiene intereses diferenciados, aparece en las tesis de Gramsci como el único elemento que tiene una función unificadora de toda la sociedad.

Según Gramsci el fascismo no es, como sostiene Bordiga, la expresión de toda la clase dominante, sino que es el producto político de la burguesía urbana y agraria que ha entregado el poder a la alta burguesía, y su tendencia imperialista es la expresión de la necesidad de las clases industriales y agrarias «de encontrar fuera del campo nacional los elementos para la solución de la crisis de la sociedad italiana» que sin embargo permite, por su naturaleza opresora y reaccionaria, una solución revolucionaria de las contradicciones sociales y políticas. Las dos fuerzas sociales idóneas para dar lugar a esta solución son el proletariado del norte y los campesinos del sur. Para alcanzar este fin, el partido será bolchevizado, es decir, organizado por células de fábrica y disciplinado negando en su interior la posibilidad de la existencia de fracciones.

El congreso aprueba las tesis por mayoría absoluta y elige al Comité General con Gramsci como secretario del Partido.

Cuando regresa a Roma, pasa algunos meses con su familia. Su esposa, que espera el segundo hijo, Giuliano, deja Italia el 7 de agosto de 1926, mientras la cuñada Eugenia regresa a Moscú el mes siguiente con el hijo Delio; Gramsci escribe del hijo que «me parece que ahora se inicia para él una fase muy importante, aquella en que deja los recuerdos más tenaces, porque durante su desarrollo se conquista el mundo grande y terrible». Pero no será jamás parte de los recuerdos de su hijo, que no volverá a verlo.

En septiembre Gramsci comienza a escribir un ensayo sobre la cuestión meridional, en que analiza los años del desarrollo político italiano desde 1894, año de los movimientos campesinos sicilianos, seguido de la insurrección de Milán de 1896, reprimida a cañonazos por el gobierno. Según Gramsci, la burguesía italiana, personificada políticamente por Giovanni Giolitti, ante los sufrimientos de las clases marginadas de los campesinos meridionales y de los obreros del norte, en lugar de respaldar a las fuerzas agrarias (lo que habría supuesto una política librecambista y de bajos precios industriales), optó por el bloque industrial–obrero, con un consiguiente proteccionismo arancelario unido a la concesión de libertades sindicales.

Ante la persistencia de la oposición obrera, que se manifiesta también contra los dirigentes socialistas reformistas, Giolitti buscó un acuerdo con los campesinos católicos del centro-norte. El problema es entonces, para Gramsci, una política de oposición que rompa la alianza burguesa-campesina, procurando la convergencia del campesinado con la clase obrera.

La sociedad meridional, según Gramsci, está constituida por tres clases fundamentales: jornaleros y campesinos pobres, políticamente inconscientes; pequeños y medianos campesinos que no trabajan la tierra pero que que obtienen de ella una renta que les permite vivir en la ciudad, normalmente como empleados estatales, y que desprecian y temen al trabajador de la tierra y hacen de intermediarios en el consenso entre campesinos pobres y la tercera clase, la de los grandes terratenientes. Esta clase a su vez contribuye a la formación de la intelectualidad nacional, con personalidades de la talla de Benedetto Croce y de Giustino Fortunato que son los principales y más refinados defensores de la conservación de este bloque agrario.

Para poder romper este bloque se necesitaría la formación de una clase de intelectuales medios que interrumpan el consenso entre las dos clases extremas favoreciendo así la alianza de los campesinos pobres con el proletariado urbano.

Escribe una carta al comité central del partido bolchevique en el cual, después de la muerte de Lenin, inició una lucha entre las diversas corrientes: «hoy ustedes están destruyendo vuestra propia obra y corren el riesgo de anular la función dirigente que el partido comunista de la URSS había conquistado [...] vuestros deberes rusos pueden y deben ser llevados a cabo sólo en el cuadro de los intereses del proletariado internacional». Pero Togliatti, delegado del PCI en Moscú, prefiere no entregar la carta. Esto creo un conflicto entre Gramsci y Togliatti que nunca se resolvió en su totalidad.

El 31 de octubre de 1926 Mussolini sufre en Bolonia un atentado sin consecuencias personales, que es utilizado como pretexto para eliminar los últimos residuos de democracia: el 5 de noviembre el gobierno disuelve los partidos políticos de oposición y suprime la libertad de prensa. El 8 de noviembre, en violación de la inmunidad parlamentaria, Gramsci es arrestado en su casa y encerrado en la cárcel de Regina Coeli. Después de un periodo confinamiento en Ustica, el 7 de febrero de 1927 es encerrado en la cárcel milanesa San Vittore.

El proceso a veintidós imputados comunistas, entre los cuales incluían a Umberto Terracini, Mauro Scoccimarro, Giovanni Roveda y Ezio Riboldi, inicia en Roma el 28 de mayo de 1928; el presidente del Tribunal Especial Fascista, instituido el 7 de febrero de 1927, es el general Alessandro Saporiti y tiene por jurados cinco cónsules de la milicia fascista. Gramsci es acusado de actividad conspirativa, instigación a la guerra civil, apología del delito e incitación al odio de clase.
El ministerio público Michele Isgrò, en conclusión de su requisitoria, declara que «por veinte años debemos impedir a este cerebro funcionar» y de hecho Gramsci, el 4 de junio, es condenado a veinte años, cuatro meses y cinco días de reclusión; el 19 de julio alcanza la cárcel de Turi, en la provincia de Bari. El mismo médico de la cárcel de Turi llegó a decir a Gramsci que su misión como médico fascista no era mantenerlo con vida.

El 8 de febrero de 1929 obtiene finalmente lo necesario para escribir e inicia la escritura de sus Quaderni del carcere. Desde 1931 Gramsci sufre una grave enfermedad, el mal de Pott, además de principios de tuberculosis y de arteriosclerosis, por todo esto puede obtener una celda individual, trata de reaccionar a la detención estudiando y elaborando sus propias reflexiones políticas, filosóficas e históricas, sin embargo las condiciones de salud empeoran y en agosto Gramsci tiene una imprevista y grave hemorragia.

El 30 de diciembre de 1932 muere su madre y los familiares prefieren no informarle. El 7 de marzo de 1933 tiene una segunda crisis grave, con alucinaciones y delirios: En París se constituye un comité, del cual forman parte, ente otros, Romain Rolland y Henri Barbusse, para obtener su liberación junto con la de otros detenidos políticos, pero sólo hasta el 19 de noviembre Gramsci es transferido a la enfermería de la cárcel de Civitavecchia y el 7 de diciembre a la clínica del doctor Cusumano en Formia, vigilado tanto desde la recamara como desde el exterior.

El 25 de octubre de 1934 es acogida por Mussolini la petición de libertad condicional pero no es libre de moverse, en tanto que se le impide ir a curarse a otro lugar ya que el gobierno temía una fuga; solo el 24 de agosto de 1935 puede ser transferido en la clínica “Quisisana” de Roma. Está en graves condiciones: además del morbo de Pott, la tisis y la arteriosclerosis, sufre de hipertensión y de gota.

El 21 de abril de 1937 Gramsci adquiere la plena libertad pero está ya gravísimo en el hospital: muere al alba del 27 de abril, con apenas cuarenta y seis años, de hemorragia cerebral. Según afirma un oficial de la Santa Sede, antes de morir se convirtió al catolicismo y en el lecho de muerte pidió los sacramentos.1 Este oficial de la Curia Romana cita el testimonio de una monja que prestaba sus servicios en el hospital en que Gramsci murió. Al parecer -según su versión- también pidió que le trajeran una imagen del Niño Jesús y la besó conmovido.2 El presidente de la Fundación Instituto Gramsci afirma que no hay ningún documento que acredite este hecho. Y Carlo Gramsci, hermano de Antonio, tiene una versión distinta a la del oficial de la Curia. Afirma que estaba presente en su muerte y relata: «Tras el último intento por parte de las monjas para que se convirtiera, reaccionó girándose hacia el muro». Incinerado, al día siguiente se efectúan los funerales, a los cuales participan sólo el hermano Carlos y la cuñada Tatiana: Las cenizas fueron inhumadas en el Cementerio de Verano y de aquí transferidas al cementerio acatólico de Roma.

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